15/5/12

De miedos y euforias


El entorno baskonista pasa del temor a que el Gescrap pudiera ser el primer rival en las eliminatorias por el título al optimismo desmedido y peligrosamente injustificado tras el último enfrentamiento liguero entre ambos, que se saldó con paliza



Parece que el entorno baskonista, paciente hasta la médula, transita en esta desconcertante temporada con la misma celeridad que la plantilla de un extremo al otro en cuanto a sensaciones y certezas. No hay términos medios cuando se habla de este Caja Laboral. Capaz de lo mejor, pero también de lo peor, como ha quedado patente a lo largo de los últimos meses, el combinado azulgrana se encamina al estreno del play off por el título con la moral parcheada tras la demostración de capacidad que ofreció ante el que será su rival a partir del jueves, al que volvió a superar además en la pachanga de la Euskal Kopa. Como todo es blanco o negro, el recelo se ha transformado en cuestión de semanas en un optimismo desaforado, peligroso, e injustificado si se tienen en cuenta los precedentes de un equipo que en algo más de siete meses de competición se ha revelado completamente incapaz de seguir una línea regular y uniforme de juego y solvencia.

El Baskonia tiene plantilla, a pesar de algunos puntos débiles que se han revelado evidentes, para plantar cara a cualquier rival en la ACB. A cualquiera. De eso no me cabe ninguna duda. Siempre y cuando, claro está, el comandante el jefe de la tropa alavesa, su sargento de hierro, sepa manejar con cierta cordura el elenco de excelentes jugadores de que dispone. En cualquier caso, no ha habido un año en el que el cuadro baskonista se mostrara tan endeble, tan vulgar, hasta el punto de despreciar su propia condición de aristócrata de la competición para firmar varios sonoros batacazos ante rivales inesperados. Y en este sentido, huelga recordarlo, tampoco convendría menospreciar el potencial del vecino, actual subcampeón del torneo y cuartofinalista de la Euroliga en su temporada de debut, por mucho que haya alcanzado con la lengua fuera el tramo final de la fase regular.

El deseo de evitar al vecino

En Vitoria, y esto no se puede ocultar, no eran pocos los que mostraban abiertamente sus preferencias sobre que el Gescrap no fuera el primer obstáculo hacia el título que podría cerrar con un idílico broche un ejercicio en el que casi todo ha sido malo. Ahora, tras el correctivo de la última jornada liguera, las tornas han girado hasta tal punto, que el miedo (o recelo) ha mutado en una confianza desmedida para la que tampoco debería existir justificación. Ni una cosa ni la otra. Es decir, ni era de recibo que la afición hablara en clave de título pero mostrara cierto temor ante la perspectiva de un cruce prematuro ante los vecinos del norte, ni lo es que por el resultado de un partido (ni siquiera tengo en cuenta la Euskal Kopa), y más teniendo en cuenta los precedentes de esta misma temporada, se lancen las campanas al vuelo y se proclamen victorias anticipadas antes de que la eliminatoria haya podido siquiera nacer.

No puede obviarse que las sensaciones que arrojan ambos equipos a las puertas del primer asalto del duelo favorecen el caldo de cultivo que se ha creado en la capital alavesa por la manera en la que se cerró el ejercicio y se conoció la composición definitiva de los cruces. El Bilbao Basket perdió de manera inexplicable la opción de sentenciar la cuarta plaza en la penúltima jornada, ante lo que era un equipo en plena descomposición como Unicaja, y después salió del Buesa Arena humillado. Los hombres de negro, como sus vecinos futboleros, han llegado a la fase decisiva del curso sin oxígeno, con la lengua fuera. Más que cualquier otra cosa, viéndolo con la perspectiva y la falta de información detallada que ofrecen sesenta kilómetros de distancia, da la impresión de que la principal fuente de problemas del cuadro bilbaíno, que ha firmado una temporada irregular en ACB pero notable en Euroliga, tiene que ver con el físico. Teniendo en cuenta el periodo de reposo que (inexplicablemente desde el punto de vista del espectador) se ha establecido antes del inicio de las eliminatorias por el título, el rival que se encontrará el combinado azulgrana el jueves no será, ni de lejos, el mismo que visitó la pista de Zurbano hace unos días.

Un Baskonia al alza

Por otro lado, el Baskonia también llega al alza. Tanto desde un punto de vista individual como colectivo. Al plantel que adiestra Ivanovic se le aventuraba un tremendo margen de mejora desde que todas sus piezas se unieron al puzle. Pero se ha demorado mucho más de lo esperado. Más allá de la peliaguda lesión de Fernando San Emeterio, que puede obligarle a perderse algún partido o a disputarlo sin encontrarse en condiciones óptimas, la impresión que ofrecen los puntales del equipo es de llegar al momento determinante de la temporada en su mejor momento de forma. Al menos en su mayoría, gente como Lampe, Prigioni o Andrés Nocioni, ya que el estado depresivo del capitán, un Mirza Teletovic que debe enderezar el rumbo en los compases finales de la que puede ser su última temporada con la elástica azulgrana, siembra algunas dudas. En cualquier caso, hay motivos para presagiar una eliminatoria igualada. No los hay, en cambio, ni para el miedo ni para las euforias desproporcionadas, por mucho que cualquier equipo que quiera aspirar al título, y el Baskonia ahora mismo lo codicia como el que más, deba verse capaz de superar a cualquier adversario.

El equipo vitoriano tiene en su mano la ocasión de enmendar el terrible y doloroso golpe que le endosó a las estadísticas y la tradición en vísperas de las vacaciones de Navidad. Fue entonces el mismo rival, el Gescrap, el que se encargó de empujarle al abismo que suponía quedar por primera vez fuera de la Euroliga a las primeras de cambio. Fue un golpe anímico y con repercusiones económicas que dolió a este lado de Altube. Ahora el cuadro bilbaíno se yergue de nuevo en el horizonte como el obstáculo a superar para mantener casi inmaculada la hoja de servicios de la tropa vitoriana en los cuartos de final de la ACB.
En el presente siglo, de hecho, sólo el Unicaja ha sido capaz de eliminar a los vitorianos en la primera ronda del play off. Sucedió en la campaña 2002-2003. Desde entonces, en los ocho ejercicios posteriores, el Baskonia accedió sin apenas angustia a las semifinales. Ha sido, de hecho, el único de los grandes que se ha asegurado su presencia en semifinales en estas temporadas.

Las estadísticas, tan frías y quebradizas como orientativas, le confieren al equipo azulgrana, que además dispone del factor cancha, el papel de favorito. Lo han constatado tanto los jugadores como el propio técnico del Gescrap. Resulta peligrosa esa condición. En Bilbao se sienten cómodos así. Los hombres de negro han forjado sus mayores conquistas remando a contracorriente y este Caja Laboral, pese a la mejora experimentada, es un grande idóneo para propiciar las sorpresas. Cualquier exceso de confianza puede desembocar en una tragedia. Pero el miedo tampoco es un consejero adecuado a estas alturas del curso ni un petate permitido para un equipo que, de puertas para afuera, asegura que va a pelear por su cuarto título liguero.

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