22/5/12

Nieve, verano, nostalgia y la sonrisa de Monchito

Aunque estamos inmersos en un play off en el que el Baskonia se ha propuesto escribir una nueva página dorada en su historia, tratando de reproducir el milagro que hace sólo dos años condujo al tercer título ACB, quiero compartir con vosotros una ventana al recuerdo que he rescatado por encargo de los responsables de la revista del club '5+11'. El director de comunicación del Caja Laboral, Nacho Goicoechea, me pidió que le remitiera unas líneas con algún momento que se me hubiera quedado grabado en la retina, y no tuve dudas: la Copa del Rey de 2004, que se celebró en Sevilla, pasa por ser el momento álgido, desde mi perspectiva, de la era dorada de un equipo que contaba por aquel entonces con un elenco de jugadores seguramente irrepetible. Echemos la vista atrás ocho años.


Nieve, verano, nostalgia y la sonrisa de Monchito


Sucedió en Sevilla, en un mes de febrero que fue verano. Y en Vitoria, donde febrero siempre es febrero pero aquel resultó especialmente gélido. Ni siquiera la nieve logró evitar que el baskonismo festejara el único título que pudo alzar la que, a mi juicio, ha sido la mejor plantilla que ha tenido el club azulgrana en toda su historia, la de la campaña 2003/2004. En el Municipal de San Pablo, en una ciudad anegada de baloncesto, los héroes que despertaron ese espíritu nostálgico tan propio de una afición que no acaba de pensar en clave de presente, que se aferra al recuerdo, se conjuntaron para crear un equipo que la NBA fue desmembrando con el paso de los años y conquistar el cuarto título copero en la historia del club gasteiztarra.

Sol y hielo. Norte y sur. Recuerdo que escapé de la nieve, no sin algún susto, cuando las máquinas casi ya no podían hacer nada por limpiar la autovía. El miércoles comenzaron los problemas. Era la antesala de aquellos dos días de caos en los que algunos conductores llegaron a quedar atrapados durante 17 horas entre Armiñón y Burgos y que a la larga acabaría con una histórica sentencia contra las empresas gestoras de la vía. En Sevilla, con temperaturas que llegaron a superar los 30 grados a lo largo de ese fin de semana, aquellos fríos polares que cubrieron con un manto blanco la Llanada parecían un sueño distante.

Una plantilla de ensueño

En aquel Baskonia no faltaba nadie. Dusko Ivanovic disponía de un plantel de ensueño: Prigioni, Calderón, Macijauskas, Vidal, Nocioni, Scola, Kornel David, Betts,Splitter...y Javi Buesa, a quien me encontré poco después de bajar del AVE (había dejado el coche en el parking de Atocha, que dos semanas después se teñiría de terror con los atentados del 11M). Estaba en el hall del hotel donde se hospedaban los equipos, muy cerca tanto de la estación como del pabellón de San Pablo. Le recogí unas declaraciones para el programa de mediodía, porque acudí a aquel torneo como enviado especial de Radio Álava. "Vamos a ganar seguro", me dijo cuando ya había apagado el minidisc. Y se le escapó una sonrisa tan sincera, tan pícara, tan tranquilizadora, que se me disipó cualquier duda. "Tengo que cuidarme la voz porque vamos a tener que estar cantando canastas hasta el domingo", recuerdo que pensé. A duras penas pude cumplirlo. Fueron días muy largos, noches muy intensas. Era la Copa. Y conforme avanzaban las jornadas la ciudad iba adquiriendo un mayor colorido azulgrana, a pesar de que las noticias que llegaban desde Vitoria resultaban cada vez más desalentadoras en cuanto a lo meteorológico. Todas las salidas estaban bloqueadas por una de las mayores nevadas de las últimas décadas. En Sevilla, lucía el sol. Sobraban las chaquetas aquella semana de finales de febrero.

El primero en caer fue el Estudiantes, que se cobraría la venganza en el cruce liguero de los play off, una dolorosa estocada para un equipo que debió haber sumado algún título más. Fue el viernes, en el segundo turno, y brilló un Nocioni al que le quedaban meses para hacer las maletas y marcharse en busca de gloria a la Ciudad del Viento. Los 24 puntos y 12 rebotes del santafesino, soberbio, arrebatador, arruinaron la excelente actuación de un Felipe Reyes (25/10) que aún no había consumado su traición al club del Ramiro. Al igual que Nocioni, cambiaría de colores el verano siguiente.

