31/1/12

Los murmullos de Nemanja


¿Ha perdido la afición de Vitoria la fe en Bjelica? ¿Se quedará también por el camino la gran esperanza futura del baskonismo? La expectación que se generaba en las gradas cada vez que entraba en contacto con el balón se ha esfumado

Los murmullos han cesado en las gradas. La expectación que colmaba el ambiente del Buesa Arena cada vez saltaba al parqué y recibía el balón ha cedido espacio a una indiferencia autoimpuesta, como forzada, lacerada tras demasiadas noches de vigilia en las que nada pasaba. En el Iradier se apagó ese maravilloso runrún que olía a incógnita. Se agotó la paciencia. Se apagó la esperanza, o parte de ella. Ya pocos esperan a Nemanja. Yo soy uno de ellos, pero cada vez cuesta más. Muchos de los que lo soñaron mágico, diferente, determinante, han cedido a lo que consideran demasiadas evidencias de lo que quisieron que fuera y entienden que nunca será. No me incluyo en ese vagón de los desilusionados, ya digo. Yo aún lo espero. No sé si es porque ceder a la decepción e ingresar en el batallón de los descreídos supondría también perder la fe en que este Caja Laboral tan plano puede explotar en algún momento por el punto menos imaginado, pero lo cierto es que murmullo, por dentro pero lo hago.

Tipo tímido, apocado, el serbio se hunde en un pozo de oscuridad e incomprensión. Una de las principales apuestas de la directiva en mucho tiempo, llamado a tomar el testigo de una ilustre saga de jugadores geniales que ahora parece cosa de un pasado muy lejano, apura su segunda temporada en Vitoria sin ofrecer siquiera unas pinceladas del talento que se vendió que tenía, que muchos imaginaron que tenía, que en determinados chispazos se percibe. No le resultó fácil la adaptación en su primer año en Vitoria. Pero ya no es un crío. Va camino de los 24 tacos (los cumplirá en mayo) y se aproxima un punto en el que se espera que un jugador alcance su madurez profesional.

En una temporada en que las miserias obligan a buscar culpables, de nuevo el asunto de Bjelica divide al baskonismo. ¿Es víctima el exjugador del Estrella Roja de la intransigencia de Ivanovic? ¿Merecía más confianza u oportunidades por parte del técnico? ¿Erró el tiro la directiva al apostar con un contrato de larga duración por un jugador que ahora no responde a las expectativas creadas? ¿Es un nuevo fracaso de una dirección deportiva que parece haber perdido la mágica capacidad para convertir en oro todo lo que reclutaba? Bjelica se derrite en los matices de las respuestas. Habrá tantas opiniones como aficionados. Pero los hechos, y no los números, justifican que el murmullo se haya apagado. Y lo peor de todo es que la situación actual del equipo, deprimido y carente de brillo, amenaza con extinguir por completo la estrella que lo iluminaba como a un jugador especial, único, mágico.

Un viaje con retorno a las profundidades del banquillo

Yo lo sigo esperando. Seguiré aguardando que reactive los susurros de la grada, esos cálidos murmullos, porque es de lo poco que se puede esperar. Está hecho de talento. Está en su código genético. En una temporada que huele a transición -aunque también desprendía este aroma la que acabó con el tercer título liguero del cuadro azulgrana y la pasada-, rescatarlo de las tinieblas y devolverle siquiera una pequeña cuota de la confianza que pareció dejarse olvidada en el trayecto entre Belgrado y Vitoria supondría una excelente noticia de cara al verano. En los últimos partidos el alero serbio se ha hundido en lo más profundo del banquillo. En Sevilla, de hecho, apenas jugó cuatro minutos. Los mismos que Walsh y Golubovic. Poco más que su amigo Musli, que cuenta aún menos. Ha salido del círculo de confianza de Ivanovic. El sargento de hierro lo ha reasignado a la reserva. Y algunos, que aprovechan la mínima para reabrir el debate sobre la figura del técnico, ya han aprovechado para descargar al jugador de una culpa que a veces incluso se le refleja en el rostro.

No sé si se puede culpar a Ivanovic también por esto. Los hay que lo señalan responsable hasta de que haga frío en Vitoria, pero también los que lo defenderían incluso si le da por sacar una recortada y empezar a disparar contra la grada. No hay término medio. En mi opinión el sargento de hierro del baskonismo ha mostrado con este jugador bastante más paciencia que con la mayoría. Y la mayoría de las veces la respuesta ha resultado tan decepcionante como vulgar. Bueno, qué narices, sí sé si se puede o no culpar al entrenador. Creo que Dusko no tiene la culpa. Probablemente tampoco los responsables del área deportiva, con Alfredo Salazar y Félix Fernández a la cabeza. Llegamos a un punto en el que puede dudarse incluso de que la tenga el propio jugador. Pero lo cierto es que los murmullos se apagan sin que Nemanja salga del envoltorio, se sacuda la presión de lo que todos decían que iba a ser, que tenía que ser, para ser lo que puede en realidad ser. Quién sabe si la realidad encaja con los deseos. No es un jugador de números, de estadísticas. Sin embargo, de un modo u otro, estoy convencido de que se trata de un excelente jugador, de un tipo bendecido para disfrutar y hacer disfrutar con una pelota naranja. Su despertar podría suponer la mejor noticia para un equipo demasiado justo de referentes. El problema es que cada vez surgen más dudas sobre su capacidad para cumplir con las expectativas creadas, para recuperar ese mágico murmullo de la grada del Buesa Arena.

22/1/12

Laso devuelve la sonrisa al Madrid

El equipo blanco, que despliega un baloncesto veloz, atractivo y efectivo, renace tras la oscura etapa de Ettore Messina, en la que quedó relegado a un segundo plano por Barça y Baskonia



Kobe Bryant gana la posición en el poste bajo. Su defensor trata de cerrar la línea de pase, pero ya es demasiado tarde. La estrella de los Lakers recibe el balón de Steve Blake desde el lateral, pivota sobre el pie de apoyo, finta, el contrario pica, cae sobre él y desde el suelo, casi de reojo, escucha el silbato de uno de los árbitros y contempla el movimiento de la red. La mamba negra irá a la línea de tiros libres, aunque antes irrumpen en escena las cheer leaders y atruena la megafonía. Tiempo muerto. Los jugadores del conjunto angelino se acercan al banquillo. Los suplentes se levantan para ceder sus sillas al quinteto en pista. Mike Brown toma la pizarra y aguarda a que se forme el corro. Entonces las cámaras de la televisión americana enfocan de refilón un rostro conocido, un perfil de senador romano, una cara angulosa e inconfundible.

Ettore Messina sigue las evoluciones del encuentro en la segunda fila de sillas del Staples Center. El italiano, uno de los mejores entrenadores en la historia del baloncesto europeo, emprendió el pasado verano una nueva aventura como asistente en los Lakers de Pau Gasol. Mike Brown, el tipo que toma el envenenado encargo de cubrir la marcha de Phil Jackson, lo reclamó como colaborador tras aterrizar en Los Ángeles. Incapaz de ganar un anillo con Lebron durante sus cinco años como responsable de los Cavaliers, quiso contar con un compañero al que conoció en 2007, cuando viajó a Moscú para conocer de primera mano las fórmulas de trabajo del italiano en el CSKA. El ahora head coach de los Lakers, un enamorado del baloncesto defensivo, quedó prendado por el carisma de Messina, y en cuanto se dieron las circunstancias reclamó a su lado al transalpino, un técnico que lo ha ganado todo –4 títulos de Euroliga (2 con la Virtus y 2 con el CSKA), una Copa Saporta, una VTB, 8 entorchados ligueros (entre Rusia e Italia) 7 títulos de Copa (entre Rusia e Italia) y tres medallas como seleccionador–, pero que abandonó Europa con un borrón en su expediente.

Casi cinco años en blanco para los blancos

Messina fracasó en Madrid. Florentino Pérez lo escogió, como a Mourinho, para abanderar un proyecto imperial que jamás llegó a cuajar, a pesar del talonario. El blanco fue un equipo gris, un tanto deprimido, que quedó a la sombra del Caja Laboral (ganador de la ACB en 2010) y sobre todo de un Barça que se convirtió en una pesadilla para el preparador siciliano, uno de los sueños imposibles de Josean Querejeta. Al final, Messina optó por la dimisión. Dejó al mando de la nave a su segundo, Lele Molin, que curiosamente logró el mayor éxito de la sección de baloncesto del club en el último lustro, la clasificación para la Final Four de Barcelona. Sin embargo, el Madrid seguía sumido en las tinieblas. Urgía un cambio. Y el club realizó una apuesta que muchos dieron por fracasada de antemano.

