22/5/11

Un play off al mejor de dos


Son muchas las estupideces que a lo largo de las últimas semanas he escuchado en torno al sistema de competición que rige la ACB. Me duele que algunos aseguren que la fase regular no vale de nada, que planteen incluso la posibilidad de suprimir los play off para que los 34 partidos del primer tramo del torneo cobren más peso, ganen en emoción. No entiendo mucho estos planteamientos, que sospecho que proceden de gentes ajenas a este deporte, de los mismos que aseguran que sólo vale el último minuto de cada partido, de personas que, se haga lo que se haga, no sabrán ni podrán amar el baloncesto. A mi modo de ver, la llegada de los play off supone el culmen a muchos meses de puesta a punto, de un trayecto que vale, y mucho, para determinar el orden de partida en una pelea por el título que, un año más, se presenta apasionante. Lejos de tomar en consideración siquiera esa peregrina idea de acabar con los play off, que me parece de vodevil, se me plantea otra incógnita que toma el camino opuesto: ¿De verdad sale a cuenta mantener la primera fase, los cuartos de final, al mejor de tres partidos en lugar de ampliarlos a cinco como piden otros?

En pleno proceso de regeneración de la cúpula del baloncesto español, un camino sin retorno que pretende derrocar a Eduardo Portela y busca fórmulas que permitan conceder al baloncesto mayores vías de financiación y una explotación más eficiente de sus derechos de televisión, se nos han escapado entre las manos los cuartos de final del play off por el título. El que haya pestañeado se habrá perdido la primera ronda de estas eliminatorias, todas resueltas a las primeras de cambio, en sólo dos partidos. Barcelona, Real Madrid, Caja Laboral y Bizkaia Bilbao Basket se jugarán el pase a la final de un torneo que, eso no puede negarse, padece la abismal brecha que divide a la clase alta y al resto de los equipos de la competición.

Dejando a un lado la machada del Bilbao Basket, que ha dado la campanada apeando al que muchos señalaban como una clara alternativa al título, asumo que la diferencia de presupuesto, jugadores y potencial de los tres o cuatro grandes supondría una importante rebaja en la cuota de opciones de que se registren sorpresas en las eliminatorias si se ampliaran las series. Acabar con Barcelona, Real Madrid o Baskonia al mejor de cinco encuentros resultaría, desde luego, una utopía para la gran mayoría de los equipos de la clase media de la ACB. Ése el problema que no se afronta y que de verdad disminuye la captación de más aficionados, o al menos consumidores televisivos de baloncesto en España. Los grandes son cada vez más grandes y los pequeños cada vez los contemplan a más distancia. Es algo que se percibe en la Copa del Rey, otrora el torneo de la democracia. Cada año se reducen más las sorpresas. Cada vez se antoja más imposible que los cabezas de serie, como ahora en los play off, se vean sorprendidos. Pero el hecho de que la primera eliminatoria por el título arranque el jueves y quede finiquitada el domingo a mediodía a algunos les puede dejar con hambre.

Así las cosas, dando por hecho que la brecha entre grandes y medianos seguirá abriéndose (la licencia permanente de Euroliga garantiza unos ingresos que así lo permitirán), no nos queda otra que asumir un inicio de play off descafeinado, a tres partidos, una especie de fase previa de los torneos de Grand Slam del tenis, en la que sólo el poderoso que se despiste, como le ha sucedido en esta ocasión al Power Electronics Valencia, se quedarán sin acceder a lo que de verdad cuenta, que arranca ya. En la posibilidad de erradicar los play off prefiero ni entrar. ¿En qué ganaría emoción una competición sin eliminatorias por el título? ¿Será tan 'apasionante' como la Liga de fútbol, un torneo en el que de partida sólo dos equipos aspiran al título y prácticamente se lo disputan en sus duelos directos?


En lo que se refiere a las eliminatorias, no me alargaré mucho. Pero tres de ellas ahondan en la sensación de que existe demasiada distancia entre unos equipos y otros como para que se puedan apretar. Madrid y Barça se han sacudido sin problemas al Fuenlabrada y el Unicaja, que puso el broche a otra convulsa temporada con una derrota por más de treinta puntos ante su afición. Volverá a ser un año movido en las oficinas del Martín Carpena. Habrá que ver si la directiva costasoleña entiende de una vez por todas la necesidad de edificar un proyecto a largo plazo, sólido, y se aparta del fracasado cortoplacismo que ha acompañado al equipo estas últimas temporadas. Los dos grandes han resuelto sus cruces sin apenas desgaste. Llegan fuertes al tramo final. Si se tratara de una Final Four se podría dudar de ellos, pero teniendo en cuenta que es la ACB, dudar de la capacidad de cualquiera de ellos por sus frustradas trayectorias en la Euroliga sería un error. El Barça ha recobrado la fe en su modelo, en el colectivo, en las dos velocidades. Los secundarios (Grimau, Morris, Sada...) han aparecido durante la serie frente a Unicaja. Por mucho que se haya dicho, sigo contemplando al conjunto catalán como el principal aspirante al título. Y el Madrid, irregular, descabezado, con los jugadores libres para lo bueno y para lo malo, dependerá de la capacidad de Molin para poner orden y fijar las jerarquías. A priori tiene todo de cara para acabar con el sueño del Bilbao Basket, que esta mañana disputaba el partido más importante de su historia y ha cumplido.

El Baskonia (cuya eliminatoria analizaré más en detalle) llega en una tónica ascendente, mostrando pequeñas mejoras cada partido. El problema para el equipo de Dusko Ivanovic es que ya no le queda tiempo para más ensayos. El duelo a cinco partidos ante un Barça con ganas de revancha, advertido ya, se presenta como un examen final que determinará el nivel del crecimiento del conjunto vitoriano.