El sábado, en semifinales, tocó el anfitrión. Recuerdo el cariz surrealista que adquirían las retransmisiones. Mientras en Sevilla sudábamos la gota gorda, en los estudios centrales nuestros compañeros nos relataban los enormes problemas que estaban generando las nevadas. Vitoria estaba casi incomunicada. Pero el sábado había más bufandas azulgranas que el viernes. Y el domingo, en la final, habría aún más. El Caja San Fernando apenas fue rival para un equipo que ya apuntaba a campeón. El TAU se impuso por 25 puntos, con un Luis Scola descomunal que no concedió opción alguna a la sorpresa. La condición de favorito de aquel equipo conformado por los grandes iconos del baskonismo se agigantaba conforme pasaban los días. Sólo quedaba un escalón más.

La irrupción de Rudy Fernández

La última parada conducía al equipo de Ivanovic ante el DKV Joventut de un descarado Rudy Fernández, que se había cargado al Barça de Navarro y Varejao en semifinales. Cuando llegó la hora de la verdad, resultaba imposible saber cómo, pero Sevilla estaba ya atestada de aficionados baskonistas. Huyeron del invierno para convertir el pabellón de San Pablo en un infierno donde, por compasión, el resto de aficiones (y la mayor parte de la prensa nacional) se puso del lado de la Penya. No sirvió de nada.

Aquel era un Baskonia mayúsculo, histórico, inaccesible para el equipo verdinegro, que aún así recuerdo que llegó a vender muy cara la derrota, sobre todo por culpa de un Rudy que acabaría llevándose –de manera injusta, a mi modo de ver– el trofeo de MVP. Entonces el galardón lo concedíamos los periodistas. La prensa vitoriana dividió sus votos entre Nocioni y Scola, de nuevo los mejores en la final, y el resto buscaba iconos. En cualquier caso, el baskonismo estalló de júbilo en aquella noche veraniega de febrero, que volvió a ser larga, en unas calles de Sevilla en las que se entonó el Celedón con más de cinco meses de antelación. Todavía recuerdo los cánticos, junto a la salida del parking del Municipal de San Pablo, de centenares de hinchas vitorianos que aguardaron hasta que salieron los campeones. Abrazos, lágrimas, sudor, una unión entre jugadores y aficionados que quizá el tiempo ha debilitado. Y, cómo no, la imagen de Javi Buesa, sonrisa de Monchito, con su pequeña reproducción de la Copa. "Ya te lo dije", me guiñó mientras buscaba a su familia entre el gentío, que gritaba al son de la charanga. Como todos aquella noche que ahora se contempla inevitablemente con un halo de nostalgia.

Os dejo un vídeo que he encontrado en la web (no hay muchos, la verdad) en el que se ven los instantes finales de la final. El Baskonia afrontó los dos últimos minutos con un quinteto compuesto por Calderón, el mejor Macijauskas, Nocioni, Scola y Kornel David, que tuvo que dejar la cancha antes de tiempo por personales y su sitio lo ocupó Andrew Betts. En el banquillo, casi nada: Vidal, Splitter, Prigioni, Buesa... Repito, aunque está abierto a debate, a mi modo de ver la mejor plantilla de la que ha dispuesto el club vitoriano en su más de medio siglo de historia.





16/5/12

Pescar en río revuelto

Barcelona Regal y Real Madrid aparecen de nuevo como los dos grandes candidatos al título liguero, aunque las distancias con el resto, sobre todo con el Caja Laboral, parecen haber disminuido en el tramo definitivo del curso




En sólo unas horas arrancan las eliminatorias por el título de una de las temporadas en las que todo parece más abierto. Ocho equipos, algunos con más opciones que otros, se lanzan a por un trofeo que, por primera vez desde hace unos años (más allá de lo que sucediera finalmente), nadie considera que tenga un dueño asignado antes de que arranquen los play off. El todopoderoso Barça de Xavi Pascual ha mostrado sus puntos débiles ante el vertiginoso Real Madrid de Pablo Laso, que en la Copa del Palau Sant Jordi sacó a relucir las costuras del ogro culé y que, a estas altuas de curso, aparece como el principal aspirante en las predicciones de los entendidos. Sin embargo, el río baja revuelto, y hay pescadores, más o menos avezados, que se muestran tan dispuestos como capacitados para tratar de obtener su ganancia en esta situación de aparente vacío de poder.