Pablo Laso, un técnico sin experiencia en un grande más allá de su etapa como interino en Valencia, ha dinamitado todos los pronósticos en apenas unos meses. El técnico vitoriano, leyenda viva del baskonismo, le ha devuelto la color al equipo blanco. El Madrid vuelve a sonreír, el equipo despliega un juego fresco, dinámico, alegre, que ha devuelto la fe a la afición y ha recuperado para la causa a algunos jugadores que parecían perdidos. “A todo jugador le gusta correr y meter muchos puntos”, aseguraba Ante Tomic en una entrevista que publicaba Diario de Noticias de Álava. Y gusta más aún cuando acompañan los resultados. La metamorfosis que ha aplicado Laso al Madrid ha servido también para romper con el pasado. Los blancos se impusieron en el primer combate liguero al Barça y caminan con paso firme en un Top 16 de la Euroliga que el pasado jueves estrenaron con una victoria a domicilio en el Martín Carpena. Con la Copa del Rey a la vuelta de la esquina, no son pocos los que piensan que puede caer algún título. Supondría un enorme éxito para un club necesitado de gloria. El Madrid no cata trofeo desde la ACB que ganó con Joan Plaza hace ya cinco años.

Un cambio de roles

Laso, que se ha ganado el respeto de muchos de los que lo cuestionaban cuando arrancó el curso, se quita importancia, relativiza el impacto de su llegada al banquillo. “Sólo aplico mi filosofía. Creo que se podía sacar más rendimiento al equipo cambiando algunos roles. Cambio hay, pero no tanto de jugadores como de incidencia de los propios jugadores”, expone el técnico vitoriano, que ha confiado el rumbo y la vertiginosa velocidad de crucero a dos bases eléctricos como el renacido Sergio Rodríguez y Sergio Llull, ha incrementado las situaciones para que Carlos Suárez tome ventajas en el poste bajo y ha reinsertado a Begic, que está respondiendo, en la rotación de interiores.

No son pocos los jugadores que han deslizado su satisfacción tras el cambio, para disgusto de un Messina que lo sigue desde la distancia. “Siempre el que está ahora es mejor que el que estaba antes. Me parece normal”, aseguró el entrenador transalpino en una entrevista concedida a Radio Marca. “Son situaciones distintas, equipos distintos, entrenador distinto. Lo importante es que se lo pasen bien, que ganen y que estén disfrutando”, añadió el italiano con la boca pequeña. Las comparaciones generalmente escuecen.

Ante todo, este Madrid divierte y se divierte sobre el parqué. Laso, aun así, prefiere conservar la prudencia, consciente de que aún no ha ganado nada. “Me parece muy bien que a la gente le guste el estilo de juego que practicamos, pero al final es algo que va mucho con el tipo de jugadores que tienes. Como entrenador, he tenido diferentes equipos y al final buscas lo que puede ser más efectivo en cada caso. Yo tenía claro que tenía unos jugadores para sacar ventaja en campo abierto, poder correr, rápidos en transición y eso hace que intentemos aprovechar esas situaciones. Si a la gente le parece atractivo, mejor que mejor, pero para mí lo importante es que el equipo sea capaz de tener su propio estilo y ganar partidos”, sentencia.

Tras haber vivido una situación excepcional como consecuencia de un lockout que le permitió contar de manera temporal con dos figuras como Rudy Fernández y Serge Ibaka, el preparador vitoriano ha sabido recomponer el equipo según su plan original. Y aparentemente no presenta fisuras. Más bien al contrario. Este Madrid se muestra como un equipo sólido y con las ideas muy claras, tan claras como las de un técnico que jamás sintió miedo ante el colosal reto que se le planteó y la consideración de silla eléctrica que durante los últimos años, sobre todo desde un punto de vista de presión mediática, ha tenido el banquillo blanco. “A mí me habría preocupado que el que tuviera dudas fuera yo. Entonces sí estaría preocupado. Las dudas que pueda tener la gente de fuera no las puedo controlar. A un entrenador le puede pasar como a los jugadores. El jugador que duda, falla. El que tiene mucha confianza, suele salir beneficiado. Yo esas dudas nunca las he tenido. He sentido siempre mucha responsabilidad, pero dudas nunca”.

"Me hace gracia que alguien pueda dudar de Dusko"

Laso debutó con el Baskonia (todavía Caja de Álava) sin haber cumplido los 17 años. Jugó once temporadas en el equipo de su ciudad natal, donde lo fue casi todo y ayudó a su consolidación en la élite del baloncesto estatal. Ha dado muchas vueltas desde aquel verano de 1995 en el que hizo las maletas y tomó la N-I en dirección a Madrid. Pero siempre ha reservado un espacio en su corazón para el equipo azulgrana, a quien como todos está viendo atravesar un momento difícil en una temporada que se ha complicado mucho desde los albores, con ese cúmulo de inconvenientes que han impedido por el momento a Dusko Ivanovic disponer de una plantilla compensada.

“Está siendo una temporada difícil. Desde el comienzo han tenido muchas lesiones, jugadores nuevos, entrada y salida de algunos de ellos, el cambio de pabellón, que tampoco es fácil... Son muchas cosas”, concede Laso, quien sin embargo incide en el hecho de que, salvando la decepción continental, el cuadro azulgrana sigue dando guerra pese a los problemas. “En una temporada en la que todo el mundo dice, y yo el primero, que está siendo complicada, está compitiendo al más alto nivel y su único borrón importante ha sido quedarse el último día fuera del Top 16. Para mí esa es la esencia del Baskonia, un equipo que vive para levantarse. Así lo considero, lo he vivido desde muy pequeño, sé lo que significa y en las temporadas complicadas es en las que hay que analizar más, pensar, crecer. Es una temporada complicada, pero también están haciendo cosas bien”.

El Caja Laboral está dando la cara, de eso no hay duda, pero el juego del equipo no acaba de convencer a cierto sector de una afición que ha llegado a dedicar pitos a Dusko Ivanovic. Laso, más por convicción personal que por corporativismo, sale en defensa del montenegrino. “Dudar de Dusko es algo que no lo puedo entender. Es una persona que le ha dado muchísimo al Baskonia, muchísimo, pienso que el club tiene mucho que agradecerle. Creo que la temporada está siendo complicada por todas esas circunstancias, y para mí Dusko sigue siendo tan buen entrenador, si no mejor, como el primer año que llegó a Vitoria. Me hace gracia que la gente pueda tener dudas respecto a él”, se manifiesta.

"¿Entrenar al Baskonia? Lo que tenga que ser en un futuro será"

El técnico del conjunto merengue, que ha ido quemando etapas con una tremenda sensatez hasta dar este salto al vacío que por el momento está resultando tan exitoso, se sorprende ante la pregunta de si algún día se ve ocupando el puesto que ahora tiene Ivanovic. Como si nunca hubiera llegado a planteárselo, quizá guiado por el respeto. “No lo sé. Dentro de una carrera deportiva nunca sabes muy bien dónde puedes estar mañana. Cuando yo empecé a jugar, cuando debuté con 16 años en el Baskonia, aquello fue un sueño. Cuando jugaba en San Viator con 9 o 10 años jamás podía imaginar que pudiera cumplirse. Luego eso se hace realidad, vas cumpliendo otros objetivos, otras metas... El Baskonia es el club en el que he crecido, pero no pienso mucho en el futuro, pienso más en el día a día. Soy el entrenador de un gran equipo, estoy encantado y lo que tenga que ser en un futuro pues será. Pero obviamente Vitoria es mi casa, creo que la gente me tiene cariño porque me ven como alguien normal, cercano, y mi cariño hacia el club es muy grande”.

Os dejo los links de los dos artículos, publicados en Diario de Noticias de Álava en su edición del 22/01/2012.
Laso devuelve la sonrisa al Madrid
"Me hace gracia que alguien pueda tener dudas sobre Dusko"

20/1/12

La ACB ante el órdago de la Euroliga

El anuncio de los rectores de la máxima competición continental de pasar algunos partidos a los viernes y aumentar en ocho jornadas el Top 16 a partir de la próxima campaña pone en jaque a la ya arrinconada Liga Endesa


La pasada semana la Euroliga dio a conocer ciertas modificaciones en su sistema de competición que han quedado en un sorprendente segundo plano pese a la trascendencia que pueden llegar a tener. A partir de la próxima temporada, en apenas unos meses, los partidos de la máxima competición continental abandonarán su actual nicho semanal de los miércoles y los jueves para apoderarse también de los viernes, jornada libre en el calendario deportivo que Jordi Bertomeu y su equipo consideran óptima para que el torneo gane en protagonismo mediático y, entre otras cosas, esquive la feroz y desesperante competencia televisiva con la Liga de Campeones de fútbol. Hasta ahí, pueden entenderse las razones que han movido a los rectores de la Euroliga a dar este paso, pero se abren muchas incógnitas y ante todo surgen preguntas en torno a cómo puede afectar a las ligas nacionales, y entre ellas a una ACB que no acaba de salir de una para meterse en otra.

A Albert Agustí, el nuevo máximo dirigente de la ahora llamada Liga Endesa, le ha aparecido sobre el tapete el primer órdago importante de su mandato. La tradicional falta de sintonía entre Euroliga y liga doméstica, que ha ofrecido numerosos episodios de discordia -sobre todo relativos al número y al proceso de clasificación de la competición española para el torneo continental-, se aproxima hacia su batalla definitiva. No en vano, esta maniobra, a primera vista la antesala de lo que parece una evidente intención de programar los partidos europeos los fines de semana, apunta hacia la supervivencia de una ACB que sigue sin resolver su reto de convertirse en un producto atractivo para las audiencias televisivas y los anunciantes. Los datos de las últimas semanas reflejan una realidad aterradora: ningún partido en el que no estuviera implicado Barcelona o Real Madrid ha ofrecido registros de share dignos. Es más, incluso se ha dado el sonrojante caso de que los partidos de la NBA, muchas veces en horario de madrugada, registren mejores datos que los de la competición doméstica.

