30/4/13

Acaba la agonía


San Antonio cierra la serie (4-0) y sepulta el fracasado proyecto de Lakers / El intento de reunir a cuatro grandes estrellas acaba de nuevo de la peor manera posible



Faltaban tres minutos para el final del partido y Mike D'Antoni, que había tirado la toalla quizá antes incluso del salto inicial, decidió retirar a Pau Gasol para dar entrada a otros jugadores de las profundidades del banquillo. El cuarto partido de la primera ronda del play off por el título estaba sentenciado. Ya no había nada que hacer. En realidad, jamás lo hubo. El público del Staples Center se puso en pie y dedicó una sonora ovación al pívot catalán, el único representante del lustroso quinteto titular que dio la cara hasta el final de la agonía de unos Lakers que han protagonizado uno de los fracasos más sonados que se recuerdan en la historia de la NBA. Los Spurs pasaron por encima de la franquicia angelina, infligieron un doloroso correctivo y pusieron fin a una dramática temporada.

El mismo equipo que el pasado verano recuperó los debates sobre la higiene de permitir que varias estrellas se reunieran en un mismo vestuario para pelear por el anillo se despeñó por el abismo al que se dirigía desde que arrancó el curso. Los Spurs, un colectivo sólido, sobrado de recursos y bien trabajado, le sacaron los colores al combinado que dirige un Mike D'Antoni superado por los acontecimientos. Los Lakers no han tenido opción alguna en la serie. El 4-0 (83-102 en el cuarto y definitivo duelo) supone la mayor humillación para el equipo púrpura y oro en casi cuarenta años. Desde 1967, cuando lo consiguieron los San Francisco Warriors, nadie había sido capaz de dejarlos fuera de combate en la primera ronda de play off sin que sumaran una sola victoria.

La imagen de los Lakers, ya pobre a lo largo de la fase regular, ha resultado patética en la eliminatoria ante los Spurs. El conjunto texano ha ganado todos los partidos con diferencias superiores a la decena. Bien es cierto que las lesiones tampoco han acompañado. Aunque por momentos da la impresión de que se esgrimen más como excusa que como explicación de la catástrofe. La rotura del tendón de Aquiles que sufrió hace diez días Kobe Bryant, líder y guía espiritual del cuadro angelino, supuso una losa definitiva. Sin el escolta de Philadelphia, que se había dejado el alma para evitar el ridículo de quedar fuera de los play off, nadie daba un duro por los Lakers. Y con razón.

La madrugada del domingo al lunes, cuando se disputaba el cuarto partido de la serie, D'Antoni disponía de un equipo de circunstancias. Al margen de Kobe, en la lista de lesionados se encontraban Steve Nash, Metta World Peace, Steve Blake y Jodie Meeks. El panorama resultaba desalentador. Pau Gasol y Dwight Howard debían hacerse fuertes para compensar la endeblez de un backcourt compuesto por jugadores de dudosa calidad incluso para el banquillo, como Goudelock, Chris Duhon o Darius Morris. Parecía evidente que no bastaría siquiera para pelear por una victoria que restituyera el maltrecho orgullo. Y no bastó. Sobre todo cuando Howard decidió borrarse del mapa. Recibió dos técnicas, evitables ambas, y de camino a los vestuarios intercambió varias frases subidas de tono con el general manager de la entidad, Mitch Kupchak, que no tardaron en despertar los rumores sobre su salida del equipo en verano, cuando será agente libre.

Kobe también da la cara

Gasol parecía destinado a quedarse solo ante la humillación. Ni siquiera Jack Nicholson, fijo en la banda, quiso aguantar el escarnio. Abandonó su asiento en el tercer cuarto para no volver. Pero entonces Kobe, aún con muletas, irrumpió en escena para sentarse tras el banquillo y dar la cara. La grada olvidó por unos momentos el desalentador resultado que reflejaba el electrónico para ofrecer su cariño a su gran estrella. Al igual que a Gasol, que concluyó el partido con 16 puntos, 8 rebotes, 5 asistencias y 2 tapones que no valieron de nada, le agradecieron la fidelidad a los colores, los dos anillos, el orgullo que mostraron por tratar de evitar lo inevitable. Pero ni siquiera ese apoyo del público garantiza el futuro del catalán, que podría ser utilizado para soltar lastre salarial.

Quiero ganar otro anillo con los Lakers, pero no depende de mí”, manifestó Gasol al término del partido, consciente de que podía ser el último con esa camiseta. Ahora mismo hay pocas cosas claras. El futuro de Howard, a quien se consideraba la base sobre la que construir a largo plazo, puede determinar el de las demás piezas del rompecabezas. Nash tiene contrato, como Gasol y Bryant, pero lo que más dudas genera es la figura del entrenador. D'Antoni parece, de largo, uno de los grandes damnificados del drama en el que se han visto inmersos estos Lakers desdibujados y decepcionantes.

Lo peor de todo es que en Los Ángeles ya había un precedente que alertaba sobre el posible fracaso y se ignoró. En la temporada 2003/2004, cuando Kobe y Shaquille compartían foco como grandes referentes de unos Lakers que sumaron tres anillos, la directiva californiana decidió incorporar a dos hall of famers en declive como Gary Payton y Karl Malone. Todo el mundo pensó que aquel equipo barrería al resto y se llevaría el título sin esfuerzo. Fracasaron. El anillo se lo quedaron los Pistons, aunque aquellos Lakers, a diferencia de los actuales, alcanzaron las finales. Estos casi ni entran en play off. El único consuelo para sus seguidores, a los que les aguarda ahora un convulso verano, es que su lenta agonía ya ha terminado.

29/4/13

El pirómano apagafuegos


ZAN TABAK DA CON EL ROL IDÓNEO PARA UN THOMAS HEURTEL QUE SE MANEJA COMO PEZ EL AGUA EN LA URGENCIA Y LA ANARQUÍA

lo largo del presente curso, uno de los más convulsos que se recuerdan en la historia reciente del Baskonia, la posición de base ha sido de largo la que mayores quebraderos de cabeza ha regalado a directiva y técnicos. Hasta cinco timoneles distintos se han enfundado la elástica azulgrana desde el pasado verano sin que ninguno de ellos haya logrado siquiera hacer olvidar la dolorosa marcha de un Pablo Prigioni que el pasado curso gobernó con mano firme la nave baskonista. Taylor Rochestie, Carlos Cabezas, Omar Cook, Thomas Heurtel y Devon Van Oostrum han sido los jugadores con los que tanto Zan Tabak como Dusko Ivanovic han contado para ocupar una demarcación clave, pero no ha sido hasta estos días, cuando se alcanza el tramo final de la competición, cuando el preparador croata parece haber hallado la fórmula que mejor combina las características de sus bases.
Cook, cerebral y sobrio, se ha asentado como titular. Heurtel, anárquico, alocado, a veces temerario, ocupa al fin un papel que parece diseñado a su medida. El pirómano ha encontrado su sitio y ha brillado en un papel de apagafuegos que cumple a la perfección.
Tabak ha conseguido que poco a poco encajen todas las piezas del puzle. El equipo, de una manera casi imperceptible, se ha ensamblado para alcanzar el play off, en el que peleará por el único título al que aún puede aspirar, en un estado de forma ilusionante. Y Heurtel, como quedó claro el sábado en Fuenlabrada, como se vio en el cuarto partido de la serie ante el CSKA, parece asumir con gusto y demencial deleite el rol que le se le asigna en este nuevo reparto.
Amado u odiado
Heurtel tiene detractores y defensores a puñados. Desde que aterrizó en Vitoria, por su forma de entender el juego, por su aparente indisciplina táctica y los riesgos que corre en la gestión de las posesiones, apenas ha dejado a nadie indiferente. O se le quiere o se le detesta. Es capaz de levantar en una misma jugada a unos y otros de sus asientos. No son pocas las veces en las que uno arranca una protesta ante alguna de sus decisiones que acaba ahogada ante el acierto. Pero nadie puede negar que su esencia se ajusta como anillo al dedo al papel de kamikaze que se le ha encomendado en estas últimas semanas.
En Fuenlabrada, sin ir más lejos, el Laboral Kutxa no habría sumado la victoria si Tabak hubiese apostado por mantener sobre el parqué a un Omar Cook que cuajó, no obstante, una actuación más que aseada. El equipo requería de otra velocidad, necesitaba soltarse los corsés para cambiar la dinámica del choque y Heurtel, en eso, no tiene rival. Al igual que sucedió en el último duelo frente al CSKA, el timonel galo cuajó un último cuarto descomunal, al alcance de muy pocos jugadores. Y ante todo evidenció que se siente en su salsa cuando lo único que se le exige es que salga a divertirse. Entonces se olvidan sus frustrantes pérdidas, su caótica dirección, sus aparentes instantes de desconexión y sus discutibles decisiones. Y aparecen las asistencias y las jugadas imposibles.
Cuartos para enmarcar
Los dos últimos cuartos que ha protagonizado en esos partidos Heurtel han sido para enmarcar. Ante los rusos, aunque no sirvió a la postre de nada tras el lacerante arbitraje que condenó de manera definitiva las opciones de supervivencia baskonistas, firmó 17 puntos en esos diez minutos finales. En Fuenlabrada no llegó tan lejos, pero sí lo suficiente como para acabar con la brava resistencia del equipo madrileño. Heurtel anotó 13 puntos, repartió varias asistencias, ganó el partido y refrendó la impresión de que su papel debe ser precisamente ese, el de desatascador.
Queda por ver hasta dónde llega en la ACB este Laboral Kutxa con los bases de los que dispone. Será fundamental que Tabak consiga sacar el máximo jugo de Cook, pues parece destinado a asumir el peso principal de la dirección, pero al menos el croata ya sabe cómo puede hacer que Heurtel rinda. El francés se maneja mejor en un estado salvaje que sometido a las normas de la disciplina. Quedó claro en el Fernando Martín. En el segundo acto del encuentro, el propio Tabak tuvo que retirarlo a los pocos minutos de haberle dado entrada porque no dio una. Pero al final, cuando requirió de un valiente que saliera a la desesperada, el francés dio un paso al frente para sumar un triunfo valioso, por las dificultades que planteó el rival, y dejar claro cuál debe ser su papel en este equipo.