Aunque la experiencia reciente invita a tomar con cautela cualquier vaticinio, toda vez que hace dos años ni el aficionado más optimista del Baskonia aventuraba el advenimiento del milagro que se convirtió en el tercer título liguero del club vitoriano, parece claro que los dos grandes clubes futboleros parten de nuevo con ventaja. Pero se me antoja una renta mucho más exigua de la que aparentemente gozaban en anteriores ejercicios, y no sé si es más por deseo que por convicción, aprecio que al menos otros dos de los otros seis equipos cuentan con opciones de materializar lo que sería una sorpresa, en mayor o menor medida según el hipotético campeón. Dejando a un lado –con todo el respeto y el reconocimiento del mundo a sus temporadas– tanto a Lucentum como a Lagun Aro, Valencia Basket y Banca Cívica, a los que considero desde el punto de vista competitivo, en este tipo de citas, un escalón por debajo, creo que tanto Caja Laboral como Bilbao Basket, a pesar de su aparente depresión, estrenan las eliminatorias por el título con ciertas cuotas de esperanza.

Las alternativas vascas

El conjunto baskonista, como ya señalé en mi anterior post (De miedos y euforias) tiene plantilla para superar a cualquier enemigo, pero a lo largo de esta histriónica temporada que ha dedicado a su afición ha demostrado también una irritante capacidad para hincar la rodilla ante el rival más inesperado. Llega en buen momento, a tenor de los últimos resultados y, más aún, de la esperanzadora imagen ofrecida por algunos de sus puntales, pero se estrena ante uno de los peores rivales que le podían tocar en cuartos. Habrá quien eche la vista atrás y se aferre al resultado del último partido de la fase regular (100-70) para justificar el favoritismo del cuadro azulgrana. Pero a esos bastaría con refrescarles los punzantes recuerdos que debió de dejarles la eliminación de la Euroliga. Los hombres de negro, colectivo veterano que habrá podido encontrar en estas dos semanas de parón competitivo el oxígeno que le faltaba, demostraron tanto en Miribilla como en el Iradier Arena que tienen capacidad, arrestos y sobre todo orgullo para competir ante el contrincante más poderoso. Y esta va a ser, a tenor de las declaraciones previas, una eliminatoria caliente.

Su rendimiento en la ACB ha resultado decepcionante... para todo aquel que no entendiera que su obsesión este año no era otra que la Euroliga, donde sólo el todopoderoso CSKA, con la obligación de emplearse de verdad en un cruce que muchos adivinaban de trámite, pudo tumbarlo.

Puede resultar una perogrullada, porque lo es, pero parece claro que las opciones del equipo bilbaíno crecerán de manera exponencial si supera esta primera eliminatoria, a la que es cierto, en cualquier caso, que no llega excesivamente bien. Me voy a explicar. Tal y como alcanzan alaveses y vizcaínos el derbi, aunque Ivanovic y sus hombres hayan tratado de quitarle hierro, parece evidente que el Caja Laboral parte como favorito. Tiene el factor cancha y se presenta en una clara línea ascendente, con hombres como Nocioni, Lampe o Nemanja Bjelica aproximándose a su mejor nivel. En cualquier caso, en la retina de todos queda el espectacular rendimiento del cuadro bilbaíno en los play off del pasado año, cuando alcanzó la final contra todo pronóstico tras cargarse a un Real Madrid que, salvo hecatombe, esperará en semifinales al superviviente de este duelo vasco.

El gran favorito y la encrucijada de las semifinales

El equipo que dirige el vitoriano Pablo Laso, reitero, aparece ahora mismo como el gran candidato ante las dudas de un Barcelona que va a depender demasiado del estado físico de un Navarro cuya lesión puede apartarlo de un nuevo título. Pero no lo tendrá fácil en semifinales, sea cual sea su rival. Ahí están los números y las sensaciones. El Caja Laboral crece, y ya le venció en su último enfrentamiento, en el partido que sirvió para reinaugurar el remozado Buesa Arena. Y el Gescrap ha demostrado a lo largo de la temporada que dispone de argumentos para plantarle cara y derrotarle. Así lo demuestra el dato que refleja que el combinado de Katsikaris se ha impuesto a los blancos en tres de los cuatro enfrentamientos que han tenido tanto en la Liga Endesa (dos victorias para el Bilbao Basket) como en la Euroliga, donde el conjunto vizcaíno acabó por dejar al Madrid fuera del Top 8 tras remontar el basket average de 16 puntos que había obtenido en el Palacio de los Deportes tras imponerse por 24 puntos en Miribilla. El Madrid parece claro aspirante al título, es verdad, pero en este río revuelto, pueden pasar muchas cosas en función de cómo vayan desarrollándose los cuartos y estableciéndose los emparejamientos.

¿Le interesa al equipo de Laso que el club que lo vio crecer como jugador supere la primera fase? Sólo el tiempo puede ofrecer una respuesta, pero desde luego todos aquellos que lo señalan como único aspirante a plantar cara en una hipotética final al Barça deberían detenerse en la dificultad que afrontará antes siquiera de alcanzar esa fase definitiva de la competición.

