12/10/12

Balas perdidas

El Baskonia deja escapar en su estreno continental una victoria que tuvo al alcance en el feudo del campeón



Existen algunas canchas en la Euroliga en las que salir con una derrota entra dentro de cualquier previsión lógica. Este adolescente Caja Laboral, que sigue buscando su identidad, estrenó ayer la competición continental con un revés que no es tal en una de ellas, que además es la del vigente campeón, en un duelo de sabor amargo pero de retrogusto esperanzador. En una fase embrionaria del curso en la que todo está aún por escribirse, el combinado azulgrana trazó sus primeros garabatos en el folio en blanco europeo con una mezcla de inmadurez y talento que, pese al resultado, invita a contemplar con optimismo el futuro. En una plaza donde se venera el sacrificio, la fe, el carácter, asistir a ejercicios de desidia como el que el pasado curso soportó la afición vitoriana supone la muerte en vida. Pero la cosa ha cambiado. Porque este equipo, para bien o para mal, tiene por ahora más alma que templanza, más ardor guerrero que orden, mucha más hambre que prudencia.

El Baskonia, que alcanzaba la cita con varias ausencias y algunas piezas aún muy lejos de su mejor estado de forma, pudo haber salido apaleado de Atenas. Es cierto. De hecho, esa es la impresión que arrojó el partido en los primeros compases, con los quintetos iniciales sobre el parqué. Pero también pudo haber inaugurado su andadura europea con un golpe sobre la mesa. Ninguno de los dos desenlaces habría extrañado en exceso, aunque es cierto que el conjunto heleno, mucho más hecho, supo manejarse con mayor solidez en los instantes en los que se separa la paja del trigo.

El Caja Laboral ofreció cierta apariencia de bipolaridad a lo largo del encuentro. Fue dos equipos, que en realidad es uno. Fue lo que es a estas alturas de año. No lo que puede llegar a ser, algo que sólo el tiempo determinará. El corazón lo sostuvo en un partido que comenzó muy mal y la falta de cabeza lo condenó a emprender la travesía hacia su inexcusable presencia en el Top 16 con prematuras deudas.

Ivanovic concedió otra vez la titularidad a Thomas Heurtel y el galo volvió a cuestionar la decisión con una puesta en escena desalentadora. Sin rumbo, endeble atrás, aparentemente pequeño, el primer rostro que ofreció el cuadro azulgrana en la cancha del campeón rescató la versión más pusilánime del colectivo que cometió la indecencia de manchar la historia del club con una caída a las primeras de cambio. Pero de un año a otro han cambiado cosas. Este Caja Laboral, que ha perdido a dos iconos, ha recobrado al jugador que seguramente mejor ha interpretado los códigos históricos de la entidad. Y a lomos de Nocioni, el interruptor, se subió a una montaña rusa.

El argentino se asoció con Carlos Cabezas, a quien Ivanovic inexplicablemente parece haber escogido para portar la cruz que cada año invariablemente concede a alguno de sus pupilos, y juntos reactivaron a un equipo que había salido con miedos para empujarlo a creer de nuevo en sus opciones. Con el malagueño al mando de las operaciones y un Causeur tremendamente activo, llegó un parcial de 0-12 que permitía soñar con romper incluso el partido. Pero entonces volvieron los cambios y la montaña rusa tomó de nuevo rumbo descendente para alcanzar el descanso con una inquietante ventaja para los griegos (48-37).

El equipo de Bartzokas, en una línea más regular, menos ciclotímica, aprovechó la aparente deserción de algunas piezas que deben ser importantes para su rival, como Oleson o Lampe, y encarriló un partido que, como se vería luego, aún tenía varios vaivenes que soportar. El escolta llegado del frío y el polaco, cuando casi nadie los esperaba, resucitaron. En un tercer cuarto que debe marcar el rumbo a seguir, un Lampe magistral (14 puntos en este periodo) tiranizó la pintura y situó al equipo (65-66) en una situación idónea para sacar tajada de la inercia con la que llegaba a los últimos diez minutos del choque.

Tenía al objetivo en el punto de mira. Pero careció de un instinto asesino que aún debe desarrollar. Tuvo varias balas para rematar al cuadro heleno y se perdieron. Le permitió salir vivo y levantarse. Y eso ante rivales de esta entidad, y más si Ivanovic se empeña en prescindir de su mejor base en los momentos calientes (llegó a jugar con Causeur de uno), se paga caro. Muy caro.

Olympiacos: Antic (9), Spanoulis (16), Papanikolaou (5), Mantzaris, Dorsey (7) -cinco inicial-, Sloukas (6), Acie (4), Mavroeidis (1), Hines (6), Gecevicius, Perperoglou (14) y Printezis (17).
Caja Laboral: San Emeterio (11), Heurtel (6), Oleson (13), Nemanja Bjelica (11), Lampe (18) -cinco inicial-, Cabezas(9), Causeur (2), Hernández-Sonseca, y Nocioni (11).
Parciales: 18-23, 30-14, 17-29 y 20-15.
Árbitros: Lamónica (ITA), Viator (FRA) y Rutesic (MON). Eliminaron a Nemanja Bjelica (min.40).
Pabellón: La Paz y la Amistad. 8.000 espectadores

1 comentario:

Anónimo dijo...

Parcialísima crónica. Parece que en este periódico el que tiene este año la cruz es Ivanovic. El partido de Cabezas fue infame. Y el segundo tiempo de Heurtell bueno/muy bueno.