24/4/13

Los clubes ACB se unen para acabar con los arbitrajes sospechosos en la Euroliga


Real Madrid, Barcelona y Baskonia han mantenido en estas últimas semanas contactos en esta línea / La incendiaria reacción del presidente del Panathinaikos tras el primer duelo de su serie impulsó las conversaciones



Es muy probable que el atropello que sufrió el pasado viernes en el Caja Laboral no fuera más que la consecuencia de una concatenación de errores humanos de los tres colegiados encargados de dirigir el cuarto encuentro de la serie de cuartos de final que enfrentaba al equipo vitoriano y al CSKA de Moscú, pero el hecho de que hubiera quien se lo temía invita cuando menos a la reflexión. Tanto en las oficinas del Buesa Arena como en las altas esferas de los otros dos grandes clubes del baloncesto español, el Real Madrid y el Barcelona, lo veían venir. Habituados a los sospechosos arbitrajes que de tanto en cuanto se producen en las fases definitivas de la Euroliga, las directivas de las tres entidades mantuvieron contactos en los que se llegó a tratar la búsqueda de alguna fórmula para evitar de cara al futuro este tipo de situaciones, en las que casi siempre salen beneficiados los mismos.

La llama de la sospecha se encendió a raíz de las altas temperaturas y declaraciones salidas de tono que se produjeron a la conclusión del primer duelo del play off que aún enfrenta a Barcelona y Panathinaikos por una plaza en la Final Four. El máximo mandatario de la entidad ateniense, Dimitris Giannakopoulos, se salió del tiesto con unas gravísimas acusaciones hacia los árbitros que en el seno del Barcelona se interpretaron sin género de dudas como un claro intento por calentar la serie de cara a los dos encuentros que debían disputarse en el OAKA. Fue en ese punto donde se encendió la hoguera de las sospechas y comenzaron las conversaciones entre los clubes ACB, conscientes de que desde un punto de vista estratégico a la Euroliga, también foco de las iras de Giannakopoulos, no le interesaba contar con tres equipos de un mismo país en Londres.

La sombra de la sospecha, en todo caso, sobrevuela siempre sobre las mismas cabezas. Y en el baloncesto europeo existen pocas dudas sobre cuáles han sido siempre los grandes beneficiados por todos las catástrofes arbitrales que a lo largo de los años han puesto en entredicho la higiene de la competición. Fue este y no otro el principal argumento que propició la ruptura con la FIBA a comienzos del presente siglo. Curiosamente, los clubes que abogaban por una competición impoluta, entre los que se encontraba el propio Baskonia y el resto de los representantes de la ACB, se libraron entonces, con la fractura que produjo durante una temporada dos competiciones paralelas, de aquellos que casi siempre han generado las suspicacias: Maccabi, CSKA y Panathinaikos –que al contrario que otros equipos helenos siguió disputando en el torneo auspiciado por la FIBA–. Tras la reunificación, aun con dudas, dio la impresión de que ciertas cosas habían cambiado, pero en los últimos años aumenta la sensación de que no tanto.

A la Euroliga, un organismo que en otras muchas cosas representa un ejemplo de gestión y planificación, le cuesta sacudirse esas eternas sospechas en torno al arbitraje y los tratos de favor que reciben determinados equipos. La semana pasada, sin ir más lejos, el organismo que preside Jordi Bertomeu impuso una sanción ejemplar al presidente del Panathinaikos tras las incendiarias declaraciones que profirió contra los colegiados y la propia organización. Cabe preguntarse si los 150.000 euros que deberá abonar por esa salida de tono le saldrían a cuenta o no, pues a punto estuvo el equipo ateniense de apear al Barça de la Final Four en el insoportable ambiente que se generó en el OAKA, donde pasó de todo, donde se vieron cosas que en otras canchas, por mucho que asegurara Messina, no se ven ni se verán.

Encerrona en el OAKA

Megáfonos con sirenas que emulaban el sonido de fin de posesión, punteros láser con los que la grada trataba de molestar a los pupilos de Xavi Pascual, petardos y bengalas son algunos de los utensilios con los que la hinchada del Panathinaikos generó una atmósfera electrizante que, sin embargo, no bastó para cerrar la serie. Sí ha bastado, en cambio, para que la Euroliga incoara un expediente disciplinario que puede convertirse en una nueva sanción para la entidad helena y que genera cierto temor en el entorno del Caja Laboral. Esa mano dura que parece querer imponerse puede acarrear también un castigo para el club gasteiztarra, siempre que el juez único estime como suficiente motivo de castigo el lanzamiento de objetos –en su mayoría papeles, pero también botellas de plástico y fruta– que se produjo en el infausto encuentro del viernes.

Los que parecen quedar libres de cualquier castigo son siempre los colegiados. Christodoulou, Ankarali y Vojinovic no han recibido siquiera una reprobación pública, a pesar que dentro de la propia Euroliga se ha reconocido su escaso acierto en el encuentro del viernes. Queda por ver si recibirán alguna sanción. La directiva que preside Josean Querejeta, de hecho, aspira a que reciban un escarmiento que pueda servir como aviso a navegantes para el resto del colectivo. De hecho, en el informe que el club ha remitido al organismo que preside Jordi Bertomeu se expone una idea que ha resultado nuclear en las conversaciones que han venido manteniendo los tres representantes de la ACB en los cuartos de final.

Trabajo en la sombra

De puertas para afuera, se mantiene la discreción. Ninguno de los tres clubes implicados en las conversaciones está interesado en agitar el avispero. El Real Madrid, ya clasificado para la Final a Cuatro del O2, ha mostrado su apoyo al Baskonia tras lo sucedido el viernes, pero prefiere no enemistarse con la Euroliga. En la misma situación se encuentra el Barcelona, que mañana disputa en el Palau el quinto y definitivo encuentro de cuartos ante el Panathinaikos. Con todo lo que se ha vivido en esta eliminatoria –y a pesar de que los catalanes impulsaron la ronda de contactos–, no parece el momento adecuado para alimentar la polémica.

Josean Querejeta también parece reacio a expresar el poso de indignación y malestar que produjo el atropello del cuarto partido ante el CSKA. Teniendo en cuenta que aún aguarda un posible castigo económico por los incidentes y con el recuerdo fresco de la cuantiosa multa impuesta a Giannakopoulos, el máximo dirigente del club vitoriano se mostró prudente al extremo en sus declaraciones tras el partido. Aunque eso no quita para que de puertas para adentro, en contactos directos con un Jordi Bertomeu al que de lejos le une una estrecha relación, haya expresado su enojo por lo acontecido. Más allá de los graves errores que salpimentaron el concierto de pito, dolió mucho la actitud altiva y provocadora del trío arbitral comandado por el griego Christodoulou.