El Barça y el dilema de Navarro

En el otro lado del cuadro la situación de las aguas no parece más calmada. Resulta evidente que el Barça ostenta una entidad muy superior a la de los otros cuatro equipos, y que los astros se han alineado para que su primer cruce, ante un Lucentum que es el octavo clasificado y al que ha despachado con sendas palizas en todos los duelos que han mantenido esta temporada, parezca a priori más accesible a causa de las bajas que presentará el conjunto de Vidorreta. Me gustaría pensar que Lagun Aro o –más aún por lo que parecía que podía dar de sí su plantilla cuando arranco el curso– Valencia tengan alguna opción. Pero desde luego se me antojan ya no remotas, sino inexistentes en una competición que ha perdido la mística que hace no tantos años permitía que un equipo salido de la nada como el TDK protagonizara un cuento de hadas para, a costa del baskonismo, coronarse campeón.

Da la impresión de que el Barça se enfrentará a sí mismo y a sus miedos en el trayecto hacia una final en la que su ausencia representaría la mayor campanada posible en estos play off. El equipo catalán ha firmado una campaña tan sólida en lo liguero como insípida en Copa y Euroliga. Su derrumbe tanto en la Final Four como en la Copa ante el Madrid evidencian que al equipo catalán pueden asaltarle las dudas, más aún si Navarro sigue renqueante, ante rivales que puedan acercarse a su nivel, cosa que Caja Laboral y Real Madrid han logrado en sus duelos directos a lo largo del curso.

La máquina blaugrana ha dejado de aparecer como una apisonadora en la competición doméstica. A partir de ahí, todo dependerá del estado físico de Navarro, que es el alma de una legión de robots, incluido el técnico, que pierden el norte y casi toda su capacidad de improvisación cuando se ausenta La Bomba. Con el escolta de Sant Feliu en buenas condiciones, el Barça será tan favorito como cualquier otro. Con su estrella tocada, se convierte en un rival mucho más anodino, al que el resto puede hincarle el diente.

15/5/12

De miedos y euforias


El entorno baskonista pasa del temor a que el Gescrap pudiera ser el primer rival en las eliminatorias por el título al optimismo desmedido y peligrosamente injustificado tras el último enfrentamiento liguero entre ambos, que se saldó con paliza



Parece que el entorno baskonista, paciente hasta la médula, transita en esta desconcertante temporada con la misma celeridad que la plantilla de un extremo al otro en cuanto a sensaciones y certezas. No hay términos medios cuando se habla de este Caja Laboral. Capaz de lo mejor, pero también de lo peor, como ha quedado patente a lo largo de los últimos meses, el combinado azulgrana se encamina al estreno del play off por el título con la moral parcheada tras la demostración de capacidad que ofreció ante el que será su rival a partir del jueves, al que volvió a superar además en la pachanga de la Euskal Kopa. Como todo es blanco o negro, el recelo se ha transformado en cuestión de semanas en un optimismo desaforado, peligroso, e injustificado si se tienen en cuenta los precedentes de un equipo que en algo más de siete meses de competición se ha revelado completamente incapaz de seguir una línea regular y uniforme de juego y solvencia.

El Baskonia tiene plantilla, a pesar de algunos puntos débiles que se han revelado evidentes, para plantar cara a cualquier rival en la ACB. A cualquiera. De eso no me cabe ninguna duda. Siempre y cuando, claro está, el comandante el jefe de la tropa alavesa, su sargento de hierro, sepa manejar con cierta cordura el elenco de excelentes jugadores de que dispone. En cualquier caso, no ha habido un año en el que el cuadro baskonista se mostrara tan endeble, tan vulgar, hasta el punto de despreciar su propia condición de aristócrata de la competición para firmar varios sonoros batacazos ante rivales inesperados. Y en este sentido, huelga recordarlo, tampoco convendría menospreciar el potencial del vecino, actual subcampeón del torneo y cuartofinalista de la Euroliga en su temporada de debut, por mucho que haya alcanzado con la lengua fuera el tramo final de la fase regular.

El deseo de evitar al vecino

En Vitoria, y esto no se puede ocultar, no eran pocos los que mostraban abiertamente sus preferencias sobre que el Gescrap no fuera el primer obstáculo hacia el título que podría cerrar con un idílico broche un ejercicio en el que casi todo ha sido malo. Ahora, tras el correctivo de la última jornada liguera, las tornas han girado hasta tal punto, que el miedo (o recelo) ha mutado en una confianza desmedida para la que tampoco debería existir justificación. Ni una cosa ni la otra. Es decir, ni era de recibo que la afición hablara en clave de título pero mostrara cierto temor ante la perspectiva de un cruce prematuro ante los vecinos del norte, ni lo es que por el resultado de un partido (ni siquiera tengo en cuenta la Euskal Kopa), y más teniendo en cuenta los precedentes de esta misma temporada, se lancen las campanas al vuelo y se proclamen victorias anticipadas antes de que la eliminatoria haya podido siquiera nacer.