El viejo anhelo de una NBA a la europea

Peliagudo panorama se le presenta a la Liga Endesa, un torneo que padece las consecuencias de un deterioro innegable, que flirtea con la amenaza de su extinción. Sin apenas tiempo para reaccionar, ahora que había aparecido un patrocinador aparentemente sólido, que se negocia el cambio de operador de televisión y se comienzan a dar pasos hacia la salvación, se vuelven a cernir oscuros nubarrones sobre su panorama futuro. La Euroliga, en defensa de sus intereses, no se ha detenido a reflexionar sobre el efecto pernicioso que sus estrategias pueden arrojar a las competiciones nacionales del continente, la mayoría ya condenadas a la subsistencia más anodina, y a la larga al baloncesto en general. Y si lo ha hecho, desde luego, poco parecen importarle estas consecuencias. Al fin y al cabo, los rectores de los clubes con peso en esta competición jamás han ocultado su anhelo de crear una estructura similar a la de la NBA pero a la europea. El problema es que se practica una política de pan para hoy y hambre para mañana en la que nadie, ninguno de los responsables de velar por la salud de este deporte, parece reparar.

No pretendo realizar un ejercicio maniqueo en torno a este asunto. Aquí no hay ni buenos ni malos. Cada uno vela por sus intereses. El problema es que el pastel es muy pequeño y en lugar de buscar un concilio para darle más cuerpo, todos se han abalanzado sobre él para repartirse las migajas. Y en mitad de esta pelea, más desguarnecida que en posición de hacer valer su peso histórico, se encuentra una ACB que echa en falta mucho mayor apoyo por parte de los responsables federativos y en muchos casos de los medios de comunicación. Al fin y al cabo, todo esto no viene sino a ser un reflejo lógico de la división histórica que ha marcado la trayectoria en la gestión del baloncesto en este país.

La decisión de comenzar a disputar partidos los viernes (los responsables de algunos clubes españoles sostienen que la mayoría seguirán jugándose en jueves) no es la única modificación presentada y adoptada motu proprio, sin contar con el consenso de otras competiciones que pudieran solaparse, por los dirigentes de la máxima competición continental. Además se va a producir otro cambio muy importante: la segunda fase del torneo (tras la calificación y la fase regular) cambiará de formato. En lugar de cuatro grupos con cuatro equipos cada uno, el Top 16 pasará a disputarse con dos grupos de ocho equipos, de los que saldrán los cuartofinalistas. ¿Qué supone esto? Básicamente que la Euroliga ganará ocho jornadas de competición. O sea que se aumenta el número de semanas del torneo hasta el punto de que podrían disputarse partidos incluso en fechas protegidas por el convenio laboral de los jugadores (aunque sólo en competición doméstica) como Navidad o Año Nuevo.

Más taquillas para los grandes

Esta decisión responde al interés obvio de los grandes clubes de obtener mayores réditos por su participación en un torneo que aspira a convertirse en el referente (¿único?) del baloncesto continental. Salvo hecatombes como la que este año padece el Caja Laboral o el pasado sufrió el CSKA, la mayor parte de los principales equipos europeos se asegurarán con este cambio cuatro taquillas más, al margen de la posibilidad de que se den mayor número de duelos atractivos, entre los gallitos, en el transcurso de la segunda fase del torneo. Es la dirección que sigue el deporte en busca de una estabilidad económica que cada vez parece más utópica. La fórmula viene a copiar lo que se hizo en fútbol al instaurar la Liga de Campeones sobre una Copa de Europa que apenas permitía dirigir los cruces y corría el riesgo de quedarse por el camino hacia la final con varios de los equipos más atractivos, y una ampliación más lucrativa del actual sistema de la Euroliga, donde desde hace años el sistema de licencias ha garantizado unos ingresos mínimos muy importantes a un determinado y selecto ramillete de clubes que han podido permitirse inversiones que sujetos a la incertidumbre de una clasificación en función de los resultados en sus respectivas ligas habría resultado excesivamente arriesgada.

El drama puede apreciarse ante la tesitura que se le presenta a la ACB con este nuevo panorama. Justo en el momento en el que se atisbaban vientos de cambio, con el relevo en la cúpula y las ideas que empezaban a brotar, llega este órdago para una competición que se encuentra atrapada entre varios frentes. Ya digo que no es cuestión de establecer valoraciones morales, más allá de preguntarse qué repercusión podría llegar a tener para el baloncesto el nacimiento de una NBA a la europea y la gangrena progresiva de una Liga Endesa en la que muchos de sus clubes ya sufren en estos tiempos de supuesto primer plano las angustias propias de un deporte que no resulta suficientemente atractivo para anunciantes y televisiones. Intuyo que a la larga no resultará en absoluto beneficioso. Dejando a un lado a las ciudades que podrían mantener su representación en la competición continental, y que ahora mismo serían Vitoria, Málaga, Barcelona y Madrid, para el resto de plazas, algunas de tradición histórica, podría resultar un palo definitivo. Y no ya sólo en el hipotético caso de que se consolidara este viejo anhelo de la Euroliga de conformarse como una competición cerrada, sino incluso desde el punto de vista de que sus partidos pasen a los viernes y los clubes de la ACB implicados en el torneo opten por trasladar sus choques ligueros a los lunes. ¿Qué consecuencias podría tener desde la perspectiva de las audiencias televisivas? ¿No acabaría por completo con los desplazamientos de las aficiones para seguir en vivo a sus equipos?

La postura de la FEB

No he escuchado ni leído todavía qué postura adopta con respecto a este asunto la Federación Española de Baloncesto. Pero me gustaría. El histórico distanciamiento entre el ente federativo y los responsables de la ACB a veces ofrece la ridícula sensación de que cada cual está haciendo la guerra por su cuenta, cuando lo que se está debatiendo desde hace unos años es precisamente la supervivencia del baloncesto, un interés común. La FEB celebra ufana los resultados de las selecciones nacionales, tanto de los combinados de formación como de los absolutos. Y no es para menos. De un tiempo a esta parte son espectaculares. Pero uno empieza a estar ya cansado de que unos y otros traten de sacar pecho por unos méritos que deberían ser compartidos. Nadie duda del excelente trabajo que desde la dirección deportiva de la federación se lleva a cabo para que los jugadores se integren, formen equipo y acaben peleando por medalla en casi cada torneo al que acuden. Pero los buenos jugadores no brotan de las piedras ni se clonan en el despacho de José Luis Sáez. Resulta fundamental la labor de cantera de los clubes (casi todos de la ACB) y sin ellos todo se esfumaría en el aire.

El paso adelante que ha dado la Euroliga, como digo defendiendo de manera lícita sus intereses, presenta esa amenaza. Una debilitación de la Liga Endesa seguramente llevaría aparejadas consecuencias calamitosas en el baloncesto de formación, cuyo nivel decrecería de manera proporcional. Y a la larga, si no se gestiona de manera adecuada, volveríamos a encontrarnos con una situación de alto riesgo para un deporte que de por sí ya atraviesa una época complicada. Por eso me resulta curioso que haya pasado tan de puntillas por la mayor parte de los medios esta decisión de la Euroliga, una competición que por otro lado muchos gozamos casi por encima de cualquier otra. La ACB tiene un órdago sobre la mesa. Teniendo en cuenta que es una de las pocas competiciones nacionales que conserva cierto pedigrí, su respuesta puede determinar la del resto. El futuro del baloncesto se decide en los despachos. Habrá que ver si todas las mentes pensantes reman en una misma dirección o si al final, como en el chiste, se acaba tirando la puta al río.

19/1/12

Alfombra roja en la pintura

La debilidad interior del Caja Laboral ha abierto la puerta al lucimiento de los pívots de los equipos rivales, que ante los azulgrana han firmado en muchos casos sus mejores actuaciones de la temporada


No existe hoy por hoy un remedio más efectivo para los pívots deprimidos o carentes de confianza que confrontarlos con la actual versión del Caja Laboral. Se ha convertido en un hábito, agudizado en las últimas fechas, que los interiores de los rivales que se miden al conjunto vitoriano salgan reforzados de la cancha. El cuadro baskonista les tiende una alfombra roja para su lucimiento personal. Un equipo tan limitado en la pintura, más aún por la obsesión de su entrenador por distribuir los minutos entre tres jugadores que distan mucho de lo que se considera un cinco puro, está pagando un peaje demasiado elevado por el evidente desequilibrio de su actual plantilla. La inminente reincorporación de Maciej Lampe, unida al más que probable fichaje de un interior para suplir la esperada marcha de Vladimir Golubovic, debería servir como punto de partida para solventar un problema que en las últimas semanas ya ha adquirido el grado de crónico.