El pasado ya no puede cambiarse. Ni lo sucedido el viernes ante el CSKA en el Buesa Arena ni los numerosos desmanes que a lo largo de las décadas han manchado la imagen de la máxima competición del baloncesto continental. Pero puede trabajarse para lograr un futuro mejor y más justo. En esa misión se han embarcado Real Madrid, Barcelona y Baskonia.

18/4/13

No en el Buesa

El Baskonia se hace fuerte en su feudo y pisotea al poderoso CSKA para forzar un cuarto partido / El apoyo de la grada resulta clave / Nemanja se reivindica


El CSKA va a tener que sudar para rematar una serie que parecía haber dejado vista para sentencia en los dos primeros duelos. Va a tener que sudar mucho además. El Caja Laboral sacó las garras ayer en el tercer asalto. El equipo de Zan Tabak recuperó el orgullo y se sacudió los miedos y el excesivo respeto al todopoderoso rival moscovita para darse un festín a costa de un rival que creía tenerlo hecho.

Es posible que los rusos sigan manteniendo el cartel de favoritos, por potencial y por sensaciones globales de los tres envites, pero el conjunto vitoriano ha resucitado a tiempo. Apoyado en un público entregado y determinante, que generó un ambiente hostil que acabaría por fagocitar al CSKA, el cuadro azulgrana mandó un mensaje muy claro: para ganar en el Buesa Arena hay que ofrecer mucho más.

El Caja Laboral recuperó las señas de identidad que han hecho grande a este club. Los pupilos de Tabak derrocharon la entrega y la confianza que se echó en falta en Moscú y pisotearon al que probablemente sea el mejor equipo del continente. El Caja Laboral fue por fin el Caja Laboral. El Caja Laboral fue el Baskonia. El plantel que tantas suspicacias ha generado, se puso el traje de gala y ofreció una respuesta en la que no demasiados creían. Disipó de un plumazo las dudas desde el arranque.

El técnico croata supo aprovechar los días de descanso de los que dispuso para preparar el tercer asalto. El quinteto que entró de inicio dejó aparcadas las dudas y saltó a la yugular de un CSKA que se vio sorprendido por el elevado nivel de intensidad que fijó el Baskonia Los rusos, como el partido, duraron el tiempo que fueron capaces de aguantar el empuje baskonista.

Tabak da un paso al frente

Tabak supo responder a lo que se le exigía, buscó algunas variantes y ayer sí ganó la batalla táctica. El trabajo de desgaste de Cook, Causeur y Nocioni, que tiraron del equipo en un primer cuarto que se cerró más ajustado de lo que marcaron los méritos de uno y otro equipo (15-14), encontró la rubrica en la genialidad de un Nemanja Bjelica que tenía muchas ganas de reivindicarse y ofreció un auténtico recital.

En un segundo acto de alto voltaje, en el que se señalaron tres técnicas (Nocioni, Teodosic y Tabak) y las gradas del Buesa Arena ardieron como en las grandes citas de antaño, el Baskonia sacó a relucir la garra y la agresividad que ha sabido mostrar cada vez que se ha encontrado en una situación límite. Y la de ayer sin duda lo era.

Bien dirigido por un Heurtel que retrató la edad de Papaloukas con varias acciones que levantaron al público de los asientos y con Nemanja a un nivel al que muy pocos jugadores del continente pueden siquiera aspirar a llegar, el cuadro azulgrana dinamitó el partido. Al descanso, de hecho, ya estaba todo resuelto (43-24).

Quedaban veinte minutos por delante y sobrevolaba la incógnita de saber qué nivel de hambre mostraría el equipo ante un CSKA que parecía pensar más en el encuentro de mañana que en el que se estaba jugando. Nadie se dejó llevar. Más bien al contrario. El conjunto vitoriano mostró un nivel de compromiso y de ambición sublimes. Olió sangre y no soltó a la presa hasta el último cuarto, cuando Tabak se permitió el lujo de ofrecer unos minutos de recompensa a Jelinek e incluso a Calbarro.

Un triple de un Milko Bjelica ayer soberbio nada más arrancar el último acto estableció la máxima renta baskonista (73-39).  El Buesa Arena bramó orgulloso. El primer triunfo estaba ya en el zurrón. El lujoso CSKA mordía el polvo, probaba la medicina que a lo largo de los años han tenido que tragar otros muchos cuando han visitado el coliseo de Zurbano con altanería o aires de superioridad.

La de mañana será otra película. El rival sigue teniendo ventaja y al Baskonia no le queda margen de error. Aunque quizá por eso, por su proverbial capacidad para revolverse como un gato acorralado cuando se encuentra sin opciones, merezca la pena conceder crédito a un equipo que en Moscú parecía haberlo perdido por completo. Esto, no en vano, no es Moscú. Esto es el Buesa Arena. Y ayer al CSKA le quedó muy claro.

17/4/13

Un virtuoso en la pintura

NENAD KRSTIC, EL JUGADOR MEJOR PAGADO DEl viejo continente, ESTÁ HACIENDO MUCHO DAÑO AL BASKONIA


EN un equipo como el CSKA resulta difícil quedarse con una sola pieza, pero entre los numerosos talentos de los que dispone Ettore Messina hay uno que brilla con luz propia por su condición de rara avis. Ya no hay demasiados pívots como Nenad Krstic (Kraljevo, Serbia, 1983) en el baloncesto mundial. Se han extinguido los interiores con sus fundamentos en el poste bajo, su facilidad para anotar y su juego de pies. Por eso quizá no deba extrañar que el serbio, que ya evidenció su clase durante siete campañas en la NBA, se haya convertido en el jugador mejor pagado del Viejo Continente.

Messina puede permitirse el lujo de dosificar a un jugador que está haciendo mucho daño al Caja Laboral en la serie que esta tarde vivirá su tercer episodio en el Buesa Arena. En una plantilla sobrada de piezas en todas las posiciones, que cuenta hasta con cinco pívots internacionales más las ayudas puntuales de un Khryapa que suele actuar como cuatro, a Krstic se le permite bailar. Otros hacen el trabajo sucio, mientras que a él le toca dar el golpe de gracia al rival desgastado. Y en esta eliminatoria lo está haciendo.
Krstic ha preferido vivir su madurez en Europa a pesar de las ofertas que ha recibido de equipos de la NBA, donde ya llegó a brillar
Ante un Baskonia que padece sobremanera las limitaciones de un juego interior con deficiencias estructurales, el serbio apenas está sufriendo para lucir. Kaun y Erceg, los titulares en los dos primeros partidos, se encargan de la labor de zapa para que Krstic, que percibe cerca de cuatro millones de dólares por temporada, lidere a una segunda unidad que en cualquier otro equipo de Euroliga sería considerada un quinteto titular de lujo.
Sus números atestiguan la influencia que está teniendo en el devenir de la serie. Promedia 16 puntos, 3,5 rebotes y una valoración de 18,5 sin necesidad de tener que estar en cancha más de veinte minutos. Siempre bien escoltado, la presencia de un jugador por el que beben los vientos varios equipos de la NBA que malviven sin un cinco de garantías está desequilibrando un duelo que ya de por sí nació desequilibrado ante la desproporción presupuestaria que separa a ambos contendientes.
La endeblez de Milko Bjelica, el absentismo de Nemanja en los dos primeros partidos y la ternura de un Tibor Pleiss castigado en exceso por los árbitros ha dejado a Maciej Lampe solo ante la manada de poderosos interiores del CSKA. Sin embargo, apenas está habiendo oportunidades para gozar del ansiado duelo entre dos de los postes ofensivamente mejor dotados del continente. Otros se ocupan de picar y poner las banderillas al polaco antes de que Krstic tenga que verse las caras con él. El viernes, sin ir más lejos, en su primer encontronazo lo mandó al banquillo con tres faltas. El desnivel en la zona se está revelando determinante en la eliminatoria.
Hoy Krstic tratará de asestar la puntilla al equipo azulgrana. El jugador mejor pagado de Europa, incluido en el segundo mejor quinteto de novatos de la NBA en 2005, que hizo grandes números en los Nets, fue importante en los Thunder de Kevin Durant y apenas pudo hacerse un hueco en los Celtics de Rajon Rondo, Ray Allen, Paul Pierce y Kevin Garnett, querrá ofrecer lo mejor de su repertorio en la pista de baile del Buesa Arena. Si le dejan, resulta poco probable que el Baskonia pueda llegar vivo al viernes.