No puede obviarse que las sensaciones que arrojan ambos equipos a las puertas del primer asalto del duelo favorecen el caldo de cultivo que se ha creado en la capital alavesa por la manera en la que se cerró el ejercicio y se conoció la composición definitiva de los cruces. El Bilbao Basket perdió de manera inexplicable la opción de sentenciar la cuarta plaza en la penúltima jornada, ante lo que era un equipo en plena descomposición como Unicaja, y después salió del Buesa Arena humillado. Los hombres de negro, como sus vecinos futboleros, han llegado a la fase decisiva del curso sin oxígeno, con la lengua fuera. Más que cualquier otra cosa, viéndolo con la perspectiva y la falta de información detallada que ofrecen sesenta kilómetros de distancia, da la impresión de que la principal fuente de problemas del cuadro bilbaíno, que ha firmado una temporada irregular en ACB pero notable en Euroliga, tiene que ver con el físico. Teniendo en cuenta el periodo de reposo que (inexplicablemente desde el punto de vista del espectador) se ha establecido antes del inicio de las eliminatorias por el título, el rival que se encontrará el combinado azulgrana el jueves no será, ni de lejos, el mismo que visitó la pista de Zurbano hace unos días.

Un Baskonia al alza

Por otro lado, el Baskonia también llega al alza. Tanto desde un punto de vista individual como colectivo. Al plantel que adiestra Ivanovic se le aventuraba un tremendo margen de mejora desde que todas sus piezas se unieron al puzle. Pero se ha demorado mucho más de lo esperado. Más allá de la peliaguda lesión de Fernando San Emeterio, que puede obligarle a perderse algún partido o a disputarlo sin encontrarse en condiciones óptimas, la impresión que ofrecen los puntales del equipo es de llegar al momento determinante de la temporada en su mejor momento de forma. Al menos en su mayoría, gente como Lampe, Prigioni o Andrés Nocioni, ya que el estado depresivo del capitán, un Mirza Teletovic que debe enderezar el rumbo en los compases finales de la que puede ser su última temporada con la elástica azulgrana, siembra algunas dudas. En cualquier caso, hay motivos para presagiar una eliminatoria igualada. No los hay, en cambio, ni para el miedo ni para las euforias desproporcionadas, por mucho que cualquier equipo que quiera aspirar al título, y el Baskonia ahora mismo lo codicia como el que más, deba verse capaz de superar a cualquier adversario.

El equipo vitoriano tiene en su mano la ocasión de enmendar el terrible y doloroso golpe que le endosó a las estadísticas y la tradición en vísperas de las vacaciones de Navidad. Fue entonces el mismo rival, el Gescrap, el que se encargó de empujarle al abismo que suponía quedar por primera vez fuera de la Euroliga a las primeras de cambio. Fue un golpe anímico y con repercusiones económicas que dolió a este lado de Altube. Ahora el cuadro bilbaíno se yergue de nuevo en el horizonte como el obstáculo a superar para mantener casi inmaculada la hoja de servicios de la tropa vitoriana en los cuartos de final de la ACB.
En el presente siglo, de hecho, sólo el Unicaja ha sido capaz de eliminar a los vitorianos en la primera ronda del play off. Sucedió en la campaña 2002-2003. Desde entonces, en los ocho ejercicios posteriores, el Baskonia accedió sin apenas angustia a las semifinales. Ha sido, de hecho, el único de los grandes que se ha asegurado su presencia en semifinales en estas temporadas.

Las estadísticas, tan frías y quebradizas como orientativas, le confieren al equipo azulgrana, que además dispone del factor cancha, el papel de favorito. Lo han constatado tanto los jugadores como el propio técnico del Gescrap. Resulta peligrosa esa condición. En Bilbao se sienten cómodos así. Los hombres de negro han forjado sus mayores conquistas remando a contracorriente y este Caja Laboral, pese a la mejora experimentada, es un grande idóneo para propiciar las sorpresas. Cualquier exceso de confianza puede desembocar en una tragedia. Pero el miedo tampoco es un consejero adecuado a estas alturas del curso ni un petate permitido para un equipo que, de puertas para afuera, asegura que va a pelear por su cuarto título liguero.