El retorno de Pablo Prigioni al Baskonia ha generado mucha controversia por las enemistades que se ganó entre los aficionados vitorianos tras su salida al Madrid, pero su fichaje no debe valorarse en términos emocionales. ¿Resulta una operación acertada desde el punto de vista deportivo?
Y es que si una cosa tengo clara es que las numerosas reacciones de disgusto que ayer percibí en Vitoria con respecto al regreso del base de Río Tercero no vienen sólo motivadas por el mayor o menor desapego que ha podido adquirir cierto sector de la grada hacia él. El divorcio existe, es evidente, pero la afición del Baskonia es madura hasta el extremo, no enjuicia a ningún jugador que se enfunde la elástica azulgrana por unas declaraciones pretéritas ni por su asumido papel de enemigo número uno del Buesa Arena. Sería un error.
Amado y odiado
La reconciliación entre Prigioni, que en su día fue uno de los niños mimados de la parroquia baskonista, llegará. Intuyo que se escenificará con una disculpa, una matización o una confesión de amor incondicional a los colores, que no tiene en absoluto por qué ser falsa, pero estoy convencido de que quedará ratificada de manera definitiva sobre la cancha. Porque Prigioni puede ser muchas cosas, pero jamás se ha revelado como un cobarde, como un jugador proclive a esconderse en los momentos en los que hay que dar la cara. Por eso se le quiso tanto. Por eso dolió tanto su marcha. Por eso se le odió (¿odia?) tanto en la capital alavesa. Pertenece a esa clase de jugadores que amas cuando visten tus colores y odias cuando visten los del enemigo. Es como Reyes, como Navarro, como Salva Díez, como Djordjevic, como Hervelle... Con este tipo de jugadores no existe término medio.
No quiero decir con esto que justifique o defienda en absoluto los modos de proceder que escogió cuando quiso forzar su salida del equipo vitoriano ni sus desprecios hacia la afición del Buesa Arena, a la que llegó a tildar de "mediocre". Es algo indefendible. Lo que quiero decir es que estoy convencido de que de aquí a unos meses, en pleno frenesí competitivo, la gran mayoría de la afición habrá olvidado aquellos episodios y lo juzgará por el nivel de implicación que exhiba para con los colores que volverá a defender. Y sobre eso no tengo dudas. Queda escrito. Pero volveremos a hablar de ello cuando la temporada comience a madurar. Las dudas que me asaltan personalmente tienen más carácter deportivo que diplomático. ¿Está capacitado Prigioni, a sus 34 años, para soportar el peso de un equipo completamente renovado, en su enésima transición, con unas inquietantes dosis de juventud y riesgo en la apuesta? No lo veo nada claro.
Las dos temporadas que ha completado en el Real Madrid, adonde se fue en busca de títulos y regresa de vacío, han sacado a relucir la faceta menos lustrosa de un jugador que ha ido perdiendo brillo hasta el punto de que ahora su fichaje se considera con excesivas reticencias entre los aficionados del Baskonia. Puede analizarse en números, que son fríos pero orientativos. A las órdenes de Ettore Messina y Lele Molin su producción estadística se ha visto reducida notablemente. Su último ejercicio con la elástica del hoy Caja Laboral resultó soberbio. Lo cerró con unas medias de 9,2 puntos, 5 asistencias y más de 12 de valoración por cita. La última campaña, en la que medió una lesión y un cúmulo de circunstancias extradeportivas que incluyeron la espantada del laureado entrenador italiano, sus registros fueron mucho más discretos: 5,9 puntos, 3,8 asistencias y 9,36 de valoración. Sin embargo, ha convivido con demasiados condicionantes en el equipo blanco como para establecer una comparación a pelo. Eso es verdad, no puede negarse. Como tampoco que se marchó con 32 años, como un jugador muy maduro, con cierto recorrido aún, y regresa con 34, un contrato de un año y muchas incógnitas sobre su capacidad para sostener un peso tan grande como el que le aguarda sobre sus espaldas.
Trato de plasmar las dudas, los aspectos negativos y positivos de su vuelta, y me cuesta convencerme en uno u otro sentido. En definitiva, es lo que hay. La decisión está tomada. En apenas dos días Josean Querejeta ha despejado dos de las incógnitas que restaban para ponerle nombre y apellidos al proyecto con el que se pretende recobrar la competitividad que el pasado curso faltó. Lo que me queda claro es que, por un lado, el timonel argentino va a encontrar en su nuevo -que a la vez es antiguo- equipo todas las condiciones que requiere para ofrecer su mejor juego, las que no pudo encontrar en Madrid. Conoce el equipo, la ciudad, a algunos de sus compañeros y, sobre todo, a un entrenador que tiene confianza en él. Por otro lado, no puedo negarlo, me genera cierta incertidumbre el efecto que en un jugador de su edad hayan podido tener dos ejercicios tan extraños, en un equipo sumido en la convulsión y que ha sido capaz tanto de colarse en la Final Four de una Euroliga como de quedarse fuera de las dos últimas finales de la ACB, pese a su presupuesto.
