Víctor Sada se ha destapado como uno de los principales argumentos con los que el Barça de Xavi Pascual ha cerrado los play off sin ceder una sola derrota. ¿Alguien piensa aún que no tiene sitio para el próximo Eurobasket en la selección de Scariolo?
Hoy me he levantado con ganas de romper una lanza en favor de un jugador al que he defendido durante años pero que jamás me había ofrecido tantos argumentos objetivos como ahora para dedicarle unas líneas y arrojárselas a la cara a los muchísimos detractores con los que he discutido sobre su valía. Ya os hablaré un día sobre mi (quizá excesiva) pasión por el baloncesto metalúrgico, por el físico y la defensa, porque jamás lo he ocultado. Pero hoy quiero centrarme exclusivamente en la figura de Víctor Sada, un jugador que se ha convertido en pieza clave en el que pasa por ser, probablemente, uno de los mejores equipos que he conocido. En pleno debate sobre la composición de la lista con la que Sergio Scariolo afrontará el próximo Eurobasket de Lituania (su primera versión se desvelará este martes), volver a toparme con quinielas en las que el base del Regal Barça queda descartado me despierta una sensación muy próxima a la indignación. Aunque en este mundo, y tratándose de la selección, podría decirse que estamos curados de espanto.
Ya contemplé como una tremenda injusticia el hecho de que Sada se perdiera el pasado Mundial, sobre todo tras la lesión de última hora de Calderón. Scariolo se decantó por Raúl López, un jugador en claro declive, por motivos prácticos. El base de Vic, eso es cierto, conocía los sistemas del preparador transalpino. Había jugado a sus órdenes en el Khimki, equipo con el que había comenzado la pretemporada, y se incorporó a la concentración sin excesivos traumas. Fue una de las apuestas de Scariolo. Una de las muchas que se revelaron fracasadas con el transcurso de un torneo en el que las decisiones poco atrevidas del italiano, sobre todo influidas por su respeto hacia los galones, condujeron al equipo a una muerte cruel, por la forma en la que se confirmó, pero esperada. Aunque no sé hasta qué punto la presencia de Sada hubiera podido cambiar esa dinámica, la selección se mostró como un equipo demasiado endeble en defensa. Nada que sorprenda en exceso si se tienen en cuenta las rotaciones de Scariolo, en las que jugadores como Fran Vázquez o Fernando San Emeterio -ambos determinantes en los dos equipos que habían copado todos los títulos la temporada precedente- apenas contaban, mientras veteranos bastante justos de piernas como Mumbrú o Garbajosa acumulaban muchos más minutos de lo aconsejable.
Ahora que se reabre el debate sobre la lista de doce (la FIBA ha reducido las plazas) con la que España tratará de volver a hacerse con el cetro continental, el seleccionador se ha encontrado con la noticia de que tanto Mumbrú como Garbajosa, dos de los jugadores que sirvieron de base a la generación más laureada del baloncesto español, se echan a un lado. Ambos han dado mucho al combinado estatal. Incluso su adiós anticipado, justo en un momento en el que el alero del Bilbao Basket parecía haber recuperado el tono, supone su último gran servicio a la causa. Despejan el camino a jugadores de otro perfil, más jóvenes, más potentes, que pueden servir de perfecto complemento a las perlas con la que Scariolo contará para volver a pelear por el oro. Y entre esa nueva hornada, en la que hombres como San Emeterio, Claver, Suárez, Ibaka o Mirotic deben ganar peso en los papeles de reparto, brilla con luz propia Sada, un jugador que ha resultado determinante en todos los títulos que el Barça de Xavi Pascual ha obtenido esta temporada.