Este descompensado y aún desconcertante Caja Laboral hace aguas bajo los tableros. Es una constante que viene reflejándose desde que arrancó el ejercicio, pero que ha adquirido tintes dramáticos tras la marcha de Kevin Seraphin y la desaparición de Joey Dorsey. El trío compuesto por los dos Bjelica y Mirza Teletovic –con colaboraciones puntuales de Golubovic– hace lo que está en su mano, aunque a la vista queda que no resulta suficiente. El pasado sábado fue Josh Asselin quien destrozó al cuadro vitoriano bajo los aros. Pero en la retina quedan las actuaciones recientes, por ejemplo, de Latavious Williams o Saer Sené.

Para cualquier pívot medianamente sólido –e incluso para los que no lo son tanto– medirse en estos momentos al cuadro azulgrana representa un reto muy atractivo. En algunos casos abre incluso la puerta a una nominación como MVP de la jornada de la ACB, como ha sucedido esta misma semana en el caso de Asselin, que compartió galardón con el también pívot del Cajasol sevillano Paul Davis. El jugador de origen dominicano acabó por retratar las vergüenzas interiores del Baskonia y se convirtió en un argumento fundamental para comprender la victoria del Assignia en el Iradier Arena.

Asselin finalizó el duelo con una valoración de 34, tras anotar 28 puntos, capturar 6 rebotes y añadir a todo esto tres tapones y una asistencia. Sin embargo, más allá de los números, lo que dejó fue la sensación de que el pívot titular de un rival a priori modesto como el manresano estaba en condiciones de darse un festín ante los pares que, sin éxito alguno, turnó Ivanovic en su defensa. La debilidad bajo los aros se ha terminado por convertir en un mal endémico. Y aunque viene de lejos, la orfandad en la que ha quedado el equipo tras la salida de Seraphin y Dorsey ha ofrecido un punto débil muy claro a los técnicos rivales. No siempre resulta suficiente para superar al conjunto baskonista, que cuenta con jugadores de enorme calidad en otras posiciones, pero a menudo basta para equilibrar los duelos.

Actuaciones estelares

Antes que Asselin hubo otros que disfrutaron de estas facilidades. Latavious Williams, un jugador que no acaba de satisfacer las exigencias de los rectores del Fiatc Joventut, firmó su segunda mejor actuación de la temporada (23 de valoración) ante unos interiores baskonistas que le permitieron batir su mejor marca reboteadora en la ACB. El poste estadounidense capturó una docena, ocho de ellos ofensivos, y redondeó su tarde con 15 puntos. Una semana antes el afortunado fue Saer Sené, del Fuenlabrada. En un partido que se antojaba sencillo para los pupilos de Dusko Ivanovic frente a un equipo que llegaba tocado tras caer en sus tres citas previas como consecuencia de la marcha de Gustavo Ayón a la NBA, el senegalés dio un recital y puso en más aprietos de los inicialmente previstos al conjunto alavés. Acabó con una valoración de 31, tras anotar 18 puntos, capturar 13 rebotes (siete en ataque) y aportar intimidación con tres tapones, alguno espectacular.

La debilidad interior del cuadro azulgrana resulta evidente a la vista de estos tres últimos partidos. El Caja Laboral, pese a todo, salió airoso de dos de ellos, aunque los problemas en la zona acaban convirtiéndose en un enorme lastre para resolver partidos que en anteriores ejercicios habrían ofrecido menos quebraderos de cabeza. El problema se presenta cuando los rivales, al margen de interiores más dominantes, se presentan con plantillas más compensadas. Es ahí donde, con las fuerzas más equilibradas, esta descompensación puede resultar letal. Y así quedó claro durante la Euroliga, que por primera vez estrena esta semana el Top 16 sin la presencia de un Baskonia que había sido un fijo desde su creación.

Pívots como Akingbala (Nancy), Shermadini (Cantú), Papadopoulos (Olympiacos), D’or Fischer (Gescrap), Savas (Fenerbahce) o incluso un veterano curtido en mil batallas como Marconato pusieron su granito de arena para propiciar la eliminación europea del equipo azulgrana. Si el equipo de Ivanovic pretende remontar el vuelo y enderezar el rumbo, deberá empezar por retirar esa alfombra roja que luce en su pintura.



ALGUNOS EJEMPLOS
Josh Asselin (Manresa). Destrozó al equipo baskonista el sábado en el Iradier Arena. Acabó con una valoración de 34 (28 puntos, 6 rebotes, una asistencia y tres tapones).
Latavious Williams (Joventut). Tiranizó el rebote en el duelo de la 15ª jornada de la ACB. Acabó con una valoración de 23 (15 puntos, 12 rebotes, de ellos 8 ofensivos, una asistencia y dos tapones).
Saer Sené (Fuenlabrada). Equilibró un partido que parecía sencillo para el Caja Laboral. Acumuló una valoración de 31 (18 puntos, 13 rebotes y tres tapones).
Akin Akingbala (Nancy). 30 de valoración (26 puntos y 7 rebotes) en la cuarta jornada de Euroliga.
Oguz Savas(Fenerbahce). 14 puntos, 4 rebotes y tres tapones en la sexta jornada de Euroliga.
Rafa Hettsheimeir (CAI). 25 de valoración (19 puntos y 7 rebotes) en la tercera jornada de ACB.
Spencer Nelson (Gran Canaria) 22 de valoración (20 puntos y 5 rebotes) en la segunda jornada de ACB.
Luka Zoric (Unicaja). 20 de valoración (17 puntos y 7 rebotes) en la novena jornada de ACB.

Artículo publicado en la edición del jueves 19 de enero de 2012 en Diario de Noticias de Álava

18/1/12

La campaña de las tiritas


El Baskonia está viendo lastrado su nivel este curso por la plaga de lesiones que ha padecido y de la que sólo se salvan hasta la fecha tres jugadores

La temporada en curso pasará a la historia por ser la primera que el Baskonia se queda fuera del Top 16 de la Euroliga, por el agridulce destierro en el Iradier Arena mientras se prolongaba la primera fase de las obras del Buesa y por la dubitativa imagen que viene arrojando el equipo azulgrana desde que comenzó la competición. Pero existe otro factor que no debería obviarse a la hora de realizar las evaluaciones: el interminable cúmulo de lesiones e inconvenientes a los que está teniendo que hacer frente el cuadro alavés.

El Caja Laboral está viviendo una campaña en la que la enfermería está gozando casi de tanto protagonismo como el parqué, una temporada de tirita y remiendo que en muchos casos está lastrando en gran medida el potencial de un equipo que ya se vio cruelmente golpeado en la pretemporada, cuando las lesiones hicieron temprano acto de presencia para trastocar los planes originales. Una especie de maldición ha caído este año sobre un Baskonia que, por otro lado, ya andaba justo de efectivos. Ni siquiera los elementos más rocosos y fiables del plantel gasteiztarra, aquellos que han esquivado históricamente las lesiones, han podido librarse. Casi todos los jugadores de los que Dusko Ivanovic echa mano con asiduidad, los que conforman el núcleo duro de este plantel, se han visto obligados a perderse alguna cita por problemas físicos.

De hecho, sólo hay tres jugadores importantes en las rotaciones del técnico montenegrino que han podido librarse, hasta la fecha, de visitar la enfermería. El resto ha tenido que parar para reponerse de las diversas dolencias que ha ido regalándoles la temporada. Pablo Prigioni, incombustible y granítico pese a su edad, comparte fortuna con Nemanja Bjelica y Brad Oleson, dos hombres que por otra parte arrastran un importante historial de bajas en el pasado. Son los tres únicos componentes sanos de un vestuario que ya recibió la visita de las lesiones incluso antes de que la temporada echara a rodar.

Problemas desde verano

El primer mazazo por este flanco llegó en agosto. Maciej Lampe, una de las principales apuestas para el nuevo proyecto del club azulgrana, apareció en la capital alavesa con una lesión de cadera (tenía afectado el labrum) que requería de cirugía y precisaba de un prolongado periodo de recuperación. Los médicos hablaron en primera instancia de un plaza que oscilaría entre los seis y los ocho meses. El jugador polaco había sufrido la lesión mientras se ejercitaba por su cuenta para llegar en plenas condiciones a la pretemporada y, a pesar de que en un principio la entidad barajó la opción de cortarle, las limitaciones del mercado y el firme deseo del jugador por triunfar en el conjunto baskonista dieron paso a un largo periodo de vigilia que debería acabar en cuestión de días. La próxima semana Lampe regresará a Vitoria, en teoría para incorporarse a la disciplina azulgrana, y todo este problema, que para el actual proyecto del Baskonia ha resultado estructural, debería quedar como un recuerdo desagradable.

Seguramente no habría resultado tan dramática la lesión de Lampe para los intereses del equipo de haber funcionado otras apuestas que por unos u otros motivos acabaron revelándose como fallidas. El otro gran fichaje del verano, Reggie Williams, también acabó condenado por sus problemas físicos. En apenas unos minutos de trabajo a las órdenes de Dusko Ivanovic, en su primer entrenamiento como jugador baskonista, el escolta estadounidense cayó víctima de un esguince de rodilla. Pasó cuatro semanas de baja y después reapareció para desaparecer de manera intermitente hasta que el club decidió cortarlo de manera definitiva. Ivanovic defendió en todo momento que el exterior de Virginia llegó lesionado, aunque no eran pocos los que sospechaban que los problemas de rodilla surgieron como un pretexto idóneo para que el preparador balcánico justificara el ostracismo al que le concedió. Ya cortado, Williams fichó por los Bobcats de la NBA, pero aún no ha debutado porque decidió pasar por quirófano para solventar definitivamente su lesión.

