La fragilidad de su juego interior condena al padecimiento a un Caja Laboral que bien entrada la temporada se encuentra todavía demasiado lejos del nivel exigido para pelear con los grandes equipos de la ACB y la Euroliga
Han transcurrido once jornadas de la Liga Endesa y ocho de la Euroliga y el desconcertante nuevo proyecto del Caja Laboral se encuentra en el mismo punto desde el que partió. Más de dos meses después del arranque oficial de la competición, ofrece muchas más dudas que certezas, más allá de que la bonanza del calendario le haya permitido hasta el momento mantener el equilibrio en la carrera de obstáculos en que se ha convertido este primer tramo del curso. Mucho se ha debatido en este tiempo en torno a si la responsabilidad del achacoso devenir del equipo azulgrana debe atribuirse al técnico, incapaz de sacar partido a su plantilla, o a los directivos, que en época de recortes se han visto incapaces de atinar con su habitual habilidad en la confección del proyecto. De un modo u otro, creo que todos tienen su parte de culpa. Por un lado está Ivanovic, entre cuyas virtudes en absoluto figura la ductilidad de carácter, que se ha mantenido inflexible y en cierta manera ha complicado más de lo necesario el ensamblaje de algunas de las nuevas piezas con las que contaba para recomponer un equipo bastante diezmado tras la operación salida (Huertas, Barac, Batista, Logan...) del pasado verano. Por el otro la directiva, atada de manos por las apreturas económicas, perjudicada por imponderables como las lesiones e incapaz de armar un bloque cuando menos aparente, que invite a la afición a soñar, en lugar de un edificio sin cimientos, sin pilares sobre los que apoyarse. A la vista de todos ha quedado el sonrojante rendimiento de los interiores en las últimas citas. Y sin jugadores que sean capaces de dar la cara cerca de los tableros, el baloncesto resulta un deporte muy complicado.
A nadie se le escapa que la situación que atraviesa ahora mismo el conjunto baskonista queda marcada por las decisiones de planificación y los inconvenientes inesperados que llegaron después. En un mercado donde la demanda de cincos superaba con mucho a la oferta, el Baskonia tomó la (¿valiente?, ¿insensata?) decisión de desprenderse de los dos con los que contaba, ante la necesidad de recaudar, y realizó su apuesta. El problema es que Maciej Lampe, uno de los jugadores contratados para formar parte del esqueleto estructural del nuevo proyecto, tenía un grave problema físico (Cosas del labrum) que trastocó -habrá que ver hasta qué punto- todos los planes del club. No puede negarse que de aquellos barros vienen estos lodos. Más allá del parche temporal de Kevin Seraphin, que obligó a Querejeta a incumplir su deseo de no reclutar a jugadores sujetos temporalmente al lockout, todos los movimientos posteriores han despedido un terrible hedor a remiendo. No se ha dado con la tecla, ni mucho menos, para conformar un juego interior de garantías. Ya no digo que marque la diferencia, sino simplemente digno de un equipo que, conviene no olvidarlo, ha contado durante los últimos años en sus filas con varios de los pívots más determinantes del baloncesto europeo: Dejan Tomasevic, Fabricio Oberto, Kornel David, Luis Scola, Tiago Splitter, y si se apura incluso a Barac.