El último desafío de Kobe

La estrella de los Lakers se enfrenta al reto de volver a las canchas tras sufrir una rotura del tendón de Aquiles / A sus casi 35 años, muchos piensan que jamás podrá a ser el mismo, pero su genética de competidor lo empuja a reducir plazos para volver a la carga



Lo había hecho cientos de veces antes. Miles. Marca de la casa. Encara a su defensor, dribla hacia un lado y carga con fuerza todo el peso hacia la pierna contraria. Normalmente, deja al rival sentado. También en esta ocasión habría superado a Harrison Barnes. Buscó el contacto con el defensor, apoyó su hombro en el pecho del rival, encontró el espacio y trazó la salida hacia la izquierda. Un movimiento casi automático que suele concluir en canasta, pero esta vez se escuchó un chasquido, un sonido seco, funesto, y Kobe se desplomó.

El tiempo se detuvo en el Staples Center. El hombre que se había atado a los Lakers a la cintura y los ha conseguido arrastrar a unos playoffs que tenían ya casi asegurados se retiraba con gesto de dolor. El cielo se nubló. Un manto de negros nubarrones se cernió sobre el cielo de Los Ángeles. Y las pruebas médicas a las que fue sometido confirmaron los peores augurios. Tenía el tendón de Aquiles roto. Pronóstico claro: entre seis y nueve meses de baja.

Aún tuvo tiempo de prestar un último servicio a una causa para la que ha luchado casi en solitario. Lanzó dos tiros libres y se marchó al vestuario. A Kobe se le acababa de romper el tendón de Aquiles; a los Lakers, el alma. Buena parte de las esperanzas de la franquicia angelina -si no todas- se marcharon por el retrete cuando se confirmaron los presagios más pesimistas. Sin su gran estrella, la franquicia angelina tendrá muy pocas opciones en las eliminatorias por el título. No tardaron mucho en aparecer los agoreros. En cuestión de horas ya había quien se atrevía a hablar de retirada anticipada. Sin duda, gente que pasa por alto el genotipo competitivo de un hombre que se ha mostrado capaz de superar todos los retos y que, tras la rabia inicial, se ha fijado el objetivo de superar uno más, uno mayúsculo.

“Cuando sucede algo como esto, todo el mundo quiere saber por qué, pero no siempre hay una razón o un porqué. Algunas veces es sólo mala suerte”, manifestó a las pocas horas de conocerse la lesión Gary Vitti, el preparador físico del equipo de Mike D’Antoni. Sin embargo, a veces la mala suerte se busca. En ocasiones se flirtea con la desgracia. Un organismo puede llevarse al límite. Kobe, y los técnicos de los Lakers que se aferraban a su fe como un clavo ardiendo, lo han hecho estas últimas semanas.

El tendón de Aquiles saltó por los aires ante los Warriors. Pudo haberlo hecho mucho antes. The Black Mamba, en su afán por evitar el escarnio que habría supuesto quedar fuera de las eliminatorias por el título, estaba asumiendo un esfuerzo sobrehumano. Estaba a punto de completar su octavo cuarto consecutivo sin descanso. Los siete anteriores había interpretado su papel de salvador. Dos días antes, frente a los Blazers, superó su mejor marca anotadora del curso (47 puntos). Antes de caer lesionado, en los primeros 45 minutos del choque ante los Warriors, añadió otros 34 para completar una trayectoria que le ha valido un título póstumo de mejor jugador de la semana en la Conferencia Oeste. Pero todo tiene un precio. Y aunque su lesión pueda achacarse a la fatalidad, quizá también haya podido influir el hecho de que en los siete últimos partidos promedió casi 46 minutos sobre el parqué.

Un drama en púrpura y oro

El fatal desenlace de esta cruzada en la que el escolta de Philadelphia se había embarcado no hace más que rematar la trágica travesía por el desierto que han soportado los Lakers desde que arrancó la temporada. Lo que en verano se apreciaba como un plantel diseñado para ganarlo todo, con cuatro grandes estrellas reunidas en un mismo vestuario y el mayor presupuesto en salarios de la competición, ha terminado por convertirse en un drama. Lo que de inicio se antojaba un gran equipo sin ensamblar, percepción que le costó la cabeza a Mike Brown, ha acabado por transformarse en una fatalidad palpable. Los Lakers, más allá del infortunio de las lesiones, no han acabado en ningún momento de funcionar como equipo. Y la llegada de D'Antoni, el tercer técnico del curso tras la aseada labor como interino de Bernie Bickerstaff, no sirvió de antídoto a los males. Más bien al contrario.

Ni el más malicioso de los guionistas de Hollywood habría sido capaz de diseñar una temporada tan aciaga. El mismo equipo que generó debates en verano en torno a la conveniencia de reunir a tantas figuras en una misma plantilla por el desequilibrio que podía generar en una liga que tiende siempre a evitar este tipo de desniveles, confeccionado para plantar cara a los Heat de Lebron, Wade y Bosh, se convirtió en una caricatura, en una fuente inagotable de desgracias, casi todas en forma de lesiones.

Bryant es en realidad el último que ha caído. Antes que él han ido desfilando por la enfermería el resto de puntales del equipo. Pau Gasol, que ha padecido varios problemas físicos, se ha perdido un total de 33 partidos. Nash, que sigue en la lista de bajas, 30. Dwight Howard, que empezó la temporada a medio gas tras su intervención quirúrgica en la espalda, también faltó de manera intermitente a raíz de unos problemas en un hombro. Y Metta World Peace, a pesar de su biónica velocidad de recuperación, tampoco se ha librado del descanso forzado. Además, un par de problemas musculares han mantenido a Steve Blake fuera de las canchas durante 37 encuentros y Jordan Hill continúa de baja desde hace casi tres meses

Con el traje de superhéroe

Kobe se enfundó el traje de superhéroe para combatir todas estas penurias. Quiso ser padre y madre. Se impuso la obligación de cubrir las ausencias y pensó que su talento y ambición bastarían para ocultar los evidentes problemas de adaptación y juego que ha mostrado el plantel angelino. Quería guiar a los Lakers a los playoffs. The Black Mamba aceptó el reto de enfrentarse al destino, a la fatalidad, a los golpes que habían convertido lo que parecía un proyecto ganador, una plantilla confeccionada para ganar el anillo, en una dramática broma de mal gusto. Eternamente comparado, muchas veces despreciado injustamente, el jugador más competitivo que ha conocido el baloncesto en la última década, se conjuró para evitar el ridículo que habría supuesto quedar fuera de los ocho mejores equipos de la Conferencia Oeste.

Camino de los 35, edad que alcanzará en agosto, Kobe deberá permanecer al menos hasta el arranque del próximo curso en el dique seco. Su edad ha propiciado que los agoreros, los haters a los que él mismo desafió a través de su cuenta de twitter, salieran a la palestra para preconizar su retirada, para aventurar que jamás volverá a ser el que fue, el que ha sido, el que es y el que será. Sin embargo, la edad no resulta un argumento de peso para un tipo que hace gala como muy pocos deportistas en este planeta de una capacidad inhumana para competir, para superar los retos, para mantenerse en la brecha. Los números de esta campaña, la decimoséptima para él en la élite, así lo refrendan. Ha mejorado casi todas sus estadísticas con respecto a los anteriores cursos. Tan sólo en puntos (27,3 por los 27,9 de la 2011/2012) está por debajo. Ha crecido en asistencias (6 por partido), robos (1,4) y rebotes (5,6), y lo ha hecho además con mejores porcentajes tanto de dos (46,3%) como de tres (32,4%).

Todo por evitar el ridículo de quedar fuera de los playoffs. Todo por ahorrarse esa sensación de mediocridad que tan poco encaja con él y que ya experimentó en una ocasión. Fue en la campaña 2004-2005. Shaquille se había marchado de Los Ángeles y Kobe se quedó solo ante el peligro. La franquicia californiana contaba con una plantilla de medio pelo, con Chuky Atkins, Caron Butler, Lamar Odom y un Vlade Divac de 37 años rumbo a la retirada. Eran los Lakers de Medvedenko. Entonces Kobe, que jugó más de 40 minutos por cita para evitar lo inevitable, se conjuró para que no volviera a suceder.

