El inminente final del lockout acabará con la situación irreal que ha teñido el arranque de este atípico curso a este lado del Atlántico. ¿Qué equipos salen beneficiados y damnificados al aproximarse el final de esta anormal situación?
El final del lockout, que ha pillado a casi todos a contrapié, va a restituir la normalidad en el universo del baloncesto europeo, que ha vivido una realidad ficticia desde que hace cinco meses se decretó el cierre patronal de la NBA y comenzaron a llover estrellas. La gran mayoría de las figuras del baloncesto norteamericano que cruzaron el Atlántico a lo largo de este tiempo tendrán que desandar el camino recorrido y redefinirán la situación de unas competiciones que en muchos casos se han visto alteradas (por no emplear el término adulteradas) debido a su presencia. Europa se resetea; se dispone a volver al punto de origen. Y esta nueva coyuntura no va a pillar a todos los equipos en las mismas condiciones. Los buenos estudiantes, los que hicieron los deberes a tiempo o simplemente dieron con la clave sin fiar su suerte a lo que pudiera ocurrir con las negociaciones entre los jugadores de la competición estadounidense y la patronal, pueden salir beneficiados con el súbito giro de los acontecimientos. Otros equipos, en cambio, sufrirán la marcha de algunos de sus mejores activos y se verán obligados a sumergirse en un mercado que puede tornarse endiabladamente complicado ante la llegada masiva de compradores. El acuerdo para desbloquear el lockout va a poner a cero, dos meses después, el contador de unas competiciones cuyo pronóstico ha retornado al punto de partida.
Para la NBA el fin del cierre patronal supondrá la elaboración de un calendario ajustadísimo, con 66 partidos de fase regular, que arrancará el día de Navidad. En Europa ofrecerá un listado de beneficiados y damnificados. ¿Cuáles son los equipos del viejo continente que deben incluirse en cada uno de estos dos grupos? El tiempo acabará confirmándolo, pero a primera vista da la impresión de que algunos clubes pueden quedar tocados tras la resolución del conflicto. Tanto en la ACB como en la Euroliga, los pronósticos varían, si bien no todos los que pierden alguna de sus figuras van a sufrir el final del lockout de la misma manera.
Los que supieron hacer los deberes
En un primer momento, cuando el principio de acuerdo entre sindicato de jugadores y patronal inundó las redes sociales y copó espacios privilegiados en las webs especializadas, hubo quien comenzó a elaborar listados de los posibles beneficiados. En casi todos aparecían el Barcelona, que se ha resistido a reforzar su plantilla con algún NBA hasta saber si la suspensión de la temporada era definitiva, el Panathinaikos o el Montepaschi, otros dos equipos que aparecen en la cima de los favoritos a pelear por el cetro continental. También se consideraba como uno de los grandes favorecidos al CSKA, probablemente el gran aspirante a recuperar la gloria perdida. Tras quedar apeado a las primeras de cambio en la pasada edición de la Euroliga, el cuadro moscovita parecía hasta ahora el rival a batir, pero todo puede cambiar si al final su gran estrella, Andrei Kirilenko, hace las maletas y se decide, como puede suceder, por cruzar de vuelta el Atlántico. AK47, que estará de baja hasta enero a causa de una lesión en el hombro, ha asegurado que le gustaría acabar la temporada en Rusia, pero también ha manifestado que le encantaría vivir en Los Ángeles. Se deja querer por Lakers y Cippers, a pesar de que parece que su eterna franquicia, los Jazz, y los Nets son los más interesados en reclutarlo. En cualquier caso, sin él el CSKA seguirá teniendo un excepcional equipo (conservará entre otros a Nenad Krstic), pero no resultará tan temible como hasta la fecha.
Ya digo que no se trata de emplear el término adulterada, pero sí que conviene reconocer que la Euroliga ha estado tremendamente influenciada por la llegada de estas estrellas que ahora en su gran mayoría se marchan. Salvando la inclusión casi furtiva de Fernando San Emeterio como MVP de la última jornada, el resto de jugadores que han recibido ese galardón han llegado a los equipos europeos como consecuencia del lockout. Kirilenko ha recibido dos, Batum otros dos y el otro se lo apropió el base del Maccabi Jordan Farmar. Precisamente el equipo israelí puede llegar a convertirse en uno de los principales damnificados de este cambio de rumbo. Y aquí conviene entrar de nuevo a valorar hasta qué punto unos clubes supieron apuntalar bien sus plantillas y cuáles las han remendado con la contratación de figuras que, por un lado, han podido desajustar el proceso normal de rodaje de los colectivos por su enorme influencia en el juego y, por otro, tenían fecha de caducidad.
