24/5/11

La resurrección de Rupaul

"You can call me he. You can call me she. You can call me Regis and Kathie Lee; I don't care! Just as long as you call me".

La madrugada del pasado domingo, perdiendo sueño para disfrutar del tercer partido de la final de la Conferencia Este, me vinieron a la cabeza unas declaraciones de hace un par de años de Shaquille O'Neal en las que se mofaba de un jugador que se está ganando el respeto de la NBA con su actuación en los presentes playoffs. Big Cactus, por aquel entonces en las filas de los Suns, puso en tela de juicio la hombría de Chris Bosh, al que acababa de enchufarle 45 puntos. A O'Neal, ya veterano y poco habituado a ofrecer exhibiciones de ese calibre, le molestó que Bosh se escudara en la labor arbitral cuando los periodistas le asaltaron para que ofreciera una explicación. "Las cosas habrían sido diferentes si los árbitros hubieran pitado algo cada vez que se ha pasado más de tres segundos en la zona", protestó. Y el Gran Aristóteles no se cortó en la réplica. Fue a hacer daño. Y firmó una de las acusaciones más humillantes que me vienen a la cabeza al comparar al exjugador de los Raptors con un famoso Drag Queen, actor y cantante al que muchos recordarán por haber compartido varios vídeos musicales con Elton John.

"Ya he oído lo que ha dicho Chris Bosh y son palabras muy duras viniendo del Rupaul de los hombres grandes de la NBA", se despachó. Por supuesto, estas declaraciones recorrieron el planeta basket. Y colocaron aún más bajo los focos al ala-pívot texano, eterno sospechoso, siempre perseguido por las incógnitas que ofrecían sus argumentos para hacerse acreedor al contrato que le garantizó Toronto.

He de reconocerme como el primero que ha cuestionado siempre la dureza de Bosh. Dotado de un talento incuestionable, tanto para manejarse en el poste bajo como para jugar de cara a canasta, y con un lanzamiento imparable y muy efectivo desde la media distancia, siempre me ha parecido un tipo demasiado blando, indolente, el Rupaul del que habló Shaq. Es más, en su día pensé que podría considerarse incluso un sacrilegio incluir a Bosh en lo que, tras The Decision, vino a denominarse como el Big Three de los Heat. Como mucho, me parecía el dos y medio de los Beach Boys. Llegué a afirmar que Pat Riley cometía un terrible error al destinar una porción tan importante del pastel salarial a este jugador, tan endeble en la pintura, que es donde de verdad necesitaba reforzarse un equipo que cuenta con un perímetro de lujo. Y sin embargo en los presentes playoffs Bosh nos está cerrando la boca a muchos.

Sigue sin defender demasiado, quién puede negarlo. Seguro que Garnett o Boozer, sus dos últimas parejas de baile, no lo harían. Pero para eso, Spoelstra ya tiene a otros (Joel Anthony o Udonis Haslem, por ejemplo). El caso es que, cuando nadie lo esperaba, Rupaul ha resucitado y ha salido del cascarón para reivindicarse como un jugador capaz de ser importante en los partidos que de verdad cuentan. En los Raptors, cuando era conocido como The Franchise, evidenció una flagrante incapacidad para guiar hacia la gloria a sus compañeros. En las siete temporadas que permaneció en la franquicia de Toronto, sólo disputó dos veces las eliminatorias por el título. Y en ninguna de ellas pasó de la primera ronda. Ahora, agazapado, cobijado en la alargada sombra de Wade y Lebron, el panorama ha cambiado.



CB4 ha mutado. Ha aflorado una intensidad que casi nadie le presuponía y se está convirtiendo en el factor decisivo de una eliminatoria que, salvo hecatombe, parece encaminada a dilucidar el próximo campeón del torneo. En el primer partido del United Center, con derrota para los Heat, mantuvo a su equipo vivo gracias a un sensacional despliegue que se reflejó en la estadística: 30 puntos (con 12 de 17 en tiros de campo y 6 de 6 en libres) y 9 rebotes. Pero lo mejor estaba por llegar. Bosh, que este año sólo había superado la barrera de los 30 puntos en tres ocasiones antes de la serie con Chicago, estalló en el tercer envite de la eliminatoria. Con 34 tantos (13 de 18 en tiros de campo y 8 de 10 desde la línea de personal) selló su mejor actuación en un partido de play off y guió a su equipo al triunfo en un partido árido, embarrado, en el que los Bulls volvieron a exhibir una fe inquebrantable. Bosh sacó el orgullo, se sacudió los miedos y los Heat encauzaron la serie. Una ronda antes, en semifinales de conferencia, ya tuvo ocasión de vengarse del tipo que lo ridiculizó. Shaquille, de traje, lesionado, tuvo que contemplar desde el banquillo la caída de los Celtics ante un equipo que llama con fuerza a las puertas de la final.

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