Quizá por eso le resultó imposible contener las lágrimas cuando entró al vestuario. Sabía que, pasara lo que pasara en los últimos partidos, él se quedaría fuera. Se volvería a perder los playoffs. Lloraba la rabia, la impotencia, el agotamiento de varios meses de pelea casi en solitario contra el mundo.

"En general, este tipo de atletas de primer nivel atraviesan un periodo inicial de rabia", exponía Vitti en declaraciones a Los Angeles Times. "Pero no dura mucho. En seguida, cuando lo superan, comienzan a preguntar cuál es el camino más rápido para poder estar de vuelta". A Kobe no le costó demasiado alcanzar este segundo estadio. No quiso perder tiempo. Pasó por quirófano tan pronto como fue posible. Cuanto antes iniciara el proceso de recuperación, antes volvería a las canchas. Su mente funciona así. En ningún momento pasó por su cabeza la idea de la retirada. No van con él lo de arrojar la toalla. "Hablamos de un espíritu competitivo único. Es un jugador excepcional", manifestaba Jeff Van Gundy, antes entrenador y ahora comentarista de la CNN.

Kobe Bryant, el chico que dio el salto desde el instituto a la NBA cuando casi nadie lo hacía, el tipo que anotó 81 puntos -segunda mejor marca de la historia tras los 100 de Wilt Chamberlein- ante los Raptors, el primero en cargar la pesada losa del heredero, afronta ahora un nuevo reto. Y eso le pone. Aunque sólo sea por cerrar algunas bocas, volverá. Se enfrenta a su último desafío.

14/4/13

Basket de dos velocidades

El Caja Laboral recibe un severo correctivo y se muestra impotente ante un CSKA muy superior


Podrían hacerse miles de lecturas de lo que ayer ocurrió sobre el parqué del Universal Sports Hall de Moscú. Habrá quien hable de falta de compromiso, de mala dirección desde el banquillo o de desatino a la hora de tomar las decisiones tanto en defensa como en ataque. Pero existe una versión que no admite ningún tipo de debate: la que responde a la abismal diferencia de nivel que ahora mismo separa a las plantillas de ambos equipos.

El Caja Laboral recibió un nuevo correctivo en la pista de un CSKA todopoderoso, casi intocable y que parece decidido a cerrar la eliminatoria por la vía rápida. A pesar del patente crecimiento anímico que en cuestión de horas parecía haber experimentado el equipo, que saltó a la cancha con apetito de revancha y mucha más confianza en sus posibilidades, la realidad acabó por situar a cada uno en su lugar. El combinado baskonista, que ofreció un primer cuarto que invitaba a soñar con gestas pretéritas, terminó estrellándose contra un muro y sumando una segunda derrota que, más que nada por las formas, empuja incluso a pensar que, si no cambian mucho las cosas, el miércoles se dará por cerrada la meritoria andadura del conjunto de Tabak en la Euroliga.

El técnico croata deberá revisar en el baúl de sus recursos para encontrar algún revulsivo que varíe el guión de una batalla en la que Ettore Messina se está manejando con mucha comodidad. Lo de siempre ya ha quedado claro que no basta. Y apenas se apreciaron correcciones tácticas entre el primer y el segundo partido. El CSKA explotó sus bazas, sacó enormes réditos a su superioridad física y al fondo de armario sin que se viera que en el banquillo visitante fueran a ofrecerse recetas originales para tratar de modificar los parámetros que regían un duelo en el que el conjunto vitoriano volvió a despeñarse por un precipicio.

Sí funcionaron, al menos de inicio, las artes de psicólogo que tanta falta le hacían a la plantilla azulgrana tras el baño de realidad del miércoles. Tabak supo aprovechar el tiempo para recuperar anímicamente a sus pupilos, que encararon los primeros minutos con sangre en los ojos y una aparente obsesión por devolver el golpe recibido. Con un quinteto en el que Causeur suplió en el puesto de escolta al capitán San Emeterio, bien dirigido por Cook y con Lampe como gran amenaza interior, el Baskonia encontró cierto equilibrio y logró incluso marcar el ritmo de juego en los compases iniciales.

La amenaza del poste polaco en la pintura obligaba al CSKA a cerrar la defensa y eso generaba espacios y tiros abiertos que el Baskonia ayer sí supo aprovechar. Hasta cuatro triples logró anotar en este primer acto el equipo azulgrana, cuya actividad defensiva impedía que el cuadro ruso anotara con sencillez. Cook, con dos, Nocioni y Lampe abrieron brecha desde el perímetro. Una canasta del osado Causeur estableció la máxima renta (12-21) justo antes de que todo el invento se viniera abajo.

Tabak arriesgó en exceso y lo pagó. Mantuvo a Lampe en pista con dos faltas y Messina supo leerlo. Dio entrada a Nenad Krstic y en su primer baile bajo canasta logró forzar la tercera del polaco y además anotar. Quedaba más de media hora de partido y el conjunto vitoriano se quedaba sin su principal argumento ofensivo. Aun así, supo mantener el tirón y cerrar con la cabeza alta un primer cuarto que marcaba el rumbo a seguir para aspirar a llevarse el partido (20-26).

Apagón

A partir de ahí se apagaron las luces. El Caja Laboral se desmoronó por completó. Se derritió como un cubito de hielo al sol ante la potente rotación del CSKA. Papaloukas, Micov y Jackson mantenían el nivel mientras la entrada en pista de Heurtel coincidía con el desplome absoluto. Con Lampe reservado y Nemanja Bjelica desaparecido en combate por segundo partido consecutivo, irrumpió la oscuridad. El Baskonia sudaba sangre para producir en ataque, pero San Emeterio, tan obstinado como valiente, trataba de mantener las constantes vitales del equipo y el partido se mantenía abierto al descanso (44-37).

Quedaba por ver si el equipo azulgrana dispondría de la fortaleza mental para dar la respuesta que exigía la cita. Y una vez más quedó claro que no la tiene. El CSKA adquirió velocidad de crucero y el Baskonia deambuló por la pista como un boxeador sonado, sufriendo un doloroso castigo que por momentos llegó a rozar la treintena de puntos.

El equipo de Messina se apunta el segundo punto y deja la elkminatoria vista para sentencia. No da la impresión de que Tabak pueda esta vez ejercer su asombrosa capacidad para obrar milagros. Pero la serie vuela ahora hacia Vitoria. A eso se agarra el baskonismo. Habrá que ver si el abrigo de la hinchada azulgrana basta para reducir las insondables distancias que hoy por hoy se aprecian entre ambos equipos.

11/4/13

Más difícil todavía

El Caja Laboral se desmorona en el Universal Sports Hall de Moscú ante un CSKA que gana sin apretar el acelerador


Había acudido la plantilla del Caja Laboral envalentonada a Moscú y salió del primer duelo de la serie de cuartos con un buen golpe en los morros. El CSKA sacó pecho ayer ante los pupilos de Zan Tabak. La mejor plantilla del continente le recordó al combinado azulgrana que tendrá que dar mucho más, todo lo que tiene e incluso algunas cosas que no tiene, para poder siquiera competir por obtener la plaza en la Final Four por la que las gestas pretéritas han concedido el derecho a soñar.

Ayer, en un partido que duró apenas cinco minutos, que se resolvió antes de que parte de los aficionados que habían acudido al Universal Sports Hall ocupara su localidad, el conjunto azulgrana recibió un baño de realidad que no hace sino mostrar el verdadero nivel de dificultad que encierra la misión a la que con tanta ambición se ha lanzado. A medio gas, sin pisar a fondo el acelerador, el equipo del Ejército Rojo se apuntó una victoria que en cualquier caso marcó distancias mucho mayores a las que reflejaba el marcador final.

A este Caja Laboral de las dos velocidades, desconcertado y desconcertante, le faltan casi siempre arrestos para mantener la compostura cuando las cosas vienen mal dadas. Y en el primer duelo de esta eliminatoria vinieron torcidas casi desde el salto inicial, en el que Kaun se impuso a Maciej Lampe en lo que parecía una predicción de lo que iba a suceder durante los siguientes cuarenta minutos en las zonas. Todo el caudal de confianza que había acompañado a Moscú al equipo se fue por el sumidero en cuanto quedó claro que nadie iba a ser capaz de ponerle un cascabel a Teodosic. La comodidad con la que el timonel serbio generaba puntos en primera y tercera persona, unido al pésimo nivel de acierto que mostraba el conjunto baskonista en ataque (1 de 11 en triples en la primera mitad), propició que surgieran las dudas y que todo el invento se viniera de repente abajo.