Una apuesta arriesgada
El Pablo Prigioni que abandonó Vitoria en el verano de 2009 era, y entonces no había duda, el mejor base de la competición. Su inclusión en el quinteto ideal de la ACB le permitió al equipo vitoriano, en sus últimos coletazos como TAU, obtener jugosos beneficios por un tipo que tenía un excelente cartel. Ahora, lo recuerdo, llega gratis. Así que la operación, si rinde, puede considerarse como un nuevo éxito de gestión para los rectores baskonistas. Aunque en este el caso la apuesta brota de la necesidad. Prigioni no ha sido la primera opción para acompañar a Heurtel que ha manejado la dirección deportiva. Tampoco Reggie Williams, el francotirador de Virginia, lo era para el puesto de dos. Pero la crisis ha pesado mucho. Y el club de Zurbano se ha visto obligado a tratar de hacer de nuevo de la necesidad virtud. Salvo Heurtel, por el que el Baskonia ha tenido que pagar traspaso, el resto de las incorporaciones han llegado libres.
Prigioni, incombustible guerrero, pendenciero de parqué, se encuentra convocado con la selección argentina, sobrada de experiencia, para preparar el Preolímpico que se disputará en Mar de Plata. El club tiene unas semanas por delante para gestionar las reacciones, para canalizar las ansias que existían entre los aficionados por conocer la composición definitiva de la plantilla. A falta de la llegada del cuarto jugador interior y con la incógnita de Oleson, ya está todo el pescado vendido. Me deja cierta resaca triste el hecho de que el mismo día en el que se desvela la identidad del jugador que dirigirá las operaciones y el destino del futuro proyect9o baskonista se hayan escuchado tantas críticas y escenificado tantas muestras de desánimo.
Se recibe en tono de blues a un hombre en el que Ivanovic (su decisión ha pesado mucho en el fichaje) tiene depositada plena confianza. Las dudas sobre su implicación las barrerá el tiempo. Prigioni ha arrimado el hombro, durante seis años, para hacer del Baskonia un equipo grande. EL Baskonia, a su vez, ha hecho de Prigioni lo que es. No deberían surgir temores en esa dirección. Las dudas sobre su rendimiento, así como sobre el éxito del bloque que ya estáprácticamente armado resultan inevitables. En su mano y en la del resto del plantel está ahora devolver la fe a una afición que siempre ha creído en los milagros. ¿Existen, no?
3 comentarios:
A mí la vuelta de Prigioni me gusta. No sería mi primera opción (me gustaba más Calathes e incluso Kalnietis) pero viendo lo que ofrecía el mercado es una buena elección. Porque el Baskonia está necesitado de ese temperamento en la cancha que nos hacía ser temidos y que nos lo daban jugadores con un deteminado carácter. Jugadores extremadamente competitivos como Pablo. Ese "extremadmente" es el que puede hacer que en ocasiones esta estirpe de jugadores tengan gestos o palabras políticamente incorrectas, pero ese "extremadamente" tiene muchas más connotaciones buenas que malas. Pablo en el Madrid ha echado en falta gente que le acompañe en ese afán de victoria; y el único que le acompañaba era Messina y dijo basta por motivos muy parecidos.
Y a parte de lo emotivo está el juego (lo más importante) de Pablo. Este año el Madrid a jugado bien en contadas ocasiones, pero estos momentos han llegado bajo la batuta de Pablo. Cuando el jugador al mando de las operaciones era El Chacho o Llull... un desastre.
También es cierto que su edad (34) y sus últimas lesiones pueden jugar en su contra.
Esperemos que su "forma de ser" en la cancha arrastre y recupere para la causa a otros como Nemanja y/o Heurtel. Gente como Ribas, Saneme o Mirza seguro que le siguen.
Un saludo.
Creo que esta llegada responde a la diferencia entre "querer" y "poder". Ni sé qué opción era, ni nada por el estilo. El caso es que para el estilo Dusko, Pablo responde a la perfección: ritmo de partido, pausado, inteligente, etc.
Dejo al margen las dudas por sus declaraciones y ni siquiera me parece que se puedan comparar las estadísticas de su anterior etapa en Madrid. Los roles y los que te rodean son distintos.
Se necesitaba experiencia. La tenemos. Se necesitaba un complemento a Heurtel. Lo tenemos. Se necesitaba un "lider carismático" en el equipo. Lo tenemos (¿Dónde están el resto entonces?).
Así que veremos lo que la pista da.
personalmente priggioni es de esos jugadores que cada año rezaba para que lo fichara el barça, un base con una calidad contrastada, de los que no dudan en jugarse las pelotas calientes y un tio que juega y hace jugar a los demas, la unica duda que me genera es su edad, veremos si su fisico le permite aguantar l ritmo que impone ivanovic, pero por calidad y entrega no creo que nadie de Tau (lo siento pero no me acostumbro a cajalaboral, como tampoco a Assignia Manresa..es el TDK coño) pueda o deba dudar de el, eso si la aficion es siempre muy exigente y mas lo sera con alguien que en su momento les hizo un feo..todo dependera de que juegue bien, que de sus asistencias imposibles y entonces todo volveran a ser alabanzas.
Bajo mi punto de vista neutral, soy del barça, un muy buen fichaje
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