Muy lejos de los grandes
Enumerar a esos referentes del baskonismo moderno y someterlos a una comparación con los actuales inquilinos del frontcourt azulgrana puede dar lugar a insoportables episodios transitorios de nostalgia, enajenación o apatía. La cosa es así de cruda. El Caja Laboral, como ha quedado demostrado en los últimos partidos, está condenado al sufrimiento porque cuenta con una batería de hombres interiores que dista años luz de la que ha tenido en los últimos años y, sobre todo, de la que debe tener cualquier equipo que pretenda considerarse un aspirante a los títulos. La situación resulta así de dura a escasos dos días para que juegue el partido más importante de la temporada, porque ahora mismo da la impresión de que entrar al Top 16, certificar el billete para la Copa y pelear por seguir la estela de los dos grandes en la ACB son los únicos objetivos que pueden contemplarse con cierta sensatez. No sé qué sucederá de aquí a un mes, cuando se espera el retorno de Lampe y la directiva habrá cerrado ya el poste que lleva semanas buscando en el mercado sin excesiva fortuna. Pero en vísperas de encarar el duelo contra el Nancy del que penden todas las esperanzas continentales del Baskonia, el mero hecho de tener que medirse a un equipo que dispone de un pívot bastante aseado como Akingbala, un 2,09 que pasó por Lleida y que está siendo uno de los pilares del equipo francés durante y después del paso de Nico Batum, debe como mínimo inspirar cierto respeto a la afición vitoriana.
La cosa no es para menos. Si ya con Milko Bjelica, al que ahora se añora, había mucha gente que consideraba muy limitado el juego del equipo en la pintura, tras la lesión del montenegrino la situación ha adquirido tintes dramáticos. A quien le parezca que temer la presencia de cualquier pívot decente en el equipo contrario puede resultar exagerado, le invito a recordar simplemente lo que ha sucedido en los últimos compromisos del conjunto gasteiztarra. Ilustres veteranos como Marconato o Papadopoulos desangraron sus opciones de victoria en las dos últimas citas de Euroliga. Aunque lo más grave sucedió en Murcia, donde James Augustine sacó a relucir las facilidades que cualquier interior con cierta solidez puede encontrar en la zona baskonista.
Otra cruz para Joey Dorsey
Ya digo que todo lo que está sucediendo tiene más que ver con la planificación, incluyendo en este apartado las circunstancias desafortunadas que se han producido, que con la gestión de los recursos, pero aun teniendo en cuenta esto pienso que desde el banquillo tampoco se está sacando el máximo rendimiento a lo que hay, que quizá no es demasiado pero podría ser más. Ivanovic le ha puesto la cruz a Joey Dorsey. Esta temporada tenía varias para repartir y el antiguo compañero de José Manuel Calderón en Toronto se ha ganado una. He leído y escuchado muchas críticas en torno a este jugador. He llegado a leer que es uno de los peores americanos de la ACB. No comparto en absoluto esa visión. Tiene muchas, muchísimas limitaciones, tanto técnicas como si se quiere tácticas, pero llegó a Vitoria con una misión y diría que su rendimiento no está tan alejado de lo que muchos creíamos que debía aportar. Llegó para cubrir un hueco salarial bastante reducido, como cuarto pívot, para aportar físico, ayudar en el rebote (es quizá el único que maneja el concepto de cerrarlo), colocar bloqueos y seguir a Prigioni en las continuaciones del pick and roll. Otra cosa es que la situación anómala que se ha producido lo haya convertido en el pívot titular de un equipo como el Baskonia, para lo que no está ni de lejos capacitado. Su rol quedaba claro cuando se supo que fichaba: aportar entre 10 y 15 minutos de intensidad mientras los otros jugadores interiores descansaban o se refugiaban de las faltas en el banquillo. Lo más duro del tema es que, aun con sus evidentes carencias, los mejores momentos del equipo vitoriano en los últimos partidos han llegado con el jugador de Baltimore sobre la cancha. Y es ahí donde creo que Ivanovic se equivoca de plano. Dorsey está en el grupo de jugadores que a la mínima se van al banquillo para no volver. Cosas de Dusko. De nada sirve que tanto en Atenas como en Murcia, ya sin Seraphin, el Caja Laboral más equilibrado que se ha visto haya sido precisamente el que saltó de inicio al parqué. Y no quiero que nadie malinterprete este análisis. No pienso que sea nada del otro mundo, pero desde luego es un jugador que, si asimila el nivel de contacto permitido y adapta algunos automatismos ofensivos con el base argentino, podría ayudar mucho más al equipo en estos momentos de vacas flacas.