Tabak, en su versión más conservadora, dejó bien claro desde el principio que no era un partido para experimentos. El preparador croata compuso por primera vez un quinteto en el que figuraban los jugadores a los que se suponía que correspondía la responsabilidad de tirar del carro. Cook, San Emeterio, Nocioni, Nemanja y Lampe partían con la misión de establecer el listón de la competitividad y fallaron con estrépito.

Justo en un enfrentamiento en el que el cuadro baskonista necesitaba sumar el mayor número de piezas posible para competir con el desorbitante fondo de armario moscovita, fueron algunos puntales los que fracasaron. Cook se mostró en todo momento incapaz de frenar a Teodosic, San Emeterio se vio muy superado por Weems, Nemanja se borró tras firmar un arranque bochornoso y Lampe resultó atropellado por la contundencia de Kaun y la infalible calidad de Nenad Krstic, que hicieron y deshicieron a su antojo en la pintura. Sólo Nocioni, una vez más, dio la cara. Pero con eso no bastaba para contener a un rival que cuenta con un sinfín de jugadores sobrados de talento y despliega un baloncesto eficaz y mucho más brillante que en anteriores épocas de Messina.

Así las cosas, tras alcanzar el descanso con 15 puntos de desventaja (50-35), quedaba por ver si el Baskonia sería al menos capaz de sacar a relucir el carácter y el orgullo. Ni lo uno ni lo otro. A pesar de la irrupción en escena de un Causeur valiente y comprometido, que remó muchas veces solo, el CSKA se manejó con una hiriente comodidad a una victoria que a todas luces parecía hecha desde el primer acto.

El maquillaje final, tan fruto de la relajación del anfitrión como del intento a la desesperada de las tropas baskonistas por evitar un resultado sonrojante, no puede ocultar la realidad de un partido en el que quedó muy claro cuál es el grado de exigencia en el que se va a mover la serie. El Caja Laboral deberá poner más, mucho más, para soñar siquiera con ganar un partido. En apenas unas horas, el equipo debe demostrar que lo de ayer fue tan sólo un tropiezo achacable a la inexperiencia de una plantilla tan verde todavía como la camiseta con la que cedió la primera derrota.

9/4/13

Tabak mantiene la exigencia


El hambre de gloria del técnico croata sostiene las esperanzas de un equipo que afronta un reto mayúsculo en los cuartos de final de la Euroliga



Zan Tabak se consagró ayer como icono baskonista. En un gesto que quizá haya podido pasar un tanto desapercibido ante todo lo que se está hablando en torno al duelo entre Caja Laboral y CSKA en los cuartos de final de la Euroliga, el técnico croata se encargó de fijar el listón de la exigencia en parámetros que no deberían rebajarse bajo ningún concepto. Un compañero preguntó en la sala de prensa del Buesa Arena sobre la diferente óptica con la que en teoría encaran la serie ambos equipos. En la pregunta parecía ir implícita la constatación de que el equipo azulgrana ya ha cumplido porl el mero hecho de colarse en el Top 8 y fue el propio Tabak quien reaccionó para recordar las señas de identidad de un club que ha forjado su grandeza a base de superar obstáculos que de antemano parecían insalvables.

“No podemos acudir nunca a un partido pensando que no pasa nada si perdemos. El Baskonia no es así”, terció el preparador balcánico. “Cuando me dieron este trabajo acepté el reto de ser entrenador del Baskonia y creo que el Baskonia nunca puede entrar en una cancha diciendo que no tenemos nada que perder. No somos un club así. Sin importancia de la plantilla que tengamos, no podemos ir a un partido pensando que no pasa nada si perdemos. Hay un nombre por detrás y una historia que cuando saltas a una cancha debes proteger. Por eso no puedo aceptar este tipo de actitudes”, añadió.

Estoy convencido de que sus palabras supusieron un bálsamo para el baskonismo, desde las altas instancias del Buesa Arena a los aficionados de a pie. Este equipo no puede permitirse perder la exigencia, que ha sido seña de identidad y motor. A nadie se le escapa que la dificultad aumenta cada temporada. La brecha económica con los principales presupuestos, entre los que el CSKA figura a la cabeza, está ahí. Pero esto es deporte y los rusos no van a jugar con siete. Jugarán con cinco. La empresa se presenta muy difícil, pero no es imposible, ni como mínimo inabordable.

Mucho se ha escrito y hablado sobre el nivel y la capacidad para desconectar de la actual plantilla. Es probable que, a simple vista, el colectivo azulgrana no parezca tan deslumbrante como versiones anteriores. Sin embargo, ¿cuántas de las gestas escritas con letras de oro en las páginas del baskonismo llegaron en situaciones de aparente inferioridad? Yo diría que la mayoría. Y en todas ellas la exigencia sirvió como motor, vehiculó la ambición de un equipo que jamás ponía excusas ante la aversidad. Tabak tampoco quiere hacerlo. Todo lo contrario. En lugar de cobijarse en las limitaciones que puede presentar su plantilla, huérfana de un base contrastado, quizá algo coja en la pintura, se exige y exige.

Hacerse un nombre en Europa

Ayer tuve oportunidad de charlar un rato con Maciej Lampe y su discurso reflejaba que, contra lo que parece un descenso generalizado de la exigencia en el entorno, en el vestuario se tienen las cosas claras. Luego es posible que la calidad no dé, que falten gasolina y mimbres para alcanzar la gloria, pero al menos los jugadores conservan el hambre. El polaco tiene claro que el cuadro baskonista se encuentra ante una oportunidad única. “Podemos hacer algo muy grande, tanto para cada jugador individualmente como para el equipo. Tenemos un equipo muy joven. Es el primer año con toda esta gente. Estoy seguro de que cada uno de nosotros querrá hacerse un nombre en Europa y este es el momento en el que podemos lograrlo”, afirmaba.

Lampe tenía mucha razón. En la actual plantilla del Caja Laboral no hay un solo jugador que haya disputado una Final Four. Tampoco lo había en la plantilla que en 2005 se presentó en Moscú para disputar la primera en la historia del club. Muchas de las figuras que lucen en el retablo de la capilla azulgrana se forjaron su leyenda a base de superar imposibles. No quiero decir con esto que la calidad del equipo no haya bajado. Sólo digo que las esperanzas de la parroquia baskonista sólo pueden sostenerse en un nivel de exigencia externo como el que se ha tenido siempre y en el apetito de gloria los propios jugadores. Causeur, Heurtel, Pleiss o Nemanja son jugadores jóvenes que, como dice Lampe, tienen en su mano la opción de forjarse un nombre. Y no sólo los jugadores. Conviene tener presente que el propio Tabak es un entrenador novato. También se juega su futuro, su prestigio. Su ilusión ha resultado un ingrediente fundamental en la resurrección de un equipo que parecía muerto. Me alivia ver que su nivel de exigencia se mantiene intacto pese a sus pequeñas conquistas. Rebajarlo desde el exterior no ayuda en absoluto al equipo.

8/4/13

Un clásico con poso agridulce

CSKA y Baskonia se han medido en 17 ocasiones en la actual Euroliga, con 13 victorias para los rusos / En su último enfrentamiento, hace tres años, los moscovitas dejaron al Caja Laboral de Dusko Ivanovic sin Final Four


Se ha convertido en un clásico, en un choque de trenes de primer nivel continental. El duelo entre el CSKA de Moscú y el Caja Laboral que acogerán los cuartos de final de la Euroliga a partir del miércoles pasa por ser, sin discusión, uno de los enfrentamientos más atractivos que a lo largo de la última década ha podido verse en esta competición. Aunque no siempre, o más bien casi nunca, el regusto que ha dejado en el paladar del baskonismo ha sido demasiado agradable. Podría decirse que todo lo contrario. Las estadísticas no acompañan las ansias de gloria del equipo de Zan Tabak, que busca una nueva campanada, si bien existen precedentes positivos que han quedado grabados a fuego en la retina de la hinchada azulgrana.