Sin duda, el Maccabi será uno de los que más noten la reanudación de la actividad en la NBA. Y no sólo por la marcha de Farmar, sino también porque había cerrado un acuerdo con Omri Casspi, su hijo pródigo, para que retornara a Tel Aviv si se cancelaba toda la campaña en Estados Unidos. Tampoco quedarán bien parados el Armani Milán de Sergio Scariolo, que se quedará sin Danilo Gallinari, o los equipos turcos, que se lanzaron al mercado del lockout con avidez ante la perentoria necesidad de dar ese salto de nivel que requieren para colarse de una vez por todas en la Final Four, que este curso se celebra en la ciudad de Estambul.
El despilfarro otomano
Sin duda los clubes otomanos pueden resultar dañados. Los dinerales invertidos en atraer a algunas de las estrellas más relucientes de cuantas han recalado en Europa se han marchado por el retrete. Apenas han servido de nada. Los tres representantes turcos en la Euroliga, de hecho, presentan idéntico balance de victorias y derrotas (3-3) en las seis primeras semanas de competición. Nada nuevo. A lo largo de los últimos años nos hemos habituado a los descollantes desembolsos de estos equipos, que reunían siempre grandes elencos de jugadores pero rara vez lograban conjuntarlos para edificar proyectos sólidos. Da la impresión de que este año no resultará excepcional. Me aventuraría a apostar que, salvo giro imprevisto de los acontecimientos durante el Top 16, ninguno de ellos estará en su final a cuatro.
El Anadolu Efes, que ha echado el resto este verano con el cambio de patrocinador, podría quedarse durante los próximos días sin dos valiosas piezas. Sasha Vujacic, que tiene cláusula de salida pese a que llegó como agente libre, y Ersan Ilyasova, a quien le esperan los Bucks, podrían debilitar con su marcha al conjunto que dirige Ufuk Sarica. El exjugador del Barça, en cualquier caso, ha manifestado que le gustaría retrasar hasta el verano su retorno a los Bucks. Tampoco se presenta más lucido el panorama para Fenerbahce Ulker y Galatasaray. Los primeros, encuadrados en el grupo del Baskonia, pueden perder a un Thabo Sefolosha que ha abandonado su rol de especialista defensivo para enfundarse un traje de combo estelar. El irregular conjunto de Neven Spahija echará sin duda en falta a un jugador que ha promediado 12 puntos y 6 rebotes por encuentro y sin el que puede incluso llegar a sufrir para superar la primera fase de la Euroliga. El Galatasaray perderá a un Zaza Pachulia que comenzó flojo (sufrió una lesión) pero que en el último partido, ante el Asseco Prokom, ya demostró lo que puede aportar al baloncesto europeo. El gladiador georgiano sumó un espectacular doble-doble con 19 puntos, 10 rebotes y 24 de valoración. No parece en cambio que los gualdinegros vayan a perder al lituano Darius Songaila, llegado como agente libre.
Los otomanos, en cualquier caso, no son los únicos equipos que verán diezmado en cuestión de días su potencial. Tampoco son los únicos equipos importantes del torneo que lo acusarán. Sin entrar a valorar lo que pueden acusar la marcha de sus estrellas prestadas clubes como Emporio Armani Milán (el ya mencionado Gallinari), Partizan (Nikola Pekovic), Union Olimpija (Danny Green) o Zalgiris Kaunas (se quedará sin Ty Lawson pero parece que conservará al ex de los Raptors Sony Weems), hay dos equipos españoles que podrían considerarse más próximos al grupo de los damnificados que al de los beneficiados ahora que el lockout parece destinado a convertirse en un recuerdo borroso. Y son dos equipos en cuyo código genético entra la obligación de pelear por estar entre los mejores. Me refiero a Real Madrid y Caja Laboral.