Ribas y San Emeterio también han caído

No fueron los dos únicos jugadores que cayeron antes incluso de que arrancara el curso. En una pretemporada que ya aventuraba lo que estaba por llegar, Thomas Heurtel y Joey Dorsey sufrieron sendas lesiones. El base galo galo tuvo que parar antes de la Supercopa como consecuencia de una tendinitis rotuliana y el pívot de Baltimore, tras debutar en la cita de Bilbao, se produjo una luxación abierta en un dedo de la mano que lo mantuvo tres semanas alejado de las canchas.

El nivel y la relevancia no ha descendido conforme avanzaba el calendario. En todo caso al contrario. En el último mes se han sumado a esta desafortunada lista piezas fundamentales del equipo como Fernando San Emeterio, Pau Ribas (estos dos no se habían perdido ni un partido desde que llegaron a Vitoria), Milko Bjelica y Mirza Teletovic, la última víctima.

Os dejo el link de la noticia en la edición digital de Diario de Noticias de Álava

17/1/12

¿Promesa eterna o futura realidad?

Dejan Musli, que en su etapa junior tiranizó el basket continental sobre otras figuras que ya son realidad como Valanciunas o Kanter, corre el riesgo de quedarse por el camino ante la apatía y el escaso hambre que le atribuyen sus técnicos


Me lo dijo un tipo que ha trabajado de cerca con varias de las figuras que han jalonado de éxitos la historia reciente del baskonismo: "Este chaval se va a quedar por el camino. Si no espabila, si no se pone las pilas, no tiene nada que hacer". De esto ha pasado un año. Y en ese periodo de tiempo me han llegado más opiniones en la misma línea. Dejan Musli, el gigante serbio, el chico que sacó los colores a Jonas Valanciunas, al que todos vaticinaban un futuro mucho más esplendoroso que a otros interiores de su generación, como el turco Enes Kanter, ya jugando en la NBA con los Jazz, corre el riesgo de quedar retratado para la posteridad como una eterna promesa. En un tiempo en el que se ha empezado a poner en tela de juicio el tino de un club otrora infalible a la hora de reclutar futuras estrellas, la presencia de Musli en el equipo de un entrenador que no quiere ni siquiera oír hablar de él supone un recordatorio constante de que las cosas quizá no se han hecho tan bien en los últimos tiempos.

Incrustado como un bulto sospechoso en el roster de un Caja Laboral donde Dusko Ivanovic no le concede siquiera migajas, la escasa evolución del pívot nacido hace dos décadas en Belgrado genera una enorme inquietud en el seno del club. Esta temporada no ha pisado el parqué con la elástica baskonista. No ha disputado un solo segundo desde que arrancó el curso. Es más, lo poco que ha jugado, que han sido algo menos de tres minutos, lo hizo con el Fuenlabrada, un equipo al que fue en calidad de cedido para cubrir una lesión, la de Gustavo Ayón, y donde tampoco dejó buena imagen.

Porfi Fisac: "Debe esforzarse mucho más"

¿Qué pasó en el equipo del sur de Madrid para que Musli se viera superado en cuanto a protagonismo por pívots de un perfil tan bajo (con todos los respetos) como Javi Vega o Adrián Laso? ¿Que obligó a Porfi Fisac a imitar a Ivanovic y prescindir de sus servicios a pesar de que por aquel entonces su equipo había perdido por lesión a su principal referente interior? La respuesta la ofreció el técnico milagro hace unas semanas, en vísperas de la visita del Fuenlabrada al Iradier Arena. "Bueno, el carácter del entrenador del Fuenlabrada exige a veces un grado de esfuerzo máximo. Dejan es un muy buen chaval y con talento. Creo que está en sus manos, no en las de los preparadores que lo entrenemos. Muchas veces, la disposición, la actitud y la forma de trabajar es más importante que la calidad de un jugador. A mí me gusta que los jugadores tengan calidad, pero que no estén exentos de trabajo. Y él debe de esforzarse mucho más en esto de continuar hacia adelante si realmente quiere ser un hombre de esta liga y Europa", se explicó Fisac en una entrevista concedida a Diario de Noticias de Álava. No hace falta disponer de un sexto sentido para entender que el preparador del cuadro fuenlabreño, a las puertas de un enfrentamiento con el equipo que le paga al jugador, debió de atender a criterios de cordialidad para tamizar sus verdaderas impresiones acerca de un jugador que ha sembrado demasiadas incógnitas a lo largo del poco más de año y medio que lleva en Vitoria. Y aun así, su diagnóstico parece clarificador. Sus palabras suponen una sentencia.

Dos cesiones, dos fracasos

La del Fuenlabrada no es, en todo caso, la primera cesión de Musli desde que recaló en el Baskonia. Un jugador contratado a base de talonario como la firme promesa que parecía, firmado para cinco temporadas y pagado como corresponde a estas expectativas generadas durante su época junior, ya fracasó en su anterior aventura. Fue en Italia. Entonces, hace ahora un año, marchó rumbo a Montegranaro. En el Fabi Shoes tampoco cuajó. No quedó muy claro por qué, pero lo cierto es que no llegó siquiera a debutar. La explicación oficial, tampoco excesivamente clara, hablaba de una extraña fiebre que le había impedido entrenarse en condiciones. Se dijo que regresaba a Vitoria para ser tratado por los doctores del club azulgrana. Pero el caso es que ni volvió al equipo transalpino ni se le reclamó para que lo hiciera.

"No he estado muchos días con él, apenas un mes. Tiene buena actitud, pero le falta algo de carácter en este sentido y algo de esfuerzo personal que solamente él podrá dar y nadie se lo puede regalar. Los minutos son muy caros, tienen un precio y él debe llegar a pagarlo con esfuerzo, sacrificio, actitud e intensidad. Eso es lo que, de alguna manera, le demandamos en el tiempo que estuvo aquí", redundó durante la entrevista Porfi. Insisto: en su discurso queda muy claro que el principal problema del poste serbio no tiene que ver con su talento, que existe, ni con sus facultades físicas y técnicas para jugar al baloncesto. Hablan, como el técnico al que me refería al comienzo del post, de actitud, de ganas por comerse el mundo, por crecer. Y eso, cuando se trata de dar el paso definitivo, cruzar esa línea que separa a los triunfadores de los fracasados, puede resultar un lastre fatal.

El mejor amigo de Nemanja

Musli, a quien otro baskonista como Nemanja Bjelica considera su mejor amigo, comparte con su compatriota gran parte de los desvelos de un club que depositó sus esperanzas de cara a un futuro inmediato en dos jugadores que no están respondiendo a esa apuesta. El problema es que a Musli su fama comienza a precederle. En otros casos, y hablo de figuras baskonistas de otros tiempos, las horas de vuelo requeridas para ganarse minutos de protagonismo en el conjunto del Buesa Arena se ganaban a través de una cesión. Ahí están, por citar tres ejemplos, los casos de José Manuel Calderón, Luis Scola o Tiago Splitter. Pero ni siquiera esto está resultando sencillo. Al club que preside Josean Querejeta le está costando horrores hallar un acomodo a un jugador por el que pocos equipos modestos de la ACB están dispuestos a hipotecar parte de sus ya de por sí ajustados espacios salariales. Más allá del Montegranaro, quizá el único equipo que llegó a fiarse del todo de su capacidad, y del Fuenlabrada, que tiró de necesidad, no ha habido otro equipo que se decida, a pesar de que el pasado año llegó a hablarse de un posible interés del Manresa.

Ya hable en su día de las virtudes de Musli (La némesis de Valanciunas), del cartel con el que llegó a Vitoria. Nadie pone en tela de juicio lo que hizo ni duda de lo que podría hacer. "No sería el primero que se queda por el camino teniendo talento ni será el último. En Vitoria hemos tenido más casos", me aseguraba este amigo vitoriano. Cada vez son más los que comienzan a temer como él por el futuro de un jugador que hace ya mucho tiempo que agotó la paciencia de su entrenador. Recuerdo una rueda de prensa de la primavera pasada, creo que fue en vísperas de un partido importante de la Euroliga. Sucedió en la sala de prensa del Buesa Arena. Un compañero de una radio le preguntó a Ivanovic por el poste serbio y el técnico no pudo ser más tajante. "No quiero que me preguntéis por este jugador", zanjó. Obviamente, los periodistas congregados en aquella sala quedamos un tanto consternados. Pero lo cierto es que no se ha vuelto a preguntar sobre él. Ni siquiera esta temporada en la que el Baskonia está padeciendo tantos problemas para configurar el juego interior tras la lesión de Maciej Lampe, la marcha de Seraphin tras el fin del lockout y el reciente despido de Joey Dorsey.