Aquella semifinal en la Final Four de Moscú o el triunfo en la primera visita al Universal Sports Hall de la capital rusa contrastan con otras instantáneas del pasado en las que la mueca reflejaba tristeza, decepción o rabia. En realidad, los números son muy claros. Baskonia y CSKA se han enfrentado desde el nacimiento de la Euroliga en 17 ocasiones y el balance sonríe a los rusos, que se han llevado la victoria en 13 de esos encuentros.
Desde el primer duelo entre ambos equipos, en marzo de 2002, hasta el precedente más fresco, en los cuartos de final de hace tres años, la mayor parte de las ocasiones en las que el combinado del Ejército Rojo se ha cruzado en el trayecto del Baskonia hacia los títulos la resaca ha resultado más bien agridulce. Jugadores como Holden, Siskauskas, Trajan Langdon o Teo Papaloukas, el único de todos ellos que sigue en la plantilla de Ettore Messina, se convirtieron en verdugos de las esperanzas de algunas de las plantillas más brillantes de la historia del club vitoriano.
Un superviviente del primer duelo
De aquel primer duelo, celebrado en el Buesa Arena, sólo queda un superviviente. Un imberbe Andrés Nocioni formaba parte del roster que cayó derrotado en el pabellón de Zurbano por un CSKA en el que por aquel entonces brillaban Turkcan, McCants, Pashutin, el exbaskonista Rubén Wolkowysky y un Gordan Giricek que finiquitó con sus 25 puntos al equipo azulgrana. Junto a Nocioni, en un plantel muy corto de efectivos pero sobrado de talento, formaron Bennett, Scola, Foirest, Sconochini, Tomasevic, Oberto y Corchiani. Un equipazo que en el partido de vuelta de ese Top 16 se cobró la revancha y consiguió la que es, hasta la fecha, la única victoria que ha obtenido el combinado alavés en el Universal Sports Hall moscovita. Lo hizo además con contundencia (73-90), aunque a la postre no bastó para obtener una plaza en la Final Four de Bolonia.
Tendrían que pasar dos temporadas para que se reprodujera el enfrentamiento entre ambos, de nuevo en el Top 16. El primer choque volvió a vivirse en el Buesa Arena. El CSKA, ya con Papaloukas, Monya, Khryapa, Marcus Brown, Holden y el exbaskonista Victor Alexander, se apuntó la victoria. Pero aquel TAU, que contaba con la que muchos señalan como la mejor plantilla de su historia (Prigioni, Calderón, Macijauskas, Vidal, Nocioni, Kornel David, Scola, Splitter y Betts), también quería devolver el golpe en Moscú. No pudo hacerlo. En un partido marcado por la fatalidad, el cuadro ruso fue capaz de remontar los cinco puntos de ventaja con los que contaba el Baskonia a falta de 50 segundos para el final, sumar el triunfo y colarse en la final a cuatro de Tel Aviv. El gesto de Teo Papaloukas, autor del robo y la canasta decisivos, rebanándose el cuello con dedicatoria a la afición vitoriana forma parte también de la lista de hitos de este rosario de duelos.
El TAU tuvo un año después ocasión de disfrutar de la vendetta. Y en esta ocasión resultó especialmente dulce. En la campaña 2004/05 el destino los cruzó en la primera fase, donde el CSKA cumplió con la tradición y se apuntó la victoria tanto en Moscú (88-83) como en Vitoria (81-85), y también en la Final Four. Los cuatro mejores equipos de Europa se citaban en la capital rusa, por lo que el equipo adiestrado por Dusan Ivkovic reforzaba su condición de favorito. La humillación resultó más dolorosa. Un espectacular TAU asaltó el Olímpico y acalló a los miles de aficionados rusos que confiaban en disfrutar del primer título continental del CSKA en más de tres décadas. Macijauskas y Kornel David lideraron a un Baskonia que volvía a una final. No pudo sin embargo con el Maccabi de Baston, Vujcic, Anthony Parker y un Jasikevicius descomunal.
Semifinal en Praga
En la 2005/06, la temporada en la que Velimir Perasovic ocupó el banquillo baskonista, ambos equipos volvieron a cruzarse en el Top 16. Una victoria para cada uno. El CSKA ganó en su cancha y el TAU en el Buesa. Ambos acabarían jugando la Final Fouren Praga. Y esta vez los rusos sí lograron, 35 años después, volver a levantar el trofeo.
Aún se enfrentarían de nuevo en la 2007/08. Ese curso, que se cerró con el CSKA de nuevo como campeón y el Baskonia en la Final Four de Madrid, los rusos se llevaron el triunfo tanto en los dos duelos de la primera fase como en la semifinal. El miércoles volverán a verse las caras. Será la segunda vez que lo hagan en una eliminatoria de cuartos. La anterior tuvo lugar hace tres años, en el último precedente. El CSKA, que había vencido en fase regular tanto en Moscú como en Vitoria, se apuntó la serie tras ganar los dos primeros partidos en casa, caer en el tercero y volver a vencer en el cuarto, celebrado en el Buesa Arena. El irregular Baskonia de Tabak tiene en su mano la ocasión de cambiar el destino y lograr que el poso de estos duelos abandone su tono amargo.
Link a la noticia completa, publicada en Diario de Noticias de Álava

7/4/13

Los tentáculos del gigante ruso


El CSKA, gran favorito al título, cuenta con la mejor plantilla de la Euroliga / Ettore Messina dispone de dos y hasta tres jugadores de calidad para cada puesto

En la Euroliga hay buenos equipos, grandes equipos y luego está el CSKA. El combinado moscovita, gran favorito a alzarse con el cetro continental, se presenta como un obstáculo de dimensiones descomunales en el trayecto que debe seguir el Baskonia en la búsqueda de su quinta Final Four. El sueño del equipo de Tabak de obrar un tercer milagro se topa con el ogro al que todos querían evitar, pero nadie arroja la toalla de antemano. Las tropas azulgranas han cargado los depósitos de autoestima, se han armado de confianza y afrontan lo que hace no mucho podía considerarse como una misión imposible con ambición.
Posible es, desde luego, aunque no resultará en absoluto sencillo plantar cara a un equipo que tiene mucho y casi todo bueno. Ettore Messina dispone de un plantel sobrado de calidad y cantidad. El preparador transalpino cuenta con algunos de los jugadores más determinantes del Viejo Continente. Tiene piezas por duplicado e incluso triplicado para cada puesto y parte con la obligación de, como mínimo, evitar las sorpresas y hacerse con un billete para el O2.
A pesar de la marcha de algunos puntales como Shved, Kirilenko o Siskauskas, el CSKA sigue pudiendo presumir de contar con una de las plantillas más desorbitantes de la Euroliga. Quizá la más. Empezando por el timón, en manos del genial Milos Teodosic, pasando por una línea exterior en la que brillan Sony Weems o Viktor Khryapa y acabando en un juego interior que se corona con la excelsa calidad de Nenad Krstic o la contundencia de Sasha Kaun, el conjunto moscovita aparece en el horizonte baskonista como un oponente temible y sin fisuras, aunque a lo largo de la temporada ha quedado claro que también las tiene.
Los moscovitas combinan la veteranía de viejas glorias curtidas en mil batallas, como el odiado Teo Papaloukas, con la energía de algunos de los valores más firmes del baloncesto ruso, como Vorontsevich o Ponkrashov. Presenta estrellas y finos estilistas, como el eléctrico Aaron Jackson -reclutado del Bilbao Basket a golpe de talonario-, pero también obreros que prestan un valioso servicio a la causa, como el exbaskonista Vladimir Micov o el granítico Dmitry Sokolov. El CSKA tiene de todo. Mucho y bueno. Por eso la eliminatoria de cuartos se avecina tan apasionante como complicada para un Caja Laboral que deberá sublimar el rendimiento de su versión más seria para poder competir ante un rival que ya se ha cruzado en otras ocasiones en su camino hacia las semifinales.
La versatilidad de Khryapa, la calidad de Krstic y el talento de Teodosic sobresalen en un plantel desorbitante
Milos Teodosic maneja los mandos. La estrella de la selección serbia ha madurado. Messina ha sido capaz de sacar todo el jugo a un jugador que ha incrementado su producción estadística con respecto a la pasada campaña. Con el italiano juega más que con Kazlauskas y asume además mayores responsabilidades anotadoras. En todo caso, la mayor amenaza que presenta tiene mucho más que ver con su capacidad para hacer jugar a sus compañeros. Thomas Heurtel y sobre todo Omar Cook tendrán una labor fundamental para la suerte de la serie. Si logran dificultar su tarea, el Baskonia ganará enteros. De lo contrario, si luce a su antojo, el CSKA puede avasallar como una apisonadora a cualquier rival.
Messina, pese a todo, cuenta con otras alternativas. Hay hasta tres bases más en la plantilla que podrían ser titulares u hombres importantes en cualquier otro equipo de Euroliga. Papaloukas ha acabado por hacerse hueco en la rotación. A sus 36 años, el combo heleno ha perdido parte de su chispa, pero conserva su conocimiento del juego y su capacidad para dominar el tempo de los partidos. Jackson ha cedido algo de protagonismo, aunque sigue siendo un arma de incalculable valor para cambiar el ritmo y revolucionar cualquier duelo. Y aún le queda a Messina el arma de Ponkrashov, base titular en la selección rusa y relegado al ostracismo en los últimos duelos. Su corpulencia y capacidad para sacar ventajas al poste ante pares más pequeños representan también un recurso del que el técnico italiano podría echar mano en un momento dado.