Baskonia y Real Madrid, dos puntos de partida para dos diferentes destinos
Si digo que habría que considerarlos en principio perjudicados es porque no tengo del todo claro hasta qué punto el cambio de planes puede afectar a cada uno de ellos. El Madrid trata a toda costa de conservar a Rudy Fernández y sabe que perderá a Serge Ibaka. En Vitoria tanto Kevin Seraphin como el efímero Goran Dragic preparan ya sus maletas para regresar a Washington y Houston. Y sí, el Baskonia tiene un problema. Y gordo. Aunque habría que valorar hasta qué punto esta situación se produce como consecuencia de un final anticipado del lockout, de una cuestionable planificación deportiva o a raíz de una gestión de la plantilla que ha convertido en muñones a algunos jugadores que deberían haber dado un paso al frente para evitar que la marcha de los temporeros suponga un trauma tan angustioso como el que da la impresión que puede darse.
Pablo Laso no pidió ni a Rudy ni a Ibaka. El Real Madrid concedió el mando de la nave a un técnico en cierta medida poco experimentado y a quien muchos daban por enterrado antes de tiempo. Y mira por dónde, con el preparador vitoriano los aficionados del conjunto merengue han recuperado la sonrisa. No puede negarse lo que Rudy e Ibaka, pero sobre todo el primero, han aportado en cuestiones relativas a la confianza y el atractivo, a un equipo que ofrece unas sensaciones mucho mejores de las que arrojaba durante la época de Ettore Messina. La marcha de Ibaka, que sólo en el último partido contra el CAI ha dado muestras de lo que puede llegar a hacer hoy día en el basket FIBA, no importa tanto porque su concurso en este periodo como jugador blanco ha resultado casi anecdótico. El caso de Rudy es bien diferente. Su salida puede notarse mucho más. De la capacidad de Laso para canalizar las energías que convergerán tras el vacío que dejará el escolta balear (la posibilidad de que negocie con Dallas para seguir en España parece remota) dependerán en gran medida las opciones de éxito de los blancos.
A Rudy lo fichó la directiva. El club realizó un importante esfuerzo por hacerse con los servicios de uno de los héroes de la selección, porque es un gran jugador y también porque puede, como ha quedado demostrado en este tiempo, elevar la atención mediática y atraer a muchos más aficionados del club merengue al Palacio de los Deportes y la Caja Mágica. Cuando regrese de Dallas, tiene garantizado un puesto como estrella de un equipo que, sin embargo, este año va a tener que jugarse los cuartos sin él. Con una dificultad añadida: Rudy ha estado asumiendo minutos y protagonismo que en estos compases iniciales de la competición tendrían que haber correspondido a los recién llegados Jaycee Carroll y Martynas Pocius. O incluso para un Carlos Suárez cuya consolidación como tres referente del equipo blanco cada vez está más entre interrogantes y cuyos minutos de juego se han reducido drásticamente de los 25 que disputaba la pasada campaña a los en torno a 16 que juega cada compromiso este curso. Las opciones de éxito de este Madrid, tan denostado de partida y celebrado por ofensivo y alegre a la postre, descansan en la habilidad de Laso para restituir la responsabilidad a los que habrían sido sus legítimos dueños de no haber mediado el lockout. Más allá de que siga abierto el debate sobre la necesidad de contratar un base ante las dudas que genera la pareja de locos que forman Sergio y Llull o de plantear la necesidad de contar con un pívot más físico para fortalecer el juego interior el Madrid tiene un proyecto, que cada cual puede juzgar más o menos sólido, más allá de la presencia de estas dos estrellas fugaces.
El Caja Laboral se encuentra en el polo opuesto. Nadie habría pensado hace un par de meses que el final del lockout pudiera afectar en exceso al equipo de Dusko Ivanovic. Daba la impresión de que su relación con este fenómeno no pasaba de tener un carácter tangencial. Tras haber fichado a dos jugadores procedentes de la NBA (Reggie Williams y Joey Dorsey) sin pretensiones de volver en toda la temporada a su país natal, la única pieza que podía quedar alterada en caso de que jugadores y patronal se arreglaran era la de Kevin Seraphin. Pero ni siquiera ese punto preocupaba en exceso, pues el poste galo había llegado como sustituto temporal del lesionado Maciej Lampe, a quien se esperaba -y aún se espera- para enero. Sin embargo, la realidad se revela ahora cruda para el cuadro azulgrana. En cuestión de días va a perder a Seraphin y al efímero Goran Dragic, que en dos etapas diferentes y separadas por un lustro apenas ha tenido ocasión de presentarse ante la afición vitoriana.
¿Un problema de planificación o de gestión?