Un elemento ornamental en el banquillo azulgrana

Musli apenas ejerce de elemento decorativo en el banquillo del conjunto azulgrana. Y no es el único. Ivanovic ha dejado bien claro que prefiere jugarse las castañas con dos cuatros (Teletovic y Milko Bjelica) y un tres reconvertido (Nemanja Bjelica) antes que otorgar minutos relevantes al bisoño jugador serbio e incluso a un Golubovic que nadie llega a entender del todo para que se fichó. La prueba más palpable llegó el pasado sábado, en el tramo final del calamitoso partido frente al Assignia Manresa. Daba igual que Josh Asselin hubiera cuajado en el Iradier Arena su mejor partido de la temporada -algo que comienza a ser común entre los cincos que se miden al Caja Laboral-. Tras cometer Milko su quinta falta personal y caer Teletovic lesionado, el preparador montenegrino prefirió concluir el partido con un quinteto en el que Nemanja Bjelica y Fernando San Emeterio eran los jugadores con más centímetros.

Es muy pronto para dictar sentencia sobre el futuro que le aguarda a Dejan Musli, tanto en el Baskonia como en el mundo del baloncesto. Hablamos de un jugador muy joven, que el primero de marzo cumplirá los veinte años. Pero las señales que llegan comienzan a incrementar el nivel de preocupación dentro y en el entorno del club. ¿Se quedará por el camino? ¿Se recordará en la distancia como una gran promesa, como lo que pudo ser y no fue? Fisac no se moja pero vuelve a incidir en el factor clave que determinará su destino y en cierta medida permitirá evaluar a toro pasado la labor, cuestionada ahora, de los encargados de descubrir joyas por pulir para el club azulgrana. Todo depende de que el pívot serbio quiera. De su hambre dependerá lo que se coma en este mundillo. "Si el club le tiene entre sus filas es porque cree que el jugador podrá dar ese salto de calidad. El siguiente paso ya no es que te den la oportunidad de estar, sino una cuestión suya. Será Musli el que deba hablar en la pista y decidir las cosas. Jugando es la única manera de que progrese, pero es algo que se deberá ganar". Palabra de Porfi.

13/1/12

La enésima metamorfosis azulgrana


La llegada de Lampe y la salida de Dorsey cambiarán con vistas a la Copa la configuración de un Caja Laboral donde las plazas de Walsh y Golubovic pueden cambiar de dueño según su rendimiento

Se ha convertido en un axioma irrefutable la capacidad del Baskonia para reinventarse varias veces cada temporada. El club que preside Josean Querejeta se maneja como pez en el agua en la recomposición sobre la marcha. Muy pocos equipos, y menos a estos niveles de excelencia, han ofrecido históricamente una habilidad tan pasmosa para tirar del remiendo y reconstruir plantillas que parecían cojas por algún flanco, incompletas o insuficientes. Y este accidentado curso en el que nada ha salido a derechas no podía representar una excepción. Ha llegado el momento de la verdad, se aproximan las fechas en las que se deciden los títulos, y la directiva diseña ya el plantel con el que Dusko Ivanovic deberá afrontar las batallas decisivas. O al menos su primer boceto. El inminente desembarco de Maciej Lampe y la salida de Joey Dorsey marcan las primeras pautas de lo que se antoja como la enésima metamorfosis del equipo vitoriano.

El rediseño de un plantel que ha proporcionado más decepciones que alegrías a su hinchada hasta la fecha arranca precisamente por su punto débil. Su famélico juego interior va a experimentar, de hecho ya ha empezado a hacerlo, las principales modificaciones. La capacidad regeneradora del club vuelve a saltar a escena en una temporada en la que tras el fracaso europeo se aprecia más necesario, si cabe, atinar con los retoques. En cualquier caso, resulta evidente que el Caja Laboral que se presentó en Bilbao para disputar la Supercopa hace algo más de tres meses se parecerá bien poco al equipo que tratará de conquistar su séptimo título copero en la cita que se celebra en el Palau Sant Jordi de Barcelona a mediados de febrero.

Una vez consumido el largo proceso de rehabilitación tras su lesión en el labrum de la cadera, en apenas dos semanas Maciej Lampe se reincorporará a la disciplina baskonista. El polaco, una de las grandes apuestas del presente proyecto, vendrá a reforzar un reparto de jugadores interiores que jamás ha satisfecho las expectativas de Dusko Ivanovic. El propio director deportivo del club, Félix Fernández, confirmó el martes durante la presentación de Matt Walsh lo que ya había adelantado Diario de Noticias de Álava: "Llegará la última semana de enero, más o menos el día 23 o 24", señaló Fernández, que no tuvo reparos en admitir que en el seno de la entidad del Buesa Arena confían en que el polaco pueda estar en condiciones para disputar la Copa.

Por fin un cinco de verdad

Su llegada puede suponer un enorme balón de oxígeno para un equipo que ha malvivido ante la ausencia de un cinco de garantías. Estaba cantado que el regreso del polaco supondría la marcha de alguno de los numerosos interiores que decoraban el banquillo de Ivanovic. Joey Dorsey, Vladimir Golubovic, Unai Calbarro y Dejan Musli han llegado a convertirse en meros ornamentos en los últimos tiempos para un técnico que se ha arreglado con dos cuatros, Mirza Teletovic y Milko Bjelica, y un tres reconvertido como Nemanja Bjelica. Toda vez que Calbarro llegó -y así seguirá- para colaborar en los entrenamientos y que el club sigue buscando sin éxito una cesión para Musli, todos los boletos se los distribuían entre Dorsey y Golubovic. Uno de ellos ya ha abandonado Vitoria. El otro no tiene asegurada su continuidad.

El caso del interior de Baltimore parecía resuelto desde hace semanas. Dorsey había perdido la confianza del técnico y sólo la falta de alternativas de futuro le forzaban a rechazar la rescisión que le planteaba la directiva. Hasta el martes, cuando Olympiacos se metió por medio y el jugador estadounidense vislumbró una salida a la incómoda situación de ostracismo con la que convivía.

Golubovic, en principio, depende de su propio rendimiento, o del protagonismo que el entrenador le conceda para exhibir su potencial. El club, como suele suceder en estos casos, apurará hasta los días previos a la fecha de vencimiento de su contrato para tomar una decisión sobre su continuidad. A pesar de que el mercado se está revelando este año especialmente complicado, y más en el apartado de pívots, el escaso protagonismo que le ha concedido Ivanovic a su paisano invita a pensar que a poco que algo mejor se ponga a tiro el montenegrino cerrará con más pena que gloria su segunda etapa en la capital alavesa. Es más, dado que el contrato temporal de dos meses que firmó cuando fue reclutado como sustituto del entonces lesionado Milko Bjelica expira a comienzos de febrero, tampoco resulta descabellado imaginar un panorama que arroje un elenco de pívots compuesto por Lampe, Teletovic y los dos Bjelica para disputar la Copa. Las limitaciones económicas que padece la entidad del Buesa Arena pueden jugar su papel y dilatar la llegada de un cuarto interior de cara a los play off de la ACB.

Así las cosas, este accidentado Caja Laboral se prepara para experimentar una metamorfosis, otra más, que brotará de la pintura pero que podría también extenderse al perímetro, toda vez que aún queda vacante la plaza de exterior de Reggie Williams. Por ahora, aunque en realidad ha llegado para suplir la baja de Pau Ribas, está ocupada por Matt Walsh, cuya capacidad para convencer a Ivanovic determinará su periodo de estancia en Vitoria. Más anotador que defensor, con un espíritu de sacrificio de palabra que deberá refrendar sobre el parqué, si el ex del Murcia no convence, todavía podrían producirse más cambios en una temporada en la que parece que el club está tardando más de lo habitual para dar con la tecla.

La añoranza de un killer

"Dusko me preguntó si estaba listo para defender y le dije que voy a dar el máximo", dijo en su presentación el alero norteamericano, que ha firmado por un mes, por lo que no contaría para la Copa salvo renovación, y debutará este próximo fin de semana ante el Manresa, el primer club de la ACB en el que militó. En principio, tal y como confirman fuentes del club, Walsh no encaja con el perfil de jugador que la directiva buscaba. Una vez constatado el fracaso de la apuesta por Reggie Williams, y más aún tras la inoportuna lesión del incombustible Pau Ribas, el rastreo del mercado se centraba en la caza de un dos anotador, un jugador similar al del actual jugador de los Bobcats y que tanto se ha echado en falta en Vitoria tras la marcha, hace ya dos años y medio, de Igor Rakocevic.

Walsh, en cualquier caso, cuenta con la ventaja de caer en un plantel que, pese a las limitaciones y dudas que haya podido ofrecer, se ha revelado tremendamente polivalente. El hecho de que Heurtel pueda asumir minutos como escolta y, sobre todo, esa reconversión de Nemanja Bjelica a ala-pívot le pueden conceder más protagonismo del que habría podido gozar en circunstancias normales en este equipo, siempre que cumpla su palabra y responda a las exigencias de Ivanovic.

Son los primeros indicios de una metamorfosis que debe reconducir el rumbo de un equipo que aún está a tiempo de ofrecer alegrías a su afición. El club continúa escrutando el mercado y el equipo está abierto a más cambios. Como siempre.

Os dejo el link del artículo por si alguien quiere echarle un ojo a cómo se recogía en la edición digital de Diario de Noticias de Álava.