No sé si para analizar al resto de jugadores que actúan en las posiciones de cuatro y cinco estas últimas semanas puede valer el concepto de interiores. A Mirza Teletovic poco se le puede criticar desde un punto de vista de entrega y actitud. Tampoco en acierto se le pueden poner pegas. Pero considerarlo como pívot es poco menos que un sacrilegio. El bosnio ayuda en el rebote, más por potencia de salto y por corpulencia que por concepto, pero su capacidad (o más bien incapacidad) defensiva queda reflejada cada partido. Y si forma pareja interior con Nemanja Bjelica, qué se puede decir. Los últimos partidos partidos han retratado la endeblez de una apuesta habitual en un Ivanovic que, incluso teniendo a Seraphin en sus filas, repetía con Milko Bjelica y el bosnio. El Baskonia lleva toda la temporada jugando sin presentar amenaza alguna en la pintura (salvando las contadas ocasiones en las que el poste galo de los Wizards estaba en cancha). El desequilibrio resulta evidente hasta un punto alarmante. Es por ahí por donde se está desangrando el proyecto, que como digo puede aún enderezar el rumbo si Lampe cumple los plazos, se recupera convenientemente de su lesión y finalmente la directiva da con ese pívot que busca en el mercado y que, me temo, acabará forzando con su llegada la rescisión de contrato de Dorsey.
El último en llegar ha sido un Vladimir Golubovic que ya sabemos lo que puede dar de sí: demasiado poco para lo que requiere en estos momentos el equipo. Pero no hay más. Su llegada no hace sino reflejar las complicaciones que presenta ahora mismo el mercado, con muchos equipos europeos buscando recambio a los inmigrantes del lockout que han realizado el camino de vuelta tras el acuerdo entre el sindicato de jugadores americanos y la patronal. A pesar de que su agente se lo ofreció al club vitoriano una semana antes, cuando quedó desligado de su anterior equipo y se supo que Seraphin debía volver a Washington, en un principio fue rechazado. Al final, y mientras se encuentra algo mejor, la coyuntura ha obligado al Caja Laboral a reclutar a un jugador que conoce la casa (formaba parte de la plantilla que ganó el tercer título liguero en 2010) y que goza de la confianza del entrenador. En cualquier caso, no es desde luego el antídoto a los problemas de un equipo que con este juego interior, con todo el dolor de mi corazón, creo que no puede aspirar a nada. Esperemos que al menos Ivanovic sepa ordenar sus piezas y sacar rendimiento al mucho talento con que cuenta en otras posiciones para salvar el match ball del miércoles y asegurar la entrada al Top 16. Si lo logra, el guión de esta película aún puede encontrar muchos giros.
3 comentarios:
Para mi la "ductilidad de carácter" no es ninguna virtud.
El domingo toca Barcelona en casa (bueno, en la plaza de toros).
Ve alguien a nuestro 5 Dorsey, haciendo un tapón a Perovic y, de la misma, salir corriendo con el balón hasta la canasta contraria y terminar con un mate? Ese era nuestro 5 "paquete", ese de carácter blando que teníamos y no queríamos el año pasado. Hemos ido a peor no, a mucho peor.
Creo que es cierto que esta temporada no estamos teniendo suerte conlos fichajes y el juego interior sobre todo. Solo espero que Lampe cuando se recupere sea la solución a nuestros problemas.
Por otra parte solo como comentario poner a Barac a la altura de Oberto, Tomasevic, Spmitter y sobre todo el grandísimo Luis Scola es un sacrilegio.
Pero lo dicho confiemos en que lo que se esta buscando sea bueno de verdad.
Por otra parte no escaria mal a lo mejor dar una oportunidad a jugadores de la plantilla que no cuentan. Y me refiero a Musli que a lo mejor es valido.
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