Un animal de los intangibles
Como en todo, se podría recurrir a los números para reflejar su peso en los logros del equipo culé. Pero Sada aporta mucho más que estadísticas. El técnico del conjunto blaugrana ha caído rendido a la evidencia. En los pasados play off por el título, Sada desplazó a Ricky Rubio del cinco titular en los ocho partidos de las eliminatorias por el título que el Barça se adjudicó sin ceder una sola derrota. Sin embargo, el exjugador del Akasvayu, eternamente cuestionado, ha demostrado que puede asumir un rol secundario y resultar igualmente decisivo. Tanto en los duelos de semifinales contra el Baskonia como en los de la final ante los hombres de negro, su presencia en pista coincidió con todos los parciales positivos que acabaron resultando definitivos para los intereses de su equipo. Por contra, mientras buscaba oxígeno en el banquillo, casi siempre para ceder su puesto a Ricky, el Barça acumuló resultados siempre contrarios.
No es nada nuevo. Ya el pasado año, en el que los catalanes se adjudicaron todos los títulos salvo el de la regularidad, donde el Baskonia destrozó todos los pronósticos, los parciales más demoledores del combinado de Xavi Pascual llegaban cuando entraba en cancha la segunda unidad. Defensa y músculo para asfixiar a los rivales. En la pasada Copa del Rey celebrada en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid se quedó a un paso del MVP, que fue a parar, como casi siempre, a un jugador que brilló más en ataque pero que quizá no resultó tan determinante. Personalmente destiné mi voto a Sada, puro espectáculo, baloncesto en esencia, una bestia visto de cerca. Pero no resultó suficiente. Alan Anderson abandonó aquel pabellón con el título de mejor jugador del fin de semana.
La receta del éxito del combinado blaugrana se ha basado en su capacidad para limitar al máximo la producción ofensiva del rival. Muchos son los que han asegurado y escrito que el Barça se ha llevado el título en una de las peores finales de la ACB. Yo no lo veo así. El mero hecho de que el equipo catalán dejara al Bilbao Basket en 55 puntos en el tercer y definitivo compromiso, disputado además en Miribilla, refleja el tremendo poderío defensivo de un combinado que de los tres bases con los que contaba en nómina este curso siempre ha tenido claro que uno de ellos volverá a cambiarse en los vestuarios del Palau cuando arranque la próxima pretemporada. Con la marcha de Ricky (ya confirmada) y Lakovic en el mercado, Chichi Creus lleva tiempo trabajando en la configuración de una terna de directores de juego en la que Sada ha sido siempre fijo.
Mientras redactaba este post, leí en la web de la acb un análisis del amigo Dani Barranquero en el que hacía referencia precisamente a la trascendencia de la figura de Sada en el transcurso de la final de la ACB. Mientras el badalonés se ha mantenido sobre el parqué durante los tres envites que se ha prolongado la serie ante el Bilbao Basket, el Barça ha obtenido un resultado global tremendamente favorable, un balance de +31 (108-77). Mientras se tomaba un respiro y reposaba en el banquillo, su equipo se mostraba incapaz de superar al rival (56-56). No es nada nuevo en realidad. Recuerdo varios compromisos claves del pasado año en los que ofreció exhibiciones obscenas partiendo desde el banquillo.
El líder de la asfixiante segunda unidad
El gran secreto de Xavi Pascual fue y sigue siendo la segunda unidad. Con gente como Sada, Basile, Grimau o Morris en cancha es como el equipo catalán acababa por destrozar al Madrid de Messina el pasado año, cuando muchos hablaban de esa Liga bipolar que al final se quedó en las vitrinas del Buesa Arena. Me vienen a la cabeza dos cruces directos entre los dos grandes clubes futboleros en los que el Barça fue capaz de dejar al equipo merengue por debajo de los diez puntos en un cuarto para quebrar de manera irreversible los partidos. En esas ocasiones, por supuesto, el hijo del exjugador culé Adolfo Sada, cuyo abuelo nació muy cerca de mi ciudad natal, en Ablitas, pero se mudó a Badalona en busca de un trabajo como médico en la sanidad pública, asumía un protagonismo incuestionable.