En el perímetro también hay piezas muy diferentes que confieren a Messina un elevado margen de maniobra. Más allá de que tanto Papaloukas como Ponkrashov pueden actuar como escoltas, son Weems y Khryapa los que ocupan de inicio las alas. El norteamericano, excompañero de José Manuel Calderón en los Raptors, ya exhibió sus virtudes en el Zalgiris el pasado curso. Sin embargo, su explosión definitiva ha llegado en Moscú. Es una de las principales armas ofensivas de un CSKA al que si hubiera que ponerle un pero quizá podría situarse en la falta de tiradores. Sobre Khryapa hay poco que decir. Es uno de los mejores jugadores del baloncesto europeo. Gran defensor, buen anotador y con un físico especialmente dotado para este deporte, es el tercer jugador que acumula más minutos. En función del rival, si el equipo contrario dispone de interiores móviles y con querencia a merodear la línea de tres como es el caso del Baskonia, suele ocupar la demarcación de cuatro. En ese caso, Micov, otro excelente defensor con el que Nocioni y San Emeterio tendrán un hueso duro de roer, gana minutos.
Dinamita en la pintura
La versatilidad del juego interior supone la guinda de este temible CSKA. Messina cuenta con cuatro jugadores que superan los 2,10 y con un quinto pívot, Vorontsevich, llamado a ser grande aunque su progresión se está viendo en cierto modo eclipsada por la dura competencia. La gran amenaza en la pintura la representa Nenad Krstic. El exjugador de Thunder y Celtics posee el mejor juego de pies de la Euroliga y su talento ofensivo quizá sólo pueda ser comparable cerca del aro al de Maciej Lampe. La diferencia estriba en que Krstic siempre cuenta con un guardaespaldas que se encarga del trabajo menos luminoso. Sasha Kaun, un portento físico que hace mucho daño en el rebote ofensivo, Sokolov o Erceg pueden asumir esta labor, aunque en numerosas ocasiones es el propio Khryapa quien ejerce como acompañante.
Los nombres, a simple vista, asustan. Pero también asustaban, y quizá más, el pasado año y el CSKA volvió a estrellarse y a quedarse sin un título que parecía tener adjudicado de antemano. Ganar en Moscú nunca es fácil, pero tampoco imposible. El Baskonia lo ha hecho, y este mismo curso otros dos equipos de la ACB, el Barça y el Unicaja, han sido capaces de dar la campanada. En la primera fase el equipo de Messina sólo cedió una derrota, pero en el Top 16 ha peleado hasta la última jornada por el primer puesto. Maciej Lampe y Andrés Nocioni marcaron el camino. La receta parece clara. Hay que pelear para conseguir un triunfo en el Universal Sports Hall y después rematar la serie en Vitoria, al abrigo del Buesa Arena. El CSKA es un gigante, pero este Baskonia, al menos en Europa, ha demostrado osadía incluso para pelear contra molinos.

5/4/13

De nuevo en su sitio

El Baskonia cumple ante el Montepaschi y regresa a los cuartos de final de la Euroliga, donde le espera el todopoderoso CSKA



Es probable que dentro de muchos años, cuando el baskonismo eche la vista atrás, quizá se incluya la noche de ayer en la nómina de citas inolvidables que han ido forjando la historia de un club que regresa orgulloso al lugar que le corresponde. El Baskonia volverá a disputar los cuartos de final de la Euroliga. Zan Tabak ha obrado su segundo milagro continental. Con mucho más esfuerzo del que exigía antaño, porque el paso del tiempo no ha sido benigno, el conjunto azulgrana vuelve a colarse entre los ocho mejores equipos del continente. Lo hizo sobre la bocina, sudando sangre y sin la suficiencia de otros tiempos, pero al mismo tiempo con la sensación de haber alcanzando un logro que antes se antojaba sólo un escalón intermedio y ahora un gran éxito.

El Caja Laboral de los altibajos, el equipo bipolar y ciclotímico que tantos disgustos ha regalado a su afición, sacó a relucir su orgullo en el momento de la verdad. Tal y como ha hecho en otras citas claves a lo largo de este curso demencial y desconcertante, emergió su mejor versión justo cuando la situación más lo requería. Sin brillo pero con altas dosis de entrega y sacrificio, cualidades que muchos desligan de la actual plantilla, se sacudió de encima la visita de un Montepaschi a la baja y aprovechó ayudas externas para culminar su objetivo de acceder al Top 8 de la máxima competición del baloncesto continental.

Mucho se ha hablado de la capacidad de este equipo para desconectar, para sufrir cortocircuitos letales, y eso es algo que está ahí, no se puede negar y parece no tener arreglo. Pero también posee este colectivo cierto orgullo que sale a relucir cuando el panorama pinta más oscuro, cuando se ciernen negros nubarrones sobre su futuro. Y además mucho talento. Ayer era una noche idónea para la reivindicación, y algunos jugadores supieron captar el mensaje, asimilar la relevancia de la cita y ofrecer a un Buesa Arena engalanado para la ocasión lo que hacía falta para abreviar las angustias.

Sobre Nocioni, la honradez hecha carne, ni hubo ni hay ni habrá nunca dudas. Pero irrumpieron en escena también otros jugadores que, aun con sus desconexiones puntuales, suelen dar la cara cuando llegan las citas de alto voltaje. En un choque cuya energía acabó por desarbolar los planes y la rigidez táctica de Zan Tabak, el talento de Maciej Lampe y Nemanja Bjelica lo dinamitó todo, cambió el paso por completo.

Reacción devastadora

La irrupción en escena del poste polaco, que bailó sobre la tumba de los entregados interiores del Montepaschi, y más aún de Nemanja, genial en el pase e inteligente en cada acción, quebró la pésima dinámica con la que el cuadro baskonista había estrenado el partido. Tras haber anotado sólo dos puntos en los primeros cinco minutos (2-7), los cambios precipitaron la reacción del equipo de Tabak. Resultó furibunda, devastadora, definitiva. El parcial de 19-4 que se produjo tras la entrada de ambos en el partido supuso la defunción anticipada de un Montepaschi que, pese a que disponía de opciones de acceder a los cuartos de final, bajó los brazos y se resignó a sumar su quinta derrota consecutiva en la competición continental.

Quedaban muchos minutos, pero en el Buesa Arena se empezó a atender más los resultados ajenos que el propio. El último cuarto de hora, aun con las pinceladas de excelente juego que por momentos ofrecieron los pupilos de Tabak, la mente estaba fijada en los duelos del Palau y El Pireo. Llegaron momentos de zozobra, e incluso tras sonar el bocinazo final varios millares de aficionados se quedaron en la grada aguardando los finales en otras canchas. La hinchada azulgrana conservaba la fe. Tenía que ganar el Barça o el Olympiacos. Se hicieron de rogar, pero al final ganaron ambos y en el Buesa Arena se vivió una fiesta.

Los toreros volvieron a la cancha, la música volvió a sonar y la hinchada baskonista, huérfana de excesivas alegrías este curso, festejó que su equipo volvía a estar entre los mejores, en su lugar natural. Tabak ha obrado ya dos milagros. El CSKA espera ahora en cuartos. ¿Por qué no soñar con un tercero?