9/1/12

Un domingo cualquiera

Un Caja Laboral cargado de dudas y apeado a las primeras de cambio de la Euroliga se enfrenta a la responsabilidad de enmendar una temporada que por el momento le está viniendo demasiado grande y al reto de convertirse por fin en un equipo



Mucho se ha hablado estos días en Vitoria y sus alrededores baskonistas en torno al rumbo que sigue el desconcertante Caja Laboral de la presente campaña. El equipo azulgrana, apeado ya de la Euroliga, con una plantilla que jamás parece satisfacer las apetencias de su técnico y capaz de fragmentar la opinión de su parroquia, se enfrenta a una situación desconocida en este año recién estrenado. Habría que remontarse al siglo pasado para toparse con otro curso en el que el Baskonia alcanzara estas alturas del calendario sin más obligaciones que las de afrontar un compromiso por semana. Pero así son las cosas tras la debacle de una primera fase de la Euroliga que debió haber superado con holgura pero cuya tendencia a jugar con fuego acabó por condenarle a las llamas. Tras cerrar con un sonoro fracaso el asalto al primero de sus objetivos, con la consumación definitiva aquel ya inolvidable y doloroso 22 de diciembre en la cancha del adorado vecino, presente y futuro se presentan cargados de incógnitas, por la escasa fiabilidad exhibida hasta el momento por el equipo, pero también de ilusión, por las señales de resurrección que parece querer mandar en estas últimas semanas.

A la afición del Baskonia ya sólo le queda soñar con la Copa y, quién sabe, quizá también con un cuarto título liguero que hace poco más de año y medio llegó de una manera no menos sorprendente a las vitrinas del Buesa Arena. Hay quien considera que todo es posible y se deja llevar por el optimismo más emotivo e incontrolable, pero también quienes asumen como una losa el peso de las evidencias que ha ido dejando tras de sí el cuadro azulgrana durante su -por el momento- errático deambular. Una vez más, no me posicionaré ni de un lado ni del otro, y no porque no quiera, sino por no quedar en evidencia como ya me ha pasado otras veces. Quiero limitarme a recopilar ciertas reflexiones que han ido calando en mí durante los últimos días y confrontarlas, a ver hacia dónde acabamos tirando cada uno.

En primer lugar, y sobre esto he aprendido mucho hablando con gente que sabe mucho más que yo, hay que entender los equipos como organismos vivos, y como tal cambiantes. El Caja Laboral, por todo lo que pasó durante el verano y lo que ha ido encontrándose después, es un colectivo demasiado joven, pendiente de un ensamblaje firme que le conceda su forma más o menos definida. Es volver a darle mil vueltas al mismo asunto, pero un equipo que prescinde en verano de dos de sus principales pilares, realiza un sinfín de cambios y luego se encuentra con que unos no funcionan y otros no encajan con su entrenador, requiere de un tiempo más prolongado de rodaje que otros que pueden venir más hechos de temporadas anteriores. Este Baskonia está hecho a petachos. Por unas cosas o por otras, han pasado ya casi cuatro meses desde que arrancó el curso y en ningún momento se ha podido apreciar un conjunto homogéneo, compenetrado, ensamblado. Por el momento esta ha sido la historia de un pistolero chalado (Mirza Teletovic), un antihéroe excesivamente solo y cansado (Fernando San Emeterio), un desertor repescado para la causa (Pablo Prigioni), un secundario al que le asusta el papel principal que le quieren conceder (Brad Oleson) y una promesa a la que todos menos él parecemos esperar (Nemanja Bjelica). A estos hay que sumar a unos secundarios que pueden llegar a convertirse en los grandes salvadores del equipo, en la argamasa que engarce las piedras del muro que Ivanovic pretende levantar pero que se le está resistiendo. Y no me refiero a jugadores del perfil de Reggie Williams, Joey Dorsey (a los que sinceramente creo que se les podría haber sacado mucho más jugo) y Vladimir Golubovic, sino a Pau Ribas, a mi juicio quizá el jugador cuyo rendimiento más está encajando con las exigencias previas, Milko Bjellica y Thomas Heurtel.

¿La peor plantilla de la última década?

Dije, o más bien escribí, hace tres semanas, en la crónica para el periódico de lo que resultaba la eliminación definitiva de la Euroliga, que si los resultados miden la calidad de un equipo, éste es sin duda el peor plantel que ha tenido el Baskonia en la última década. Y lo sostengo. ¿Quiere decir esto que el cuadro azulgrana ya no dispone de jugadores de calidad? ¿No vale ninguno? ¿Son una banda? No vengo a decir esto, a pesar de que comparto con muchos de los incondicionales baskonistas la idea de que el nivel individual de los jugadores, sobre todo de los que deberían asumir los roles protagonistas, ha descendido varios peldaños. Aquí ha habido líderes, y me refiero tanto a la producción estadística como al carácter dentro del vestuario, de la talla de Rivas, Bennet, Scola, Oberto o Tiago Splitter. Resulta evidente que estos nombres provocan un sonoro eco en los cimientos del futuro Buesa Arena de los 15.000 asientos. Ahora hay otros jugadores y la maquinaria no acaba de funcionar, pero no es a la calidad individual de la plantilla hacia donde apuntaba con esa afirmación, sino hacia la entidad colectiva de un plantel que tiene que encontrarse a sí mismo antes de  afrontar las cruentas batallas que todavía la aguardan.

Alcanzar esa madurez plural que tanto añora este equipo, ya lo he dicho antes, es cuestión de tiempo. ¿De cuánto? No lo sé. Supongo que cada grupo tendrá sus tiempos, y los de este están resultando demasiado prolongados. No puedo restar relevancia a los inconvenientes, que han de servir de atenuantes, con los que se ha topado el Baskonia en esta accidentada temporada, pero ni a mí, ni a muchos otros aficionados, ni a Josean Querejeta nos pueden valer de excusas exculpatorias. Más allá de la Supercopa, a este proyecto se le podían exigir tres objetivos relativamente asequibles cuando nació la presente campaña: alcanzar el Top 16 de la Euroliga y pelear con dignidad por volver a estar entre los ocho mejores equipos del continente y luchar por disputar (la victoria no podía entenderse como una condición sine qua non) las finales de la Copa del Rey y de la Liga Endesa. Entre las obligaciones de este Caja Laboral pocos habían incluido un título, nadie estaba perdiendo la cabeza por mucho que existiera la siempre inevitable ilusión de que pudiera llegar. Y sin embargo, lo que ha llegado a las primeras de cambio ha sido el tremendo mazazo de la Euroliga. Que este plantel, por limitado que les parezca a algunos, puede dar más de sí, y seguramente lo dará, es una obviedad. Casi tanto como el hecho de que el equipo seguía en el horno cuando se encontró con la primera final del presente ejercicio. Pero eso no sirve de excusa. La responsabilidad de ensamblar las piezas y convertir este ramillete de jugadores en un grupo sólido y presto para afrontar este tipo de desafíos debe recaer sobre el entrenador, pues es esa una de sus principales funciones.

Antes de que el duskismo militante se me eche encima, aclararé que no quiero señalar con esto a Ivanovic como el gran culpable, o al menos no como el único, de que la primera meta del curso se haya saldado con un sonoro fracaso. Evaluar hasta qué punto el preparador montenegrino ha sido más o menos capaz de llevar a cabo su trabajo, de sacar el partido conveniente a los jugadores que han puesto bajo sus órdenes y de trasladar ese concepto de grupo del que hablo es una tarea que también tiene dueño. La directiva, que en algunas fases ha estado muy nerviosa y ha tenido muchas más dudas en torno a la figura del técnico de lo que se ha dicho, deberá juzgarlo cuando corresponda, aunque parece claro que la continuidad de Dusko en la capital alavesa está garantizada hasta final de temporada. El técnico balcánico, que firmó por dos temporadas el pasado verano, va a disponer del tiempo que su hoja de servicios merece para tratar de rectificar este errático rumbo. En su mano queda la oportunidad de reivindicarse una vez más haciendo ver que los inconvenientes, que han sido muchos, han tenido más peso del deseado y el concedido por algunos al rendimiento que hasta la fecha ha mostrado el equipo. Por el momento, las últimas apariciones de un equipo más descansado han permitido contemplar ciertos halos de luz entre los nubarrones.

El principal fichaje de la temporada, al caer

En unos días, en principio para finales de la semana que arranca, llegará el fichaje más importante para la presente campaña. No me refiero, obviamente, a Matt Walsh, sino a un Maciej Lampe que junto con Reggie Williams representaba la principal apuesta en la configuración del nuevo proyecto. El problema radica en que el poste polaco llega con cuatro meses de retraso, en un estado de inactividad que habrá que ver hasta cuándo lo mantiene por debajo de su nivel y justo cuando parece que las piezas del engranaje azulgrana, para mejor o para peor, comienzan a encajar. Está claro que el partido que acogió el Bilbao Arena el pasado 22 de diciembre supuso un punto de inflexión para este equipo. Muchas veces los acontecimientos traumáticos, las derrotas más dolorosas, pueden ejercer de catalizadores para que salten ciertos resortes. En las caras de algunos componentes de la tropa alavesa aprecié una sensación de fracaso tan inmensa cuando abandonábamos Miribilla que me dio por pensar que aquel varapalo podía cambiar en cierta medida el rumbo de la temporada. Ahora me aventuro a decir que no me equivocaba. De aquellos momentos de dolor brotó algo, que terminó por confirmarse sólo una semana después. El triple de San Emeterio sobre la bocina supuso un bombazo catártico para un conjunto de jugadores que necesitaba aliviar las tensiones de la desesperación y la impotencia que los había acompañado hasta esa fecha.