Sada, en esencia, es puro intangible. Posee unas cualidades al alcance de muy pocos bases. Por un lado, su tremenda capacidad defensiva, capaz de desactivar en un mismo play off a los, seguramente, dos mejores point guards de la competición española -Marcelinho Huertas y Aaron Jackson- e incomodar la ejecución de los esquemas ofensivos de cualquier contrincante. Por otro, su exuberante físico le permite aportar a su equipo cosas que pocos unos pueden ofrecer. Culmina los contragolpes con tremenda violencia, gracias a su eléctrica potencia y a una capacidad de salto que le permite arrimar el hombro incluso en el rebote. Ha sido capaz de capturar once en un mismo partido. Un registro que ningún base ha alcanzado hasta la fecha en la ACB, y me permito aventurar que será una marca difícil de igualar. Es, como digo, maestro del intangible, un modelo de jugador codiciado cuando se detecta, que suele ser a toro pasado, pero no siempre tan apreciado ni valorado como merece.
Sus dos temporadas en Girona, donde coincidió con San Emeterio y su amigo Marc Gasol, terminaron por moldear lo que ya en sus etapas de formación se antojaba como un jugador del nuevo siglo. Un tipo que sabe mucho de baloncesto me aseguró durante aquellos años del pujante Akasvayu que estábamos asistiendo a la gestación del futuro base de la selección. Por el momento, se le ha cerrado el paso. Ya digo que hace un año asimilé con cierta decepción y amargura (más bien indignación) que se quedara fuera de la lista de Scariolo. Este martes no comprendería que se volviese a quedar sin sitio. Aunque todo dependerá de la valentía con la que Scariolo encare sus obligaciones como seleccionador.
El puesto de uno en el quinteto titular tiene dueño. José Manuel Calderón, tan añorado en Turquía, ocupará esta vez su puesto. A partir de ahí, se abre el debate sobre el estado de forma con el que ha cerrado la temporada Ricky Rubio. En el Barça, desde luego, a Xavi Pascual no le ha temblado el pulso a la hora de variar los roles y conceder mayor protagonismo al que se suponía era el reserva. ¿Hará lo mismo Scariolo? ¿Llevará tres bases? ¿Piensa en algún otro, como Sergio Rodríguez, Raúl López, San Miguel o Cabezas? La respuesta la conoceremos pronto. Lo que parece claro es que de esta primera preselección podrán extraerse muchas conclusiones sobre las intenciones del italiano. Si no está Sada, un servidor volverá a sentirse seriamente defraudado. En cualquier caso, con o sin Sada, la selección española cuenta con un plantel capacitado de sobra para defender el título conquistado hace dos años en Katowice. El retorno de Pau Gasol en el que puede suponer su penúltima participación en un gran torneo con el combinado estatal resulta una garantía de éxito por sí solo. Es difícil que Scariolo se equivoca tanto como para frustrar las opciones de oro de su equipo.
4 comentarios:
Peje, Mirotic o Ibaka. Los dos juntos no pueden ir a la selección por el tema de pasaportes.
Javi Domaica
Lo sé, Javi, en ningún momento digo que vayan o puedan ir los dos... Saludos!
Sada debe ir a la selección, junto a Ricky y Calderón. Estoy harto de los galones por encima de los méritos. Sada debe tener hueco.
A partir de ahí, la clase de Calderón y la de Ricky se me hacen fundamentales. el resto de bases, con todos los respetos, que se concentren en hacer una buena pretemporada con sus clubes.
Un abrazo,
Joseba
Joseba, de acuerdo contigo en que hay que fijarse más en los méritos que en los galones. Si así fuera, esta temporada habría que llevarse a Calde, Sada y Raül. Aun así creo que debería ir Ricky por el de Vic. Ricky era normal que algún año de estos se atascase un poco, no se puede causar impacto todas las temporadas y menos si tienes el lastre de tu tiro exterior (cada vez más importante para ser un buen base). Seguro que mejorará su tiro. La temporada de Sada ha sido espectacular, se lo merece.
¿Baloncesto metalúrgico? Jaja. Muy bueno Peje.
Un saludo
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