Cuando arrancó el curso, en los amistosos previos a la disputa de la Supercopa, nadie habría sospechado que el conjunto vitoriano pudiera recibir como un revés una noticia que en teoría debía de hacer mucho más daño a otros. Pero así es. Se ha abierto un debate en Vitoria en torno a si el problema ha sido la elección de los jugadores o la gestión que Ivanovic hace de ellos. No existe unanimidad y sí una importante polémica, pero el caso es que el Caja Laboral corre el riesgo de presentarse en apenas unos días con un plantel de ocho jugadores. El escaso protagonismo de piezas llegadas para asumir roles más importantes como Nemanja Bjelica, un Brad Oleson que no acaba de asumir el papel de killer que queda vacante desde la marcha de Rakocevic, el ostracismo que padece Dorsey o las lesiones y escasas oportunidades que recibió el ya cortado Reggie Williams sitúan al cuadro vitoriano en una posición comprometida. Aunque está habituado a reinventarse sobre la marcha, el Baskonia es uno de los clubes que acude al mercado con más urgencias. De uno u otro modo, ha salido más perjudicado que beneficiado ante esta resolución del lockout, más si cabe por el hecho de que debe pescar en un mercado muy revuelto y rehacer en gran medida su roster que por el peso real en su juego de los dos jugadores que se van. Todo se ve más negro además estos días porque a Lampe se le suma ahora en la enfermería otro de los jugadores que llegaron para formar un juego interior de garantías, un Milko Bjelica que estará un mes en el dique seco justo ahora que parecía una de las pocas piezas nuevas que a Ivanovic le estaban funcionando.
En otro nivel, pero también perjudicados por el nuevo orden que se instaura, encontramos equipos como el Nancy o el Lucentum. Ambos equipos van a quedarse sin sus respectivas estrellas. Los franceses pierden a un Nico Batum que regresa a Estados Unidos por la puerta grande, sin duda como uno de los principales beneficiados por el lockout. El escolta de los Blazers ha ganado mucho crédito como líder espiritual de un equipo que todo el mundo señalaba como cenicienta pero que ha salido respondón y gracias a él ahora sueña con superar la primera fase de la Euroliga. En esa misma situación de que nos quiten lo bailao se encuentra el Alicante. Kyle Singler, que incluso ha dejado caer que no le haría ascos a la opción de quedarse todo el año, ha propiciado que los levantinos naveguen a estas alturas de temporada en la zona noble de la tabla. Está claro que aún queda mucho, pero han recorrido parte de su trayecto hacia la salvación de la mano de un jugador que ha dejado huella en el corazón de su hinchada.
Aventureros efímeros
Hay otros equipos españoles que padecerán cambios en sus plantillas en cuestión de días. El Joventut deberá soltar a un Christian Eyenga que ha colaborado para que los verdinegros sumaran dos derrotas desde su llegada. Pero la situación más curiosa, por paradójica, se dará en Valencia, donde Tiago Splitter se despide sin apenas haber tenido tiempo de conocer la ciudad. Cabe preguntarse si el poste brasileño de los Spurs, cuya decisión de regresar a la ACB en un equipo distinto al que lo crió desde que era apenas un adolescente puede depararle un coste a futuro, habría tomado este camino de haber sabido cuánto iba a prolongarse su aventura.
Peor ha sido lo de Tyreke Evans, que se comprometió con la Virtus Roma un día antes de que se cerrara el acuerdo en Nueva York, o el caso de Lamar Odom, que ni siquiera llegó tampoco a tomar el avión que debía llevarlo a Estambul. El jugador de los Lakers tenía reserva para el mismo día en el que se supo que el conflicto laboral se desenquistaba. Ya no podrá jugar en el Besiktas junto a Deron Williams, otro de los que se vuelve, como Adam Morrison (Estrella Roja), Alexis Ajinca (Hyères-Toulon), Ian Mahinmi (Le Havre), Boris Diaw (Burdeos), Tony Parker y Ronny Turiaf (Asvel Villerbaune). Estrellas que desandan el camino recorrido y dejan el baloncesto europeo como estaba al principio, pero diferente.
1 comentario:
Como siempre parco en palabras jeje enorme analisis personalmente ya dije en twitter k traer nba para media temporada es un error i k el fichaje d rudy tapaba a carroll y pocius aunque creo k les sera mas dificil substituir a ibaka el problema es k ahora el mercado va a estar muy caro y ya veremos kien paga y sovretodo por quoen paga
Bravo dpeje de nuevo un excelente post
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