Ese triple pudo no haber entrado. Pero la historia del deporte, de cualquier deporte, no se escribe a través de especulaciones, sino de hechos. Y entró. Cuestión de pulgadas. Entró y algo pudo haber cambiado. No será cuestión de un día, ni de un partido, pero en el duelo que se disputó este domingo en el Olímpico de Badalona aprecié vientos de cambio, más autoestima, un orgullo renacido, ciertas dosis de carácter. El triple de San Emeterio, la eliminación europea, el bodrio ante el Fuenlabrada y el partido ante el Joventut son pasos, algunos más dolorosos que otros, que debía dar este grupo de jugadores. La clasificación de la ACB, a pesar del discreto rendimiento que jalona el devenir de este plantel tan dubitativo, abre las puertas de la absolución, concede aún todos los cartuchos a la tropa baskonista. El horizonte está repleto de propósitos de enmienda. Pero para eso, y cada vez queda menos tiempo para las excusas, hará falta que este Caja Laboral crezca como colectivo, que Ivanovic dé con la tecla para hacer de esta amalgama de individualidades un todo granítico. Porque ya lo decía Al Pacino, o mejor dicho el entrenador Tony D'Amato en Un domingo cualquiera (Any given sunday), seguramente una de las mejores películas de deporte de la historia, durante el speech previo al último partido de los Miami Sharks: "O nos curamos, como equipo, o nos desmoronamos. Jugada a jugada. Pulgada a pulgada. Hasta el final. Ahora estamos en el infierno, caballeros. Creedme. Y nos quedamos aquí dejándonos machacar o luchamos por volver a la luz. Podemos salir del infierno pulgada a pulgada...".

No he podido resistir la tentación de cerrar este post con el que me parece uno de los mejores discursos de la historia del cine. "En este equipo nos dejamos el pellejo nosotros y cada uno de los demás por esa pulgada que se gana. Porque cuando sumamos una tras otra... Porque sabemos que si sumamos esas pulgadas, eso es lo que va a marcar la puta diferencia entre ganar o perder. Entre vivir o morir...".


3/1/12

El huracán Rubio


Ricky colecciona elogios de compañeros, rivales y críticos especializados y se gana el corazón de la hinchada de los Timberwolves, a los que su llegada ha cambiado de cara, tras su primera semana en la NBA

Donde había duda ha brotado la certeza. Las críticas han cedido espacio a las alabanzas y los que escupieron al cielo, que fueron muchos, han acabado por mojarse. Ricky Rubio se ha convertido en una de las grandes sensaciones del arranque de esta atípica temporada de la NBA. El base catalán, a quien la afición de los Timberwolves aguardaba con ansiedad, se ha sacudido los complejos que pueden acechar a cualquier novato y ha firmado varias actuaciones que han bastado para despertar la unanimidad entre los aficionados y los críticos de la prensa estadounidense, que ya ven en el jugador formado en la cantera del Joventut a un futuro all star.

Así lo atestiguaba este lunes la web oficial de la NBA, uno de los portales de información con más visitas del planeta, donde una encuesta cuestionaba a los internautas por las posibilidades que concedían al jugador del Masnou de participar en un futuro en el partido de las estrellas. Los resultados resultaban rotundos: más de un 76% se dejó llevar por las excepcionales sensaciones que ha arrojado en sus primeros partidos con la camiseta de Minnesota. En realidad, la visión de los aficionados se encuentra muy próxima a la de los expertos. De costa a costa, los periodistas especializados más prestigiosos se han rendido a Ricky.

“Ahora entiendo todo el jaleo que había en torno a su figura, entiendo a los ojeadores que volvían emocionados de Europa estos últimos años”, escribió Peter Vecsey, una de las firmas más reputadas en cuanto a baloncesto estadounidense se refiere, en el New York Post tras la monumental exhibición del catalán en el duelo ante los Heat, en el que sumó su primer doble-doble (12 puntos, 12 asistencias y 6 rebotes) y condujo a su equipo a un final ajustado en el que a punto estuvo de tumbar al conjunto liderado por Lebron James, Dwyane Wade y Chris Bosh.

Lebron se rinde ante su lectura del juego

El propio Lebron fue uno de los primeros en subirse al carro de los admiradores. “Este chico sabe cómo pasar la bola”, escribió The chosen one en su cuenta de Twitter cuando concluyó el encuentro que supuso el estreno del base en la liga estadounidense. Fue ante los pujantes Thunder de Kevin Durant y Russell Westbrook y los Wolves cayeron derrotados (104-100), algo bastante habitual en los últimos tiempos, aunque esta vez ofrecieron una imagen bien distinta a la que tenían acostumbrada a su hinchada.

La llegada de Ricky ha provocado una espectacular mutación en la franquicia de Minnesota. El peor equipo de la pasada campaña –sólo logró 22 victorias en los 82 partidos de la fase regular– ha ganado en brillo y futuro. Se ha transformado en un conjunto atractivo para el espectador, sobre todo cuando el catalán pisa el parqué. En los tres primeros duelos de esta abreviada campaña dieron la cara, aunque hincaron la rodilla, incluso ante rivales que pelearán por el anillo como los Heat y los Thunder. Pero lo mejor estaba aún por venir. El Target Center, que hacía muchos años que no registraba los llenos que está presentando este año –seguramente desde la época en la que Kevin Garnett era el jugador franquicia–, pudo disfrutar del primer triunfo de la temporada la noche del domingo. La víctima no podía resultar más apetecible: los Mavericks de Dirk Nowitzki, los defensores del título, claudicaron ante esta nueva versión de Minnesota, que carbura al ritmo que marca Ricky. Sólo 24 horas después llegaría el segundo triunfo. Otro equipo tejano con pedigrí, los Spurs, besaron la lona en su visita a Minneápolis.

El otro base de la mejor selección española de la historia, José Manuel Calderón, ha tardado poco en sumarse a la nómina de adoradores del jugador catalán: "Es un grandísimo jugador que lo único que quiere es disfrutar jugando al baloncesto. Quien dudara de él ahí lo tiene", aseguró el timonel formado en la cantera del Baskonia, a quien el propio Ricky siempre ha señalado como un espejo en el que mirarse. Calderón no tuvo reparos a la hora de analizar el aparente salto de calidad que ha experimentado el juego de Ricky de una temporada a otra. "Son baloncestos muy diferentes. Hay jugadores que siendo estrellas en la NBA no podrían jugar en Europa y al contrario. A Ricky este juego se le da mejor y ya está. Es un jugador grandioso que nos va a hacer disfrutar mucho", reiteró el director de juego de los Raptors.

Pau Ribas: "Su juego encaja con el que se practica en la NBA"

No es el único amigo de la nueva estrella de los Timberwolves que ha hecho hincapié en este asunto. Hace un par de semanas tuve la ocasión de entrevistas a Pau Ribas, el tercer componente de aquella mítica Triple R del Joventut junto a Rubio y Rudy, y no tuvo duda alguna al aventurar un próspero futuro a su antiguo compañero de cambiador. "El juego de Ricky encaja a la perfección con el que se practica en la NBA. Estoy seguro de que le va a ir muy bien. Hay muy pocos jugadores en el mundo que sepan leer el baloncesto como lo hace él", aseveró el escolta catalán tres días antes de que arrancara la temporada oficial en la competición estadounidense. Obviamente, Ribas no se equivocaba. Aunque ni él ni casi nadie podía imaginar hasta qué punto podía llegar el impacto que iba a tener el wonder boy al otro lado del Atlántico. Este martes, sin ir más lejos, la edición digital de los deportes de ESPN, una de las páginas de referencia en Estados Unidos, incluía al base del Masnou en la portada de la página en la que desarrolla las informaciones de la NBA. En un fotomontaje, Ricky aparecía junto a otros dos jugadores: Dwyane Wade y Kevin Durant. Casi nada.

Arropado por dos de los pesos pesados de la plantilla, Kevin Love y el recién llegado Juan José Barea, y por un técnico curtido en mil batallas como Rick Adelman, que lo mantiene como reserva pero le concede más minutos y protagonismo que al titular Luke Ridnour, Ricky ha abandonado en algún punto del Atlántico al jugador apagado y dubitativo que tantas críticas recibió en su última campaña con el Barça. Incluso en su lanzamiento exterior, faceta que debe aún trabajar, está brillando en este arranque de la temporada. En un equipo sobrado de juventud y músculo, él pone el talento. Y en las Twin Cities se ha vuelto a hablar en clave de baloncesto. La afición del Target Center se rinde a Ricky. “Rubio, Rubio...”, corean desde la grada. Y esto